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Lecciones de cine de acción con Juan Pablo Raba y Henry Rivero

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Por: Juan Pablo Castiblanco / @Kidcasti 

Juan Pablo Raba, uno de los galanes por excelencia de telenovelas colombianas, venezolanas y mexicanas, se quitó el traje de príncipe azul y lo reemplazó por el de un detective atormentado que intenta resolver un caso de mafias y corrupción. Convertido en una mezcla de Jason Bourne con un lobo solitario y con un oscuro pasado, Raba protagoniza “Secreto de confesión”. En la coproducción colombo-venezolana, dirigida por Henry Rivero, la lucha contra un político corrupto y un sanguinario mafioso (Marlon Moreno) se van diluyendo entre una narrativa compleja que intenta abordar muchos temas a la vez, creando una espesa malteada que va desde el thriller policial hasta el drama sicológico, con pizcas de surrealismo inspirado por los filmes de Buñuel. Raba no solo tiene el rol principal, sino que también aparece como productor pues desde hace un par de años, junto al mismo Rivero, dirigen la productora Drive Pictures. Hablamos con Raba y Rivero sobre esas primeras cintas de puño, bala y patada que los inspiraron a realizar este nuevo proyecto. 

Hay unas secuencias de pelea muy a lo Bourne, pero no es una película de acción propiamente. Eso la hace muy compleja en ese sentido.

Juan Pablo Raba: ¡Hay muchas cosas que nos gustan! Somos fanáticos de Bourne, somos fanáticos de Buñuel. Nunca quisimos que la película se pareciera a nada, que creo que es uno de nuestros grandes logros, no sé si un acierto. El público es una dama caprichosa que le gusta saber lo que está viendo y saber a qué se va a enfrentar. Queremos hacer películas que se vean, que sea negocio. El balance difícil para nosotros como artistas y empresarios es saber dónde están los límites, cómo hacer para no comprometer visión y el arte, pero seguir haciendo algo atractivo para atraer inversionistas y que cada proyecto no sea una epopeya de diez años.

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Henry Rivero: Hay una cita de Baudelaire que dice “la patria está en la infancia” y eso fue un golpe para mí. Yo tuve una infancia donde viajé bastante. Estuve tres años en Estados Unidos, luego estuve cinco en Venezuela, luego fui a España, regresé a Venezuela y llevo cinco o seis años en Bogotá. Hoy entendí la influencia de esos viajes. El cine de Hollywood está presente en mi acercamiento al cine. La primera película que vi cuando tenía cuatro años fue “El llanero solitario” y a la semana siguiente fui a ver “El Imperio contraataca”. Cuando estudié cine me acerqué a Buñuel y es uno de los maestros con los que me conecto profundamente como ser humano. Alguna vez leí una entrevista a Tarantino que a la hora de hacer un guion no hay nada mejor que plantearse algo que arranque de una forma y te sorprenda en el viaje y termine de otra. En este momento las audiencias son muy entendidas, y es posible que luego de que vean los diez primeros minutos y el tráiler ya sepan cuál va a ser el final. Para mí como espectador la experiencia no es tan satisfactoria si pasa eso. La montaña rusa siempre termina igual, llega al mismo punto de partida, pero lo interesante es cómo viajas, y la maestría de quien maneja el carro.
 
¿Cuáles eran los retos que tenían antes de emprender este proyecto?

JPR: Soy un actor que ha hecho mucha televisión y al haber estado expuesto tanto a los medios, muchos directores de cine no se sienten atraídos hacia mí por eso. Busqué la forma de decir que yo era un actor, no de series o telenovelas, sino un intérprete listo para enfrentar el reto necesario. Mostrar mi rango y mis intereses. El hecho que haga novelas no significa que no pueda hacer cine, que no pueda darles profundidad a mis personajes. Además no me gusta que se demerite el género de la novela porque es muy complicado, ahí los actores nos enfrentamos a retos dificilísimos porque debemos hacer escenas complejísimas con pocas horas o incluso minutos de preparación. 

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La película tiene una identidad híbrida. Es grabada en Caracas y tiene actores de allá, pero también hay muchos artistas colombianos, y la trama tampoco se refiere a un lugar particular. ¿Fue deliberada esa intención de borrar la frontera?

JPR: Totalmente. Es muy válido cuando se intenta exportar la identidad nacional, es una forma de retratar la realidad, pero a nosotros nos interesaba mucho el punto de vista del negocio. ¿Cómo es posible que en este continente, donde solo hay un país con barrera lingüística, no se vea cine de los otros países? Queríamos hacer algo, sin llegar al extremo de la telenovela de Miami que mete un actor de cada nacionalidad, que abordara un tema más universal. Eso nos ha llamado mucho la atención del cine norteamericano y por eso es que viaja tanto; ellos tocan temas humanos que pueden interesar en cualquier parte del mundo. 

HR: Hace un tiempo traté de llevar una película venezolana a Colombia y me la frenaron porque era “muy venezolana”. Luego grabé “En coma” en Medellín, la llevé a Venezuela y lo mismo, “es muy colombiana”. Para “Secreto de Confesión” desde el principio quisimos juntar elementos que fuera comunes a la región. Por otro lado, desde un punto de vista más “filosófico”, estaba la pregunta de cómo aproximarse a temas universales. Es una invitación a reflexionar sobre ideas que a nosotros también nos inquietan.
  
Dentro de los distintos temas que trata la película, ¿de dónde nació el interés por hablar de la corrupción y el mal manejo que se le ha dado a la explotación de los recursos ecológicos?

JPR: En mi casa, con mi esposa, claramente hay una inclinación hacia la ecología. Mi suegro ha sido ministro del medio ambiente. Tampoco queríamos hacer una película exclusivamente ambiental o sobre la corrupción, que es un tema que a mí me enferma. Yo le pedía al director que me dejara agregarle a mi personaje una línea que dijera “lo único que tenemos en serio en este país son políticos corruptos y violadores de derechos humanos”. Ojalá algún día pueda hacer un guion completo sobre corrupción porque es el gran cáncer de América Latina. 

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¿Cuál fue el punto de vista con el que comenzaron, con el que terminaron la primera versión, y el actual?

HR: Teníamos una pretensión de hacer una película policial, con una anécdota que nos pareció interesante sobre un asesino profesional que va donde un cura y le dice que lo va a matar. Pero nada está tallado en mármol, es un proceso muy orgánico. Al casting invitamos a artistas tan talentosos como Marlon Moreno o Luigi Sciamanna, que interpreta a un senador, y ahí empieza una retroalimentación y un proceso de cuestionamiento. Para Juan Pablo y para mí hay cosas que nos unen, no solo como socios sino como amigos, como el odio a la corrupción. El senador era la representación de eso, un hijueputa. Punto. Se lo presentamos a Luigi y él nos dijo, “está claro lo que sienten respecto a los políticos, pero yo no puedo participar, no me llama la atención hacer un personaje unidimensional. ¿Por qué no hacemos un ser humano lleno de contradicción?” Ahí hubo un viraje importante, cuando los actores entraron a hacer un proceso creativo de construcción. El noveno día de rodaje grabamos el final de la película por facilidades de producción. Terminamos y nos fuimos a descansar. A las cuatro de la mañana, casi que al unísono, Juan Pablo y yo nos escribimos y nos dimos cuenta que no estábamos satisfechos con el material, que no tenía la magia ni la verdad. Reunimos a todo el crew al otro día y les dijimos que íbamos a grabar el final otra vez, y me siento muy orgulloso de esa decisión. 

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¿Cómo son sus primeros recuerdos del cine?

JPR: Tengo dos corrientes muy marcadas en mi vida. Una es el cine de acción de los 80, Van Damme, Schwarzenegger, Stallone, todo eso. Y también el cine español porque yo a los 10 años me fui a España y por eso tuve en la cabeza a Buñuel, a Álex de la Iglesia, Amenábar… hay una rotura rara. Vi muchas películas costumbristas y contemplativas porque cuando llegué a España solo había dos canales.

HR: Incluso los grandes maestros lo que hacen es un ciclo de homenajes. Tarantino es el mejor ejemplo de hacer muchas referencias. A mí la serie Bourne, a nivel de cine de acción, me impresionó. Hay una escena de pelea de Ultimatum que estudiamos junto a Juan Pablo y Marlon. En mi cabeza hay un pastiche mayúsculo. Soy fan de las películas de Vin Diesel, “Rápido y Furioso” o “XXX” son cosas que disfruto. A la vez me gusta lo de Buñuel. La búsqueda es esa, hacer cosas que quiera ver. Un productor de Bollywood explicaba que la razón por la que en sus películas hay romance, acción, baile y llanto, es que la gente en India era tan pobre que cada vez que hacen el esfuerzo por pagar una boleta, ¡hay que darles todas las experiencias!

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