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“Abrí Facebook cuando ya pa’ qué” Santiago Rivas

En pleno 2016, Santiago Rivas nos cuenta sus primeras impresiones de la red social que está estrenando. ¿Por cuánto tiempo la tendrá? No lo sabemos.

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Abrir Facebook es apenas otra de las muchas cosas en las que he empezado tarde: nadar, montar en bicicleta, comprar un teléfono inteligente, abrir WhatsApp. Cuando hice todas esas cosas y descubrí sus bondades (porque no todo es masturbación y drama en “el feis”), ya todos las conocían y nadie se sorprendía a la par conmigo. Sin embargo, les voy a compartir lo que he encontrado.

Por: Santiago Rivas @Rivas_Santiago 

Los bogotanos nos la pasamos diciendo “¿Cuándo almorzamos? Déjate ver por la oficina para invitarte a algo…” (un equivalente de lo que en paisa es “si algo nos vemos”), solo como una manera de perpetuar el desencuentro eterno de la vida adulta. El pajazo mental más grande de todos es que Facebook sirve para encontrarse con gente. Al menos en lo que yo entiendo, sirve para poner nuestro propio call center, en el que podemos aplazar todos los encuentros reales con más libertad, sin la necesidad de generar incomodidad alguna. Facebook es la perpetuación del “cuándo almorzamos” hasta la náusea.

El Facebook sirve en realidad para tres cosas: primero, para conectarse con gente, que no es lo mismo que encontrarse. Segundo, para medir el nivel de aprobación que tenemos: qué tan guapos nos consideran, qué tan inteligentes somos, qué tan creativos, etc. y tercero, para no tener que navegar por todas las páginas de internet que nos gustan y, aún así, encontrar cada cosa que suben. Mejor dicho: gracias a Facebook descubrimos que nuestros amigos son replicadores de contenido interesante, y que cuando uno está leyendo o viendo algo interesante, no tiene tiempo para verse con los amigos, que para eso pone uno fotos, y que por favor el like. Y que gracias.

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No en vano la pornografía y la guerra halan el progreso tecnológico del mundo, porque Facebook es una plataforma que privilegia las dos: podemos armarnos de un ejército de aprobadores y armarnos en verborrea contra los ejércitos enemigos, o podemos abrir las puertas, las ventanas, cortinas, piernas, escote, todo cuanto haya para abrir en nuestra vida, de forma que el resto del planeta pueda verlo y, por favorcito, aprobarlo con su like.

Con todo y esto, abrí hace apenas días mi cuenta de Facebook. Es apenas otra de las muchas cosas en las que he empezado tarde: nadar, montar en bicicleta, comprar un teléfono inteligente, abrir whatsapp. Cuando hice todas esas cosas y descubrí sus bondades (porque no todo es masturbación y drama en “el feis”), ya todos las conocía y nadie se sorprendía a la par conmigo. Sin embargo, les voy a compartir lo que he encontrado. Hasta ahora son más preguntas que respuestas.

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1-Funcionamiento: lo primero que hay que decir es que es fácil de manejar (o bueno, es tan fácil o complejo como uno decida), pero sobre todo, que no lo hace sentir viejo a uno. Yo entiendo perfectamente el sentido que tiene cada cosa que ocurre en Facebook, y aunque me parezca una absoluta bobería el 70% de lo que pasa (a veces pasa también en el mundo real), creo que entiendo para qué sirve cada cosa. Lo bonito de las redes sociales que gran parte de lo que en ellas ocurre o se encuentra en términos de programación, ha sido diseñado por el hábito de los usuarios, de manera que se trata de interfaces que responden a la intuición. Redes como Snapchat son muy distintas, porque obedecen a la existencia previa de las otras redes sociales; es decir, si no existiera Instagram, a nadie se le habría ocurrido que Snapchat podría tener algún sentido.

2- La etiqueta: yo ya he manejado Facebook antes, por cuenta de La Recontra, pero cuando uno es uno mismo, la cosa es a otro precio. Las implicaciones más complicadas de abrir Facebook tienen que ver con las reglas. Nadie las impuso, pero todos exigen que las sigas. Como se trata de una plataforma de contenidos que buscan ponernos a la par de nuestros respectivos egos, las reglas cambian un poco dependiendo de quien abra su cuenta. Cuando yo tomé la decisión de no abrir una cuenta de Facebook, tenía amigos. Ahora, que además tengo seguidores, y a la gente parece importarle por qué abrí un Facebook (si usted está leyendo esto comprenderá a qué me refiero), las implicaciones cambian. Yo he decidido adoptar el siguiente reglamento:

  1. Amiguis: soy amigo de todo el que me lo pida. Como figura pública, creo que si quiero promocionar cosas que hago y que no aparecen en TV o en radio, debo abrir mis propias plataformas y, con abrir, me refiero a hacerlo en todo el sentido de la palabra. Como es apenas lógico, mi primer contacto fue mi novia (hay códigos que respetar); luego mis amigos y mi familia; ya luego el que vaya apareciendo. Esta práctica ya me ha traído cierta amargura en el pasado, cuando abrí Twitter e Instagram, pero en general me parece lo correcto. Si no me trama, pues voy mochando “amigos” y ya #chao.
  2. Prohibido pegar afiches: mi muro es mío. Si no me gusta lo que alguien posteó en él, lo borro y listo. No creo que hacerme amigo de todos signifique volverme el perifoneo de todos. De paso, mi opinión también es la mía y no la de un presentador de TV necesitado de amigos. Eso no necesariamente quiere decir nada, porque puede que termine estando de acuerdo con la mayoría, pero por si acaso #Conchudos.
  3. Luego charlamos: poco Messenger. Ya bastante tiempo pierdo en Whatsapp, como para estar pegado del chat. Son muchos los que me han escrito hasta este punto y lo agradezco, pero no me voy a ahogar en saludos. Apenas tenga un tiempo respondo, a ver si de paso lo hago a consciencia y no simplemente por salir del paso #HayQueTrabajar.
  4. Cada niño con su like: los comentarios positivos, like; Buenos GIFs, like. Que un amigo está feliz porque una cosa o la otra, like; emoticones corazonudos, like. SI mi novia me pone un post en el muro, corazoncito. Si les gusta tal o cual cosa que hice, like. El like es un derecho inalienable de quien hace bien las cosas, y así como votar sí en el plebiscito no obliga a nadie a votar por el partido de las FARC, entrar en Facebook no obliga a nadie a darle like o compartir cualquier pendejada. De hecho, es posible que políticamente sea al contrario: a los amigos y parientes hay que darles más likes y menos contratos. Esos sí son para quienes hacen las cosas bien #PaQueAfinen.
  5. El spam no es una medida objetiva: si uno es una persona natural y quiere poner cada foto que se toma, o tandas de a diez, está bien. Si uno es una entidad pública o un medio de comunicación, no. Si uno es un personaje público (o semi-público), le toca ir midiendo con pispicia a ver qué tanto es demasiado. Por lo pronto, posteo y comparto lo que me va gustando #NoControles.
  6. El drama es un tipo de spam, tal como pasa en la vida real. Si lo tratáramos como tal, posiblemente haríamos menos drama. Pero entonces ¿Qué postearíamos en nuestras redes sociales, artículos de Shock? Permitan que me ría #Sobreactuado.
  7. Política: a la gente le molesta mucho la polarización, y a mí también. Muchos de nosotros tratamos de evitar conversaciones incómodas. Pero Facebook es un lugar de reunión y, como tal, es político. Es más, es el mejor sitio para tener conversaciones incómodas de todo tipo. Lo ideal sería que se quedaran en Facebook, porque no quisiera encontrarme a ninguno de los palurdos, irracionales, ignorantes e imbéciles que no piensan como yo por fuera de las redes sociales; bueno, ya en serio, en realidad prefiero que las discusiones sin fin ni propósito se queden en las redes sociales, siempre y cuando las acciones de peso y las cosas que de verdad importan sigan pasando en el mundo real. No parece un horizonte cercano, pero #SeValeSoñar.

3- Contenidos: Es verdad que “el feis” es el motor de contenidos más grande y variado de todos los que hay. Uno siempre encuentra alguna cosa que le interese, y al menos dos de cada diez videos o GIFs es bueno. Uno se las da de intelectual y sigue a todos los posibles medios de interés, a los más frecuentados y a los ases de la independencia que uno siempre carga en la manga. Se hace una experiencia a su medida, y termina siempre viendo gifs chistosos, una selección de los mejores comerciales de motivación o videos de gatitos. No hay nada de malo en eso, pero por favor evitemos los pajazos mentales.

4- El tiempo: Creo que esta es la consecuencia más grave de entrar a Facebook. Como si no fuera ya suficiente con todo lo que hay para hacer y toda la gente que quiere parchar con uno en whatsapp, en Fb uno está adentrándose en niveles muy serios de aplazamiento del deber, y al comienzo no es para menos. Todo es nuevo, todos son nuevos; nadie le aceptaría a uno que lo ignorara cuando está dándole (por enésima vez) la bienvenida a “el mundo de los vivos”, “el imperio”, “el lado oscuro”, “la pendejada”, o cualquiera de los nombres que los amigos utilizan para solazarse porque uno haya entrado a perder el tiempo con ellos en Facebook, pero nadie le perdona a uno que esté revisando el Facebook en una reunión de trabajo o cuando se está frente a frente, y creo que tienen razón. Suena contradictorio, pero así es el mundo ahora, qué le vamos a hacer.

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Espero que el equilibrio llegue pronto, de la mano con los resultados. No tengo un plazo definido, pero estoy esperando a ver qué pasa realmente con el Facebook, si vale la pena, si funciona, si no. En un tiempo puede que esté escribiendo sobre por qué me salí nuevamente, solo para que Shock lo postee en su muro y muchos otros lo compartan. Bueno, ojalá sean muchos. Ahí les encargo el like.

 

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