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¿Nacional se arruga contra los equipos argentinos? Esto dice la historia

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El Rey de Copas ha perdido tres finales continentales contra equipos argentinos: una Recopa y dos Sudamericanas. El año pasado dejó escapar el título después de tener noqueado a River Plate en Medellín. Hace un mes, le pasó lo mismo con Estudiantes en la fase de grupos de la Libertadores. El jueves se viene la revancha en La Plata y necesita la victoria para seguir respirando.

Por Héctor Cañón Imagen. Foto: EFE.

Señores hinchas del verde: no me vayan a odiar. Si me odian, no me vayan a insultar. Si me insultan, ojalá que lo que les voy a decir no se haga de nuevo realidad este jueves. Si no se hace realidad, estaremos muy contentos porque Nacional tendrá, una vez más, un pie en los octavos de final de la Copa Libertadores de América.

Aquí va: los verdolagas se arrugan cuando tienen un equipo argentino en frente. A veces parece que hubieran soñado con el coco y entran a la cancha perdiendo antes de jugar. Otras, han matado al tigre con un fútbol exquisito y potente, pero luego, inexplicablemente, se han asustado con la piel y han terminado con una sensación de no te lo puedo creer pegada a la camiseta más gloriosa de los clubes colombianos.

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¿Un rey de copas asustado?

Es innegable que se arrugan contra los gauchos porque hace parte de su historia vieja y también de la más fresca. Nacional ha disputado 10 finales continentales (incluyendo una de la setentera Copa Simón Bolívar, en la que no competían clubes sureños). Ha ganado la mitad y por eso es justamente llamado Rey de Copas. Sin embargo, en ninguna de esas cinco ocasiones tuvo que batirse contra los gauchos.

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De las cinco finales en las que se fueron de perdidas, tres fueron contra los argentinos. 1-0 contra Boca Juniors en la Recopa de 1990, cuando tenían uno de los mejores equipos de nuestra historia y venían de ganar la Libertadores y de pelearle la Intercontinental hasta el minuto 119 (los cinco centavitos que tradicionalmente nos han faltado para el peso) al Milán de Paolo Maldini, Marco van Basten y Frank Rijkaard. (Ver resumen Milán 1 Nacional 0)

También dos Sudamericanas. En 2002 cayeron frente a San Lorenzo, en la primera edición del torneo continental. Con casa llena, papel picado, pólvora verde fosforescente y el clásico ole, olé, mi Nacional/ ole, olé, que va a ganar fueron vapuleados 4-0. Su gente empezó alentando con verraquera paisa y terminó, con el orgullo herido, lanzando petardos al terreno. Luego, en Buenos Aires, un lánguido 0-0 fue el preludio de una nueva pachanga porteña. (Ver resumen del partido de ida de la final de la Sudamericana).

El año pasado volvió a caer en el último sorbo de la Copa Sudamericana. Adivinen contra quién. Pues con River Plate, Ave María. Ambos finalistas venían con hambre después de poco más de una década sin finales continentales (11 años los de la banda cruzada y uno más los verdolagas).

En casa: de nuevo el papel picado, la esperanza verde y contagiosa del Atanasio y el clásico ole, olé, mi Nacional/ ole, olé, que va a ganar. En el primer tiempo bailaron a los porteños y desperdiciaron, al mejor estilo de nuestros equipos noventeros, las opciones de gol que los habrían llevado a Buenos Aires montados. En el segundo tiempo, los millonarios se sacaron un gol de la nada, a lo argentino, sin más mérito que el de querer ganar. (Ver resumen de Nacional 1 River Plate 1)

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La vuelta, con el Estadio Monumental enardecido para evitar otra tragedia contra equipos colombianos como la del 5-0 entre las selecciones en 1993, fue el típico partido entre un equipo con mentalidad ganadora y otro que saltó a la cancha con la idea de la derrota metida en el inconsciente. El saldo fue inevitable: 2-0 a favor de River, en dos jugadas de tiro de esquina en el segundo tiempo, después de haber tenido un cerrojo inexpugnable y algunas escaramuzas de gol en los primeros 45. (Ver resumen de River Plate 2 Nacional 0).

Y ahí no paran los capítulos de derrotas frente a los argentinos. En los cuartos de final de la Súper Copa de 1995 el verdugo fue el Independiente de Avellaneda. Siete años después, cuando los dirigentes habían invertido alrededor de 7 millones de dólares para pelearle al que les pusieran en frente, cayeron en octavos de la Libertadores ante Vélez Sarfield. En casa perdieron 0-1 sin atenuantes y el empate a uno en Liniers apenas quedó para las estadísticas del olvido.

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Toda regla tiene excepciones

Sin embargo, hay un par de excepciones que vale la pena recordar.  Ojalá se repitan este jueves cuando el árbitro pite el final en La Plata. El 5 de abril de 1989, en el camino hacia la primera copa continental del fútbol colombiano, Racing de Avellaneda cayó 2-0 en el Atanasio Girardot. En el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores, los paisas perdieron 1-2, pero celebraron en tierra argentina su clasificación a la siguiente ronda, en la que habrían de vapulear 6-0 a Danubio de Uruguay con un póker del finado Albeiro Usuriaga.

Curiosamente, en la derrota en Avellaneda se dio un paso gigante hacia la final en Bogotá frente al Olimpia. El 31 de mayo, el verde de Antioquia (que por esas épocas era realmente el verde de todos ya que los narradores gritaban gol de Colombia y los futboleros celebrábamos, sin importar de que club fuéramos hinchas, como si se tratara de la selección) derrotó en la tanda de penales al Olimpia paraguayo con una actuación memorable del Loco Higuita, convirtiéndose en el primer club del país en dar una vuelta olímpica continental. (Ver resumen de la final en Bogotá contra Olimpia).

En 1995, una vez más el Loco Higuita puso a vibrar a los colombianos, con un golazo de tiro libre en la semifinal contra River Plate en Medellín. (Ver gol de Higuita)

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En la vuelta, los millonarios les devolvieron atenciones, pero de nuevo René se vistió de chacho en la tanda de penales atajándole el remate a Matías Almeyda. (Ver resumen del partido y atajada de Higuita)

El capítulo más reciente de esta historia agridulce fue un nuevo resbalón de Nacional. El pasado 5 de marzo vencía con tranquilidad a Estudiantes en la capital de la montaña con gol del paraguayo Pablo Zeballos, al que no termina de lucirle la camiseta 10 que dejó Edwin Cardona antes de irse para México.

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Una vez más, el verde dilapidó las opciones que tuvo para liquidar al moribundo, que sobre la mitad del segundo tiempo atinó en su única opción de gol del partido. “Empate inesperado”, confesaban los narradores argentinos, poco amigos de reconocer la debilidad de los suyos. (Ver resumen de Nacional 1- Estudiantes 1)

¡Vamos Nacional!

La revancha es este jueves en La Plata y a Nacional solo le sirve ganar para seguir vivo en la Libertadores y aspirar a uno de los dos cupos que tiene el grupo 7 a los deseados octavos de final.

¿Tiene con qué? Si juzgamos por sus resultados recientes en la Liga colombiana y en la Copa lo mejor es que nos vayamos preparando para una nueva derrota a manos de los gauchos. Si juzgamos por la tradición copera y por las salvadoras victorias a domicilio de la pasada Sudamericana (ganó 4 de sus 6 partidos de visitante; 0-1 a La Guaira, 1-3 a General Díaz, 0-1 a Vitoria y 0-1 a César Vallejo), podemos calentar la idea de acabar con el miedo verde a los argentinos de una buena vez.

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Juan Carlos Osorio, el más triunfador de los directores técnicos en la historia del Rey de Copas, tiene la tarea pendiente de ganar un título continental y el partido contra Estudiantes es el próximo examen. Si no gana, ya no tendrá chance de graduarse en el primer semestre del año y es probable que su historia de amor con el verde de Antioquia llegue a su final.

A pesar de seis títulos los dos torneos locales de 2013, el apertura de 2014, dos Copas Colombia en 2012 y 2013 y la Superliga de hace tres años), la verdad es que a la hinchada y a los dirigentes ya no los llena ser los mejores en el país mientras caen una y otra vez en los torneos continentales.

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Nacional está viviendo su racha más prolongada de participación en las copas internacionales tras cuatro años seguidos de pelear por los títulos (Libertadores en 2012, 2013 y 2014 y Sudamericana los dos últimos años), pero a la final el subcampeonato del 2014 contra River es poca cosa para una hinchada ganadora como la de los verdolagas.

Los gurúes de la radio futbolera aseguran, sin agüero, que los jugadores no corren porque quieren a Osorio afuera. Su sistema de tres defensas le ha acarreado derrotas, que las hinchadas rivales usan para sus irónicos memes en las redes, con algunos de los coleros del rentado nacional. 2-1 y 3-2 en sus visitas a Pasto y Chicó, ultimo y antepenúltimo de la tabla de clasificación.

Además, el 1-3 de local contra el Cortulúa (puesto 14), en la penúltima fecha, le cayó mal hasta la barrabrava de Los del Sur, que se queda afónica y más mamada que los jugadores de tanto alentar durante los 90 minutos.

Y ojo: entre esos tres equipos, por los que nadie da un peso, le metieron 8 goles. El Pasto le anotó 2 en 90 minutos (en sus otros 13 partidos apenas gritaron 5 veces), mientras que Chicó y Tulúa le empacaron de a 3.

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A lo que los críticos llaman terquedad en un sistema defensivo que tiene malucos a los hinchas del verde, se suman las embarradas de los porteros Franco Armani y Camilo Vargas, que se alternan el arco y las responsabilidades de las derrotas. (Ver error de Armani ante Chicó)

Además, el verde no encuentra remplazo para Alex Mejía (excapitán) y Edwin Cardona (exfigura), quienes se fueron para Monterrey dejando un vacío que la famosa y polémica rotación que propone Osorio no ha logrado cubrir en ninguno de sus múltiples intentos.

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Por fortuna, Estudiantes también viene en la mala como local en el torneo argentino. Apenas un partido ganado, otro empatado, dos perdidos y una diferencia de menos dos goles, ocupando el puesto 15 de la tabla de clasificación, algo bastante incómodo para un equipo que ha ganado cuatro Copas Libertadores y seis títulos nacionales.

Señores hinchas del verde, me despido con cariño. No me vayan a odiar por refrescar el culillo histórico que le ha tenido Nacional a los equipos argentinos. El jueves yo también estaré alentando para que se rompa ese embrujo contra Estudiantes y pongamos un pie en la siguiente ronda porque nunca voy a olvidar la noche en que los hinchas de todos los clubes colombianos nos tomamos Bogotá para celebrar la primera de nuestras dos Copas Libertadores.

¡Vamos Nacional!

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