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'Uno al año no hace daño', la película más vista de la temporada en Colombia

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“La gran asignatura pendiente del cine colombiano es el mercadeo de sus películas”. Dago García

Por Mariangela Rubbini Q. @bilirubbini

El pasado 25 de diciembre se estrenó en la cartelera nacional una nueva película de la dupla Dago García – Juan Camilo Pinzón. 'Uno al año no hace daño' (Ver trailer) es la cinta más vista de la temporada en la cartelera nacional, superando incluso a Una noche en el museo 3, que incluye en su reparto a Robin Williams, Dan Stevens, Ben Stiller, Owen Wilson, y a Grandes Héroes, filme animado y apuesta para la temporada de vacaciones de la casa Walt Disney. La película que dirige Pinzón, y de la que Dago es guionista y productor general, ya se acerca al millón de espectadores. Uno al año no hace daño está siendo exhibida en cerca de 220 pantallas en todo el país.

A propósito del éxito que ha tenido en la taquilla la película, pero también de la controversia y de los comentarios negativos que la crítica especializada y los más intelectuales y amantes del cine arte, sacan a relucir cada vez que Dago García Producciones estrena en cartelera una de sus comedias, entrevistamos a su guionista para Shock.

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¿Qué aspectos de la infancia y de la adolescencia de Dago García ha ayudado a nutrir las tramas de sus películas?

Yo vengo de una familia clase media, numerosa y bastante normal. Mi vida familiar siempre fue muy intensa y activa porque tengo muchas tías, tíos, primos, abuelos. Sumado a eso, también tuve una vida de barrio bien ajetreada. Nosotros vivíamos en uno de esos barrios tradicionales de Bogotá, el San Miguel. Ahí tuve muchos amigos porque curiosamente hubo una generación de niños y de jóvenes de la misma edad. Compartíamos mucho entre todos y llegamos a armar un grupo muy sólido. No tuve entonces una infancia y una adolescencia sui generis.  Nada especial en realidad. De hecho, seguramente crecí en el mismo entorno que tuvieron miles de personas del país por allá en los años 70s. Comparto con mucha gente ese entorno que se movía entre una vida familiar y una vida de vecindario bastante movida. Luego, mientras estuve en la Universidad, hice parte de grandes combos de amigos. De hecho, con varios de ellos seguimos compartiendo muchas cosas y hemos seguido en contacto durante mucho tiempo. Bueno, y hoy en día tengo una familia que sí es bastante particular y poco convencional. Yo vivo con mis dos hijas, con mi pareja, que no es la mamá de mis hijas, y con mi nieta. El papá de mi nieta sigue siendo muy cercano a la familia sin ser la pareja de mi hija. Los dos tienen otra pareja, pero hay una buena relación ahí. Es medio enredada la cosa pero todo entre nosotros es muy familiar.

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Esa vida de barrio, familiar y muy amiguera en la universidad, a la que usted se refiere, seguramente le fueron dando mucho material de dónde agarrarse a la hora de escribir uno de los guiones de sus películas o de pensar en una temática en particular. ¿No es así?

Yo creo que cualquier persona que tenga un trabajo creativo, bien sea esta un músico, un dramaturgo, un libretista, siempre se va a agarrar de lo que lo rodea. Por lo general, todo el mundo tiene la misma percepción de la cotidianidad y se fija en lo mismo, pero un libretista lo que hace es que va convirtiendo en historias todo eso que recibe de lo que lo circunda. Aunque eso no quiere decir tampoco que todo lo que escriba se vuelvan historias autobiográficas y que las repita tal cual.  Siempre hay una primera invitación de lo que ocurre y de lo que ve y eso se transforma luego en otra cosa. En mi trabajo, y especialmente en el cine, creo que lo que yo hago es exprimir un poco la memoria. No siempre, pero por lo general, todos los guiones y las historias de mis películas empiezan en un recuerdo de la infancia o de la juventud. La cabeza es un caos y el pensamiento no es sistemático, las ideas le pueden llegar a uno en cualquier momento, de hecho cuando menos lo espera. No hay un orden. Y cuando a mí me llegan esas ideas, casi siempre están relacionadas, o con un recuerdo de la juventud o con un recuerdo de la niñez.  A partir de eso empiezo a elaborar. Siempre el primer recurso será exprimir la memoria.

El nombre o el título ha jugado siempre un papel muy importante en sus películas. ¿Ese título sale en qué momento del proceso?

Digamos que el nombre de por sí, ya implica hacer un esfuerzo importante de Mercadeo. Muchas de nuestras películas se llaman primero de una forma y luego de otra. Aunque hay algunas a las que nunca hubo que cambiarles el nombre. Los paseos se llamaron así desde el principio porque conceptualmente, ese título de El Paseo servía mucho para convocar y se acomodaba bien a toda una estrategia de comunicación con la gente. Uno al año no hace daño inicialmente se llamó El guayabo. Ese fue el primer nombre que le pusimos porque así se llamaba el guión. Pero Uno al año no hace daño resultó luego siendo mucho más vendedor. Carta al niño Dios se llamaba Las cuatro preguntas y El carro si se llamó así desde el inicio. Siempre hacemos el ejercicio de pensar en qué puede resultar atractivo y en qué puede convocar al público. Cada vez es más difícil sacar a la gente de sus casas para que vaya a cine y entonces uno tiene que echar mano de todos los elementos que sirvan para ayudar a convocar y, definitivamente, el nombre es uno de ellos.

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Siempre le han dado mucho palo y la crítica especializada se ha referido a películas como El paseo como “la fórmula simplista de argumentos banales y estereotipados”, como “la televisión hecha cine con recursos de producción mínimos”.

Lo que sucede es que desafortunadamente se ha establecido una división bastante maniquea y artificial entre un tipo de cine y el otro, cuando deben convivir. Mucha gente olvida que finalmente el que llamamos o conocemos como cine de gran público, o cine de entretenimiento, toda la vida se ha alimentado de los descubrimientos que se hacen en ese otro tipo de cine. La única forma que tiene el cine de entretenimiento, de preservar su comunicación con el gran público es aprovechando los descubrimientos que se hacen en este otro cine. El cine de arte y ensayo tiene unas funciones adicionales, porque es el que se puede dar el lujo de experimentar, de arriesgar y de ir renovando los lenguajes. El cine de gran público, en cambio, ensaya y arriesga muy poco, y eso no es bueno ni es malo, porque tiene una responsabilidad muy grande con el público. Cuando la gente paga una boleta de cine y quiere ir a entretenerse, uno tiene que respetar ese tipo de contrato que está haciendo con el espectador.  Ahí resulta muy difícil que se experimente y que se sea audaz. Ese tipo de audacias y de experimentos se asumen en otro tipo de películas, pero la gente no entiende que la relación es totalmente solidaria porque luego, este cine de gran público se aprovecha de todos los descubrimientos y renueva los lenguajes gracias a eso. El Jump cut, por poner un ejemplo muy sencillo, es un recurso cinematográfico que hoy en día todas las películas de Hollywood utilizan, las de Schwarzenegger para no ir muy lejos, pero en realidad eso es algo que en el cine francés, se inventó Jean-Luc Godard. Por eso yo sí creo que la división y la polémica son un poco artificial, superficial y hasta tonta, cuando en realidad de lo que se debería hablar es de una solidaridad entre las formas de hacer cine. Este cine de poco público, por llamarlo de alguna manera, tiene que estar subvencionado por el cine de gran público, porque finalmente luego este último se aprovecha de sus descubrimientos.

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Hay quienes le reprochan a algunos actores que vienen del teatro y que se han ganado un respeto importante en ese espacio, el hecho de que acepten participar en este tipo de comedias dirigidas al gran público.

Pues no deberían porque el buen actor es aquel que logra poner la calidad de su trabajo al servicio de lo que toque hacer, siempre y cuando eso no ofenda ni su dignidad ni la dignidad de los demás. Y tampoco creo que para hacer una buena actuación, sea necesario venir del teatro. Yo creo que el buen actor tiene un tipo de personalidad y de configuración interior que le permite arriesgar en su profesión cada vez que necesita hacerlo.

Con Juan Camilo Pinzón, quien es su dupla creativa, han trabajado también en otro tipo de historias y en otro tipo de cine. De hecho, tienen una historia bien experimental próxima a estrenarse. Hablemos un poco de ese lado B.

Se llama Shakespeare, y definitivamente sí es una película totalmente sui generis y salida del formato al que normalmente recurrimos con Juan Camilo, Lo que pasa es que a nosotros nos gustan las comedias y nos gusta hacer comedias, para que lo vamos a negar. Además, nos va bien haciéndolas, así que el grueso de la producción seguirá siendo ese durante mucho tiempo. Pero si hablamos de otro tipo de cine, hemos hecho películas como La captura, ahorita tenemos Shakespeare, que es completamente experimental y que seguramente tendremos lista en el primer trimestre de este año. Otra cosa que hacemos mucho es que participamos como inversores en películas de otros directores y en ese otro tipo de cine del que hablábamos. Hemos sido co-productores de películas como Todos tus muertos de Carlos Moreno, de Cazando luciérnagas de Roberto Flórez, de El abrazo de la serpiente, que es el último filme de Ciro Guerra y de algunas películas de Harold Trompetero como Locos. En la medida en que hemos tenido posibilidades y que nos ha ido bien económicamente, hemos invertido, no grandes sumas de dinero, pero sí hemos participado como inversores menores en estas películas que están totalmente alejadas del tipo de cine que hacemos. Ese compromiso responde un poco a la filosofía de la que le hablaba de establecer una solidaridad y un diálogo con ese otro tipo de cine.

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¿En qué otra película están trabajando usted y Juan Camilo ahora? Tengo entendido que se viene una animada.

Es una película que se llama Regechicken. Rege de reggaetón y chicken porque las protagonistas son unas gallinas. Es una película animada que esperamos estrenar en el primer trimestre del año. Ya está bastante adelantada. Toda la parte de animación se trabajó con la empresa Conexión creativa, la misma que ha hecho producciones como El siguiente programa, Betty Toons y El Profesor Súper O. Llevamos más de un año trabajando en ella y estamos muy cerca de finalizarla.

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¿Cuál piensa usted que es la gran falencia que tienen las producciones cinematográficas colombianas en la actualidad? ¿Por qué razón la mayoría lleva tan poco público a las salas?

Yo creo que la gran asignatura pendiente del cine nacional tiene que ver con el mercadeo. Hay películas que definitivamente merecían un mejor destino del que tuvieron. Desafortunadamente nos ha hecho falta asumir que llega un momento en el que las películas dejan de ser formas de expresión de unos autores para convertirse en una mercancía que entra en un circuito de mercado. Es así para cualquier tipo de película. Yo creo que todo cineasta lo que quiere es que la mayor cantidad de gente vea su trabajo, independientemente del tipo de película y de cine que haga. Es necesario en esta industria tomar conciencia de que llegado el momento, la película se convierte en una mercancía y es necesario darle este tratamiento para lograr el objetivo principal, que es que la mayor cantidad de gente la vea.

¿Para qué le ha servido a la TV que usted haga cine y para que le ha servido al cine que usted haga Tv?

Yo, básicamente, soy un hombre de televisión. De hecho, muchas de las lógicas de la tv, no solamente de mercadeo sino de dramaturgia, las he llevado al cine. Mucha gente dice que yo hago televisión en cine, y eso es completamente cierto. Creo que la tv, por su misma disciplina y por su misma lógica, desarrolla algo que es importantísimo y eso es el permanente diálogo con el público. Cuando hacemos televisión nos estamos jugando todo, durante todo el día, todos los días. Necesitamos seducir al público y establecer una buena comunicación con él. Y eso tiene que ver con dramaturgia, con conceptualización, con técnicas de mercadeo. Yo pienso que ese es el gran aprendizaje que le da la televisión al cine para afinar ciertas cosas que el cineasta debería tener más en cuenta. Digamos que la claridad dramatúrgica, la audacia conceptual, las técnicas de publicidad y de mercadeo, todo eso proviene del ejercicio de la Tv. 

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¿Y viceversa?

Hay una cosa que actualmente está tomándose la Tv, y es que generalmente la televisión y especialmente la telenovela, funcionaban como ejercicios de dilación. Y con esto me refiero a que mientras que el cine es el arte de decir mucho en poco tiempo, la tv era hasta hace poco, el arte de decir poco en mucho tiempo. Si usted revisa, en las grandes telenovelas que tocaron al público sucedía muy poco en mucho tiempo y eso pasaba básicamente, porque en la dilación también hay un placer. Pero hasta eso ha ido cambiando, y eso se debe a la exposición al cable, a internet y a cierta forma de mentalidad que exige que haya mayor inversión de dramaturgia y de contenido, incluso en las telenovelas. En ese sentido el cine es más exigente, y eso ha ayudado a que en lo que hacemos actualmente para la Tv también tengamos en cuenta que hay que apuntar hacia allá.

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¿Cree usted que con esta fiebre de los home theatre cada vez más engallados y de la recepción de señales por plataformas como Netflix y otros, el gusto por ir a cine se va a perder en algún momento?

Definitivamente no. El cine, como el teatro, son experiencias colectivas, así como lo es también el fútbol. Decir eso sería como decir que la gente va a dejar de ir a los estadios por ver los partidos desde la comodidad de su casa. Y no. En Europa los estadios están llenos todo el tiempo. Mientras el cine y el fútbol sigan siendo una experiencia colectiva, no se van a perder nunca.  Ver una película en una sala de cine es todo un evento porque usted tiene que salir de su casa, comprar una boleta, y tiene incluso que romper su cotidianidad. El hecho de estar rodeado de desconocidos, de que se apague la luz, en fin, de que se proyecte en una gran sala, lo vuelve todo un espectáculo, y mientras tenga ese carácter persistirá.  Creo yo.

¿Cuál es para usted la película colombiana muy esperada este 2015?

Se nos armó la gorda, la comedia colombiana que protagoniza la Gorda Fabiola. Yo creo, y espero que le vaya muy bien.

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