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Cumbia etílica: tras los pasos de la tecnocumbia y la tecnochicha

La cumbia que no celebramos

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Selena Cumbia

No toda la cumbia ha sido objeto de adoración de la cultura hipster, ni se ha tomado los escenarios de las ciudades con tanta fuerza como los experimentos que suenan hoy en los bares alternativos de ciudades como Bogotá.

Por: Fabián Páez @DavidChaka

Si la balada romántica y el pop en español, producidos en las décadas del 70 y 80 se ganaron el título de música para planchar, hay un tipo particular de cumbia que encaja perfectamente en la categoría de música para barrer, o si lo quiere, trapear. Si bien la cumbia es un género vernáculo de Colombia, hay que decir que en otros países se la han apropiado y han desarrollado una cumbia propia, a la que generalmente denominan según el área geográfica en la que evolucionó; hay cumbias chilenas, panameñas, ecuatorianas y venezolanas; en argentina está la cumbia villera, llamada así por ser la música que escuchan en las villas; a los nuevos proyectos, que más que nada son fusiones de la música folclórica con ritmos modernos, los han llamado cumbia digital, laser, o psicodélica. Y sin lugar a dudas, muchas de estas variaciones están emparentadas y suenan bien parecido, sobre todo las que se gestaron en la zona andina de Suramérica y en Centroamérica. A estas músicas se les conoce, generalmente, y con algunas variaciones, como tecnocumbias. Y suenan más como a las canciones de los fenómenos youtuberos La Tigresa del Oriente, Wendy Sulca y el Delfín, que a nuestros interpretes insignias, Lucho Bermudez o Los Corraleros de Majagual.

Dicen que la tecnocumbia es una variante de la cumbia mexicana, producto de la mezcla entre la música grupera y la música de despecho, y que desde allá se fue expandiendo hacia los países del sur. La dotación instrumental de la mayoría de estos grupos no contiene el uso de guacharaca para generar el ritmo de cumbia, sino que marcan el ritmo con el hi hat de la batería, que generalmente es eléctrica. Los sonidos de los bajos se acentúan con los bombos, lo que le da un estilo de compás parecido al de la música norteña y ranchera, pero en muchos de los países andinos incluyen también instrumentos autóctonos. Al parecer en México, el interés por este género tuvo un significativo declive tan pronto como murió trágicamente su exponente insignia, Selena Quintanilla, quien fue asesinada por la presidenta de su club de fans. Selena tuvo una vida dramática, como muchas de  las letras de las canciones tecnocumbieras.

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En los países andinos la historia es diferente. Lejos de las grandes industrias musicales, en los pueblos y en las zonas rurales, cuyo origen indígena aun sobresale, la tecnocumbia ha prevalecido por encima de otros géneros musicales. Cuando uno le pregunta a los habitantes de Nariño o del Ecuador por el género de las canciones que siempre suenan en taxis, mercados y fiestas, ellos vacilan al responder; la llaman música bailable o simplemente cumbia.

Los ecuatorianos encabezan la lista de éxitos de este género. Uno de los músicos más influyentes es El General, pero este no es el mismo del Pata pata, que todos conocemos. Este es El General de la tecnochicha, una de las variantes de la tecnocumbia que aportaron los ecuatorianos. Fue uno de los pioneros del género en el Ecuador, y es el principal culpable de que la Tigresa del Oriente y El delfín…Hasta el fin, surgieran.

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