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¿Estamos preparados para la adopción homosexual?

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Por: Carmenza Zá @zacarmenza //Foto: VCC.CL 

El pasado miércoles 4 de noviembre la Corte Constitucional reconoció el derecho de las parejas homosexuales a adoptar niños. En el fallo, la corte señaló que “la orientación sexual de una persona no es indicador de falta de idoneidad para adoptar”, lo que se constituye no sólo como un reconocimiento de la diversidad sexual y familiar que existe en el país, sino en una posibilidad más grande para que más de  4800 niños y niñas que esperan ser adoptados, puedan tener un hogar.

Sin embargo, pese al gran avance que esto significa en el reconocimiento de las diferencias y en la construcción de un país más justo, los contradictores no se hicieron esperar y bajo diversos argumentos, que iban desde cuestiones religiosas hasta discusiones educativas, no fueron pocos los que señalaron como errónea, la decisión de la Corte.

(Vea también: Nuestros retos como generación frente a la adopción igualitaria)

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El argumento religioso, según el cual las familias deben estar conformadas por una pareja hombre-mujer tal como Adán y Eva dieron origen a toda la humanidad, desconoce la realidad colombiana -por no decir mundial- en las que las familias de madres y/o padres solteros sacan adelante a sus hijos, en las que los abuelos crían a sus nietos, o en las que varias familias habitantes de una misma casa, educan indistintamente a todos los niños del lugar. Ninguna es fórmula de éxito garantizado, pero en la realidad práctica existen y no son casos aislados.

"...la adopción es un proceso que evalúa las condiciones económicas y psicosociales de los padres que quieren recibir un hijo. Así es que como hay heterosexuales que no son considerados idóneos, también los habrá en los casos de solicitantes homosexuales".

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Se ha dicho también que los padres son para los niños y no al revés, sugiriendo que el reconocimiento de la adopción homoparental satisface un deseo de los adultos y no un derecho de los niños. Hay que decir que, tal como no todas las parejas heterosexuales tienen deseos de ser padres,  no todas las parejas homosexuales desean adoptar. Y así como no a todas las parejas heterosexuales les aprueban la adopción, tampoco  lo harán con todas las homosexuales; la adopción es un proceso que evalúa las condiciones económicas y psicosociales de los padres que quieren recibir un hijo. Así es que como hay heterosexuales que no son considerados idóneos, también los habrá en los casos de solicitantes homosexuales. Pero, definitivamente, reconocer el derecho de la población LGBTI a adoptar, sí aumenta las posibilidades de que el ICBF encuentre familias idóneas para los niños.

De eso se trata la igualdad, de garantizar que todos, indistintamente de nuestra orientación sexual, tengamos acceso a las mismas oportunidades y  derechos, hagamos uso de ellas o no.

Finalmente, vale mencionar el temor de muchos por lo que socialmente pueda significar ser un niño adoptado por una pareja homosexual. Se ha hablado del bullying del que puedan ser víctimas los niños en los colegios o el rechazo que puedan sufrir en diferentes escenarios públicos. Y claro, es un miedo basado en situaciones reales, porque los niños son víctimas constantes del bullying, pero no sólo por ser hijos de una relación homoparental sino por ser gordos, flacos, altos, bajitos, feos, bonitos, parecidos o diferentes y para tratar ese problema, debemos iniciar reconociendo que somos los adultos los únicos culpables de esas situaciones. Somos nosotros quienes educamos a nuestros hijos en la violencia y el rechazo a las diferencias, somos nosotros quienes les enseñamos lo que está bien y lo que está mal, lo que está permitido y lo que no.

(Vea nuestro especial completo sobre la adopción igualitaria)

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Así que este fallo de la Corte es un reto para toda la sociedad; para educar a nuestros niños en el reconocimiento del otro, para que ser un hijo adoptado por una pareja homosexual, no sea peor visto que ser un niño abandonado por una familia heterosexual. Si la sociedad no está preparada, tendremos que prepararla nosotros, entre todos… y pa’ ayer es tarde.

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