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Santa Marta se mete con fuerza en el mapa festivalero del país con sus tamboras

Este 5 y 6 de enero se llevó a cabo el III Festival Internacional de Tambores de Santa Marta.

Algo está pasando en Santa Marta. Entre el bullicio de los turistas de temporada, entre la vida playera y marítima, entre los resorts todo-incluido, la ciudad está intentando construir una oferta cultural fresca y arraigada.

Por: Juan Pablo Castiblanco R. // @KidCasti - Fotos: Dirección de cultura, recreación y deportes de Santa Marta

A las tradicionales y reconocidas Fiestas del Mar que se celebran a mitad de año en Santa Marta, se han sumado festivales como el de Juglares Vallenatos (que reconoce el trabajo de los cantautores), el de la Gastronomía Samaria, el del Humor y la Narración Oral, el Urbano (breakdance, rap, grafiti, reggaetón y champeta), el de Verano y Música del Mar (con feria de emprendimiento y feria de diseño) o el de Rock Distrital. Todos son eventos jóvenes, que nacieron entre el 2013 y 2015, que quieren poner a la capital del Magdalena por encima de sus exóticas vecinas Barranquilla y Cartagena.

De hecho, el III Festival Internacional de Tambores que se llevó a cabo este 5 y 6 de enero en la tumultosa playa de El Rodadero se movió a estas fechas para aprovechar el clímax turístico de la ciudad. La tarima que durante dos días recibió grupos de gaitas, bullerengue, guacherna, cumbia y ritmos internacionales como son cubano, funk, salsa y batucada, interrumpió el reinado de los grupos vallenatos que como moscas le caen a los turistas, y de los pequeños equipos de sonido que retumban con reggaetón.

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El experimento funcionó y abrió una interesante ventana cultural que promete para sus próximas ediciones un festival que hay que tener en la mira. Los grupos internacionales procedentes de Brasil, Estados Unidos, Cuba y Venezuela fueron un buen gancho, pero la fuerza y los momentos más vibrantes de los dos días llegaron gracias a las agrupaciones nacionales. El festival bien pudo haberse inclinado por traer un gran headliner comercial, algún fenómeno radial de moda, para llamar la atención mediática y convocar grandes masas, pero prefirió apostarle a un poderoso icono cultural como Petrona Martínez –el acto de cierre del Festival– y desde ahí involucrar grupos que honran los sonidos de la región.

No todo fue una muestra folclórica, pues la presencia de los barranquilleros Bozá –finalistas del Shock Fest 2015-2016– demostró que la música de la región es viva y ecléctica. Así lo confirmó Diana Viveros, Secretaria de Cultura de Santa Marta, quien explicó que “La música de tambora tradicionalmente se ha establecido a las orillas del río Magdalena. La tambora es la música de Santa Marta y el Magdalena, se mantiene como expresión cultural viva, se usa, está vigente. Es parte de los negros de la Rochela, de los hombres libres de todos los colores, del hombre boga, el hombre del río”. La jornada del primer día, donde estuvo Bozá, también contó con la agrupación de la maestra Chela Orozco, intérprete, investigadora y bastión central del folclor de la región.

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En la segunda jornada llevada a cabo el viernes 6 de enero se presentaron los finalistas del concurso a mejor tambora que organizó el Festival que constataba, de nuevo, la fuerza y vigencia de estos sonidos. El premio se lo llevó Tamboras UCC, seguidos de La Samaria y de A Ritmo de Mujer. A esas agrupaciones se sumó el resultado de un proceso de formación en la ciudad representado en el ensamble de las Escuelas de Formación Artísticas y Cultural del Distrito: cerca de 20 niños entre los 5 y 18 años demostraron que las nuevas generaciones están aprendiendo y entendiendo sus raíces, que aún hay música para rato. Mención especial merece el grupo Creole de San Andrés y Providencia que presentó una deliciosa mezcla de reggae y calipso, con siete músicos en escena, baile y que recuerdan que en las islas aún reside una mina de oro sonora.

 

 

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