La idea nació luego de que su obsesión por los objetos antiguos hiciera crear a Miguel Montenegro formas de engallar artículos y que parecieran de otra época. Por mera casualidad remodeló una nevera de las más viejas (1940) para tenerla en su casa y comprobar que el motor, los repuestos y los artículos relacionados con estos refrigeradores tenían el poder de sobrevivir decenas de años. Este personaje hiperactivo al que su mamá le decía “Miguel no recoja basura” ha acabado convirtiendo
la idea en un proyecto: restaurar neveras antiguas, pintarlas al mejor estilo de la época y redistribuirlas no solo en Colombia sino en Latinoamérica.
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Consigue las neveras a través de recicladores, “cada día se hace más difícil encontrar estos tesoros porque son muy antiguos, pero las personas que recogen basura de la calle ya me conocen y vienen hasta aquí a traerlos”, cuenta Miguel mientras continúa hablando apasionadamente de su trabajo.
Sabe todos los tamaños de neveras que han llegado a su negocio, ha contado una a una los modelos que ha tenido que restaurar y se da el lujo de ser el uno de los unicos distribuidores en el país con neveras de este estilo. El trabajo de este hombre va más allá de llevar un poco de color a los hogares, transforma la basura en arte, se convirtió en un cazador de tesoros que cumple sueños a algunos intrépidos que desean verse en un plotter en el refrigerador.
Así es el proceso de convertir basura en arte
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