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Guía práctica para sobrevivir a un ex y no morir en el intento

Tal como existe todo tipo de novio, novia, machuque, arroz en bajo o levante, también existe todo tipo de ex.

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Si bien mi mamá no me enseñó cómo lidiar con las ex de mis levantes, machuques o arrocitos en bajo, sí me dejó claro que cuando uno no puede con el enemigo, tiene que unirse a él.

Por: @Zacarmenza

Mi mamá me enseñó todo lo que sé de las relaciones interpersonales, que la palabra dicha y la flecha lanzada no regresan, que si no hay nada bonito que decir es mejor guardar silencio y, la más importante de todas, que hay que escoger muy bien a las parejas porque, aunque ninguna relación es para siempre, los “ex” nunca dejan de serlo.

No importa si su relación dura un mes o diez años, el “ex” será su “ex” lo que le quede de vida. Tampoco importa si solo tiraron una vez o si se la pasaban pegados como conejos, todas las parejas que pasen por la cama de su “ex” serán sus hermanitos de leche por siempre. Y si bien es cierto que en el enamoramiento, la calentura o el afán por no quedarse solo, uno no dimensiona del todo con qué persona se está metiendo, con el tiempo y la experiencia llegan los filtros, la selectividad y la exclusividad a la hora de iniciar una relación; uno no escoge el karma, pero puede reducir sus efectos.

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Mi mamá también me enseñó a intentar terminar las relaciones de manera cordial, pues si la persona me hizo feliz en algún momento, no es necesario que se convierta en un mal recuerdo por no haber sabido ponerle punto final a tiempo o adecuadamente (y porque de pronto uno lo necesita más adelante de fiador o como referencia en la hoja de vida).

Pero lo que mi mamá nunca me explicó, preocupada por el futuro o por lo que sigue después de una relación, es qué hacer con el pasado de la otra persona.  Y sí, no me refiero al tratamiento de ortodoncia que le permitió tener su sonrisa perfecta, ni a las fotos vergonzosas de la infancia que van a ser motivo de burla en cada reunión familiar, sino a lo verdaderamente importante: LAS o LOS EX, todas esas personas que ocuparon en el pasado el lugar que hoy ostentamos con orgullo y casi de manera idílica.

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Porque tal como existe todo tipo de novio, novia, machuque, arroz en bajo o levante, también existe todo tipo de ex. Desde esos ex fantasma de los que nuestra pareja nunca habla y cuya existencia conocemos por algún comentario de un amigo lejano o por una foto perdida en el Facebook de alguien más, hasta esos ex a los que sólo les falta arruncharse con nosotros, porque nos han stalkeado todas las redes y renuncian a desaparecer de la vida de nuestra pareja.

Y es que la conocida frase de las clases de educación sexual que le recordaba a uno que al tirar con alguien, también nos estábamos acostando todo su pasado, aplica en igual medida a nivel sentimental; nuestras parejas (como todo el mundo) son resultado de los errores, los aciertos, los polvos y hasta los shows que ya han vivido con alguien más. Así que sí, aceptar a nuestra pareja es recibir el combo agrandado que incluye las deudas, los hijos, las mañas, los talentos y, por supuesto, los ex.

Como es inevitable recibir a alguien con su pasado, la única alternativa es aprender a lidiar con él. No hay que descartar las demandas, las órdenes de alejamiento, los bloqueos en Facebook o los exorcismos en caso de que el ex se ponga muy pesado, acosador o amenazante, pero lo más inteligente es aprovechar todo eso que tuvo el ex y nosotros no: experiencia completa, total, de inicio a fin con nuestra pareja. Y es que, si bien mi mamá no me enseñó cómo lidiar con las ex de mis levantes, machuques o arrocitos en bajo, sí me dejó claro que cuando uno no puede con el enemigo, tiene que unirse a él.

Sí, lo primero que hay que tener en cuenta es que donde existe un ex, existe una ruptura sentimental y donde existe una ruptura, existe un motivo. ¿Tal vez algún vicio que nuestra pareja no nos haya mostrado todavía? ¿Alguna transformación que se dé con la borrachera? ¿Uno de esos complejos que lo hacen buscar en las novias alguien que lo trate como la mamá? ¿Algún fetiche sexual del que debamos preocuparnos cuando el susodicho entre en confianza? O, peor aún, ¿alguna historia de amor inconclusa?

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Es más, cada pareja debería venir con una bitácora de recomendaciones que recoja los comentarios y advertencias que planteen los ex, para que uno los revise en la primera cita a ver si decide montarse en la vaca loca de la relación (una carta del mejor amigo que indique cómo lleva la tusa y el reporte de Datacrédito también sería útil). Pero como no funciona así y todos creemos que lo emocionante de las relaciones está en aprender a conocer al otro, toca jugar al azar y esperar, no sólo que nuestra pareja no resulte ser loca, enferma, acosadora, peligrosa, fastidiosa o delincuente, sino que no traiga un historial de ex con dichas características.

Jugada la ruleta de posibilidades, reconociendo que el o la ex en cuestión puede no tener el mismo ánimo conciliador que nosotros y que puede resultarle incómodo que le preguntemos si nuestra actual pareja fue un pervertido en la cama con él/ella o si le quedó debiendo plata al final de la relación, si no conseguimos convertir al ex en nuestro aliado, lo único que queda es ignorarlo.

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Sí, lo cierto es que difícilmente vamos a conseguir convertirnos en el mejor amigo del ex de nuestra pareja pero eso no significa tener que convertirnos en su peor enemigo. Lo importante siempre es saber que si alguien está compartiendo su vida sentimental con nosotros es porque quiere, porque somos su elección y porque ese pasado recorrido (con todas las novias/os o mozas/os que eso incluya) lo han llevado a estar a nuestro lado.

Las relaciones emocionales, sentimentales o sexuales ya son bien difíciles nada más entre dos personas ¿por qué preocuparse por invitar a alguien que ya hace parte del pasado? ¿Por qué espera que su pareja supere a sus ex, si usted mismo no ha podido hacerlo? Ahora, si esos fantasmas del pasado siguen rondando su relación, tiene que preocuparse porque ni son tan fantasmas, ni tan del pasado y el problema no es de ese ex, sino de su pareja que decidió meterse con usted, teniendo historias inconclusas en su vida.

De manera tal que la única forma de sobrevivir a los ex de su pareja es reconociendo que existen, que son parte de su historia y que, mientras se mantengan en ese plano del pasado, no tienen por qué afectar negativamente su relación, (aunque insistimos en no descartar las demandas, las órdenes de alejamiento, los bloqueos en Facebook o los exorcismos en caso de que el ex se ponga muy pesado, acosador o amenazante) y agradecer las lecciones que su pareja ha aprendido de cada persona que ha pasado por su vida: porque le perfeccionaron el movimiento de cadera que hace que se lo coma delicioso cada noche, porque le ayudaron a ser un divino con los suegros o porque, simplemente, le dejó todas las imperfecciones listicas para que usted aprenda un poquito también.

Eso sí, si uno no quiere llamar al karma, también tiene que portarse como un ex a la altura y no convertirse en el fantasma de la actual pareja de su ex o en la persona merecedora de las demandas, órdenes de alejamiento o bloqueos en Facebook de alguien más. Ser un ex digno, al que las parejas recuerden con cariño y no con terror, también me lo enseñó mi mamá.

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