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Nos chuzamos en Facebook. Nos chuzamos en la vida real

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Por: Antonio ‘Rolo’ Alarcón / @elroleins

“Cierre la puerta que entra el sereno y se nos lleva las cosas”, decía mi abuela hace unos veinte años cuando el mundo digital –o un primer acercamiento a la idea de ese tipo de vida–, sólo era visto por nosotros los mortales en filmes de ficción protagonizados por adictos digitales que, como un Keanu Reaves, se conectaban a un computador de metro por metro para ingresar a un sórdido universo paralelo en donde se encontraba desde lo último en armamento, pasando por montañas de pornografía sado y alucinógenos de altísima calidad, hasta CDs. Sí señores, CDs. 

Curiosamente la realidad del mundo digital es otra. Está llena de fotos de gente en la playa, en piscina, en fiestas, en casa, en cama y hasta en el sanitario. Gente acompañada de más gente que sonríe feliz demostrándonos que su vida es perfecta. 

Es entonces cuando surgen dos grandes inquietudes, entre muchas otras más, sobre este “maravilloso” mundo de las redes sociales de las que hablamos, celebramos, sufrimos y criticamos -a través de las redes sociales, por supuesto- el día entero pero de las cuales no podemos alejarnos ni un solo segundo del día. 

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¿Quiénes somos en redes sociales y qué tan protegidos estamos de las redes sociales? ¡Pero un momento! Este no es un spam con los tips necesarios para prevenir un mal rato con algún “amigo” y/o “conocido” en redes sociales ¡No! Es la simple inquietud de alguien que, como yo, ha mutado hasta convertirse en un consumidor, adicto, stalker, yonki…  del mundo digital. 

Tampoco quiero decir que las redes sociales sean una amenaza o un problema de salud pública. Nos han permitido conectarnos y conocer al mundo casi que de forma directa. Sin redes sociales no conocería un quinto de la música que oigo. Por otro lado, sin redes sociales no me daría cuenta que un compañero del colegio dejó de ser marihuanero para convertirse en un fervoroso y activo cristiano que regala postales bíblicas cada cincuenta y tres minutos; sin redes sociales no sabría que la exnovia de un amigo se puso tetas y me las quiere mostrar por un mensaje interno para conocer mi opinión; sin redes sociales no vería que a la hija de “MaRcELiTa SuArEz” se le cayó un diente, empezó a gatear, tuvo su primer día de colegio y no le gustó, rompió la vajilla, durmió arrunchada con el perro o se le regó la sopa encima.

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En Colombia estamos escandalizados -en redes sociales, por supuesto- por la noticia de las chuzadas a los miembros de la delegación oficial del Gobierno en el proceso de paz de La Habana, pero no nos escandalizamos por andar chuzando los perfiles y timelines del compañero de trabajo, del vecino, del jefe, de la competencia, de los amigos de nuestros amigos y hasta de un tipo que vive al otro lado del mundo, nos cae como un culo, pero al que apenas le conocemos el nombre. Así mismo, tampoco nos preocupamos por lo que mostramos de nosotros mismos -alimentando a punta de likes, favs y DMs, un alter ego que en la gran mayoría de los casos es muy distante de la vida real- permitiendo que los miles que nos siguen en Facebook, Twitter, Instagram, Google+ y cuanta red social nueva salga, chuce nuestros perfiles y timelines dejando al aire una libre interpretación de lo que somos, hacemos o tenemos. 

¿Qué tanto estamos haciendo por proteger nuestras familias, parejas, amigos, gatos y perros de alguien que cree tener un contacto real con nuestras “vidas” por lo que nosotros mismos posteamos? ¿Qué tanto nos protegemos de los ladrones, violadores, secuestradores, asesinos, políticos y gusanos de los que nos quejamos –por redes sociales, por supuesto- día tras día? ¿Cuál es el esfuerzo que estamos haciendo por sostener y disfrutar de las relaciones personales en la vida real cuando nos preocupa más la cantidad de likes, favs y DMs que recibamos de Londres o lo que piensen de nosotros en Japón, pon? ¿Hasta dónde somos alguien en carne y hueso y no una foto o un trino en una pantalla de nuestras redes sociales?

Más que conclusiones y reflexiones como DESMOVILÍZATE, NO TE METAS A MI FACEBOOK o VIVE TU VIDA, espero queden las mismas inquietudes en cada persona que vea esto para que sepa que mientras lo hace hay quienes le están chuzando la vida en redes sociales

Al final, aquí me encuentro escribiendo una editorial sobre redes sociales que se compartirá en redes sociales y la cual se discutirá, por redes sociales, por supuesto.  

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En este texto se usó la expresión redes sociales en veinte oportunidades, incluyendo el tag. No escatimamos recursos.

 

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