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Con ‘Vicio’ y su video, Juan Pablo Vega continúa del lado oscuro del sonido

Juan Pablo Vega sigue destapando las cartas de su nueva faceta con el video de “Vicio”

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Foto: Camila Acosta

Este 7 de marzo Juan Pablo Vega estrena el video para Vicio, el primer sencillo del EP homónimo que lanzó el año pasado. El protagonista, un personaje oscuro, doblegado a su mente y encerrado a sus pensamientos es la metáfora perfecta del sencillo de Juan Pablo Vega. Y queda perfecto, porque este track es precisamente eso: un manojo de sensaciones íntimas y descritas con el mayor cuidado, que se ven reflejadas en un video donde prima una especie de caos mental que a la final todos tenemos. El videoclip fue dirigido por Hugo Rubiano (fotógrafo de LosPetiteFellas y director de videos de Ghetto Kumbé) y Oro Producciones, acompañado de un equipo de peso.

Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // Fotos: Camila Acosta 

La estética oscura y neón de este video, que recuerda el universo visual de directores como Nicolas Winding Refn (Drive, Solo dios perdona, Neon Demon), es una confirmación más de la distancia que Vega tomó de la etapa, el sonido y la sensibilidad que lo masificaron hace cuatro años cuando lanzó un nuevo clásico conocido como Nada personal. El pop-folk sazonado con ecos de jazz, reggae y soul, le dio paso una identidad más callejera, nocturna, con un ritmo diferente más sensual y libidinoso. Tres canciones –Vicio, Pruébame yNada que perder– lanzadas a finales del año pasado fueron el abrebocas de un disco que estará antecedido por un segundo EP.

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El cambio abrupto sin duda fue una sorpresa para sus seguidores y para una industria que lo había hecho ícono de un sonido del que fue pionero y arquitecto, pues no solo se trataba de su Nada personal sino de su faceta como productor de artistas como Manuel Medrano y Esteman. El salto al vacío no fue accidental ni la manera de subirse a la fuerza a un nuevo bus. Por el contrario revela la madurez de un artista inquieto que se alejó de su zona de confort y que se abrió a una corriente de sonidos frescos e influyentes dentro la movida latinoamericana.

¿Cómo llegó a este nuevo sonido?

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Cuando saqué el primer disco de algún modo fue una apuesta. No había una tendencia folk. Todo fue muy natural. Antes de sacarlo ya venía oyendo mucha música de ese tipo que de algún modo me permeó. Uno termina siendo resultado de todo lo que escucha. Estoy muy agradecido con el proceso que viví con Nada personal, pero no me podía permitir replicar y calcar la misma fórmula. Obviamente en algún momento lo pensé, cuando uno habla con otros músicos se dice que hay un croquis para hacer un segundo disco, donde se toman las cosas del primero y se evolucionan. Pero yo no quería ser ese tipo de artista que sea reconocido por un género. Lo que oía que la gente replicaba de Nada personal era que Juan Pablo Vega era “romántico y tenía una tusa increíble”. Puede que en determinado momento, y todavía, haya momentos emocionales que lo lleven a uno a escribir cosas, pero esas apreciaciones están en contravía de lo que quiero ser como artista. Experimenté con otro tipo de música. Todo el soul gringo me encanta. El reggae siempre ha estado y va a estar ahí, es de lo que más me gusta, y esta vez lo volví más oscuro y callejero, algo cercano al dub. Le di una línea muy marcada a este EP, que se ve desde las letras, la paleta de color, hasta el sonido. Por otro lado por primera vez escribo con alguien algo para mí, que fue en Nada que perder, y tenía que ser con Esteban Mateus que es una persona con la que escribo muy bien y tenemos una gran empatía musical.

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De todas formas cuando tiene conciertos sigue tocando canciones del Nada personal. ¿Aún se identifica con esos temas?

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Eternamente estaré conectado con esas canciones, con unas más que otras, porque hay algunas que escribí hace muchísimos años y que me gustan, pero que ya son de eventos que pasaron hace muchísimo tiempo. Por eso cuando las canto tengo que hacer el ejercicio de recordar cuál fue el propósito.

Su trabajo como productor ha sido muy fuerte y constante (trabaja con artistas de la talla de Manuel Medrano, Esteman y Profetas, entre otros, y con nuevos nombres de la escena). ¿Se ha planteado si esa faceta lo representa más que como solista?

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Trato de atender las dos por igual. Este nuevo EP demostró una línea diferenciadora entre ser productor y ser artista, porque cuando trabajaba como productor muchos artistas estaban buscando un sonido folk similar al mío o a lo que hicimos con Manuel. No me estoy atribuyendo el género pero la gente llegaba hacia mí buscando ese sonido. Pero en paralelo a eso yo estaba haciendo Vicio. Aunque trabajaba en el género anterior tenía la posibilidad de no quedarme atrás y buscar otros sonidos.

¿Le impactaba que llegaran artistas a pedirle ayuda en la búsqueda de ese sonido folk?

Sí y estoy muy agradecido porque haber sido el productor de mi primer disco me abrió las puertas no solo como artista sino como productor. Mucha gente venía con ganas de hacer algo parecido, de hacer algo acústico y orgánico y eso me hizo estar muy agradecido. Es una chimba haber sentado un precedente y que la gente viera con tanto cariño y respeto lo que uno hace. Es de las cosas que más me pone feliz, haber podido contribuir a un sonido y una época.

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A pesar de ser solista, usted no trabaja solo y tiene un equipo detrás encabezado por su maestro Julio Reyes Copello de Miami Art Music. ¿Qué tan fácil es tomar una decisión de cambio de estilo dentro de un grupo de trabajo? ¿Aceptaron el giro radical?

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Eso es una de las cosas que más me gusta de trabajar con Julio, que aparte de ser el presidente de la disquera, también tiene una enorme injerencia en cualquier trabajo que yo haga. Tanto él como mi equipo de trabajo –Nicolás Mateus (manager), Abraham López (manager) y Luz Adriana Ramos (prensa)–, siempre han confiado en mi instinto. Escucho su opinión que para mí es definitiva y al final me terminan apoyando lo cual es definitivo para mí porque ayuda a que estemos conectados y más comprometidos con la música que sale. Sabemos los riesgos que corríamos porque veníamos de un género y apariencia distinta, más ingenua, mientras que esto era más fuerte que puede decepcionar a la gente que esperaba una réplica de Nada personal. No me podía quedar atrás replicándome y en un sitio de confort. El tiempo en el que vivimos se presta para arriesgarse y hacer cosas distintas.

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¿Por qué sacar Vicio como un EP y no todo el disco que está preparando de una?

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Con el equipo de trabajo creamos una estrategia donde pensamos que era mucho mejor seccionar la idea del disco por dos EP y al final sí salir con todo el disco. Viendo la experiencia con Nada personal me parece que se le pudo haber dado más relevancia a ciertas canciones que, por haber estado dentro de un grupo de doce, se pudieron haber quedado atrás. Queríamos crear en un solo disco varias experiencias: una de ellas es Vicio, que es un tributo a la noche que concibo de Bogotá. No va a tener una continuación en el próximo EP que tendrá tres o cuatro canciones de otra onda; tal vez se parecerá un poquito más en términos de composición a lo del primer disco.

Musicalmente no hicimos ninguna concesión. No hice canciones que buscarán acomodarse para salir en radio. Quiero tener el control de mi música. Mi intención no es tan ambiciosa, no busco llenar estadios y millones de seguidores, sino tocar para la gente que quiera escucharme. No hay una intención comercial tan fuerte como la que se plantean otros artistas y sus respectivas disqueras. Quiero un proyecto donde podamos tocar, sea sustentable y donde todos los que trabajen conmigo puedan vivir de esto.

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Al tener un trabajo paralelo, que en este caso es el de productor, es posible aguantar a que el proyecto musical no sea la fuente de sus ingresos. ¿Qué tan cómodo se vuelve no vivir de la banda?

Vivir de ser productor me ha dado la oportunidad de tener libertad creativa, así como tener una disquera que me entiende. Eso me ha permitido hacer la música que hago. Igual vivo de ser productor y de ser artista. Nada de esto quiere decir que el proyecto no duela, que deje de ser propio, pero ser productor ayuda a tener una ventana para airearse un poquito y tener ideas frescas. No veo por qué correr y entrar en el juego de hacer cosas para pegar. 

Hace unos meses entrevistamos a Julián Mayorga y decía que él veía lo que estaba pasando con la música latinoamericana y no quería dejar de hacer parte de ese movimiento. ¿Incluir a una artista como Mariel Mariel y buscar un sonido más internacional es una intención suya de querer alinearse con un movimiento regional?

Siempre he estado muy inmiscuido en esa escena alternativa latinoamericana. Por fortuna se han creado fuertes lazos entre Colombia y México y he podido conocer artistas con los que comulgo. En mi caso me he podido ir de gira con artistas como Mon Laferte, Technicolor Fabrics o Caloncho, así como he podido compartir con artistas como Daniela Spalla, Natalia Lafourcade, Ulises Hadjis y una mano de artistas que están en la misma onda. Con Vicio EP el sonido se planteó más brusco y alternativo y por eso quise colaborar con Mariel Mariel que le sumó un toque frívolo a la canción. Sí veo muchos artistas alineados que entendieron que no se trata de competir, algo obsoleto, sino de crear un entorno de colaboración.

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¿Pero Vicio EP fue una intención de crear un sonido más latinoamericano?

Tengo que ser muy sincero y la música que hago está alineada con lo que me gusta escuchar. Las cosas latinoamericanas que escucho están más dirigidas a la salsa y el bolero. Caótica belleza de Esteman y algunas canciones de Monsieur Periné están más orientadas hacia lo andino.

Pero habiendo escuchado mucho de ese sonido, no he sentido el llamado de hacerlo ni tampoco me gustaría hacerlo de una manera pretenciosa para comulgar con lo que está sucediendo. El segundo EP sí va a estar más conectado con esa parte tropical latina, algunos detalles de bolero, reggae y cha-cha-chá. Dada mi crianza con música gringa que me mostraba mi papá, no estoy tan aprehensivo a las fronteras ni soy tan patriotero.

Ya hemos hablado de las influencias latinoamericanas, ¿pero de dónde surgen los arreglos electrónicos?

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He trabajado en varias cosas que me han permitido experimentar. Mientras hacía este disco estaba produciendo un disco de hip hop, estaba lo de Profetas, con Julio Reyes había hecho algunos tracks soul. Nunca lo había hecho para mí pero me encanta, es un universo que estaba ahí pero que no lo había intentado conmigo. Oí cosas de James Blake, una banda puertorriqueña que se llama Buscabulla, reggae clásico que es algo que he consumido toda la vida, Chet Baker, Drake, Emeli Sandé, vainas ochenteras como Giorgio Moroder, Herbie Hancock, hip hop que he oído recientemente…

¿Y la estética ochentera neón de dónde salió?

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Trabajé con un ilustrador muy cerdo que se llama Bleepolar. La última parte de Nada que perder que es con sintetizadores definió la paleta de colores de todo lo que quería. Siempre me ha gustado una estética ochentera, colores púrpura y turquesa, queríamos traducir la Bogotá en la que comúnmente me desenvuelvo. La portada del EP es una especie de Chapinero, es tomar todos los ritmos que me encantan y meterlos en un vestido que muestra mi entorno. Es mi visión de la noche bogotana.

Líricamente no hubo muchos cambios. Siguió hablando de amor y de relaciones…

Estas canciones fueron un poco menos ingenuas y cursis. Cambió la forma de escribir, buscando irme entre pasadizos, no tan obvio y directo. Nada personal arrancaba con un “nos encontramos por casualidad” que plantea una situación super fácil de imaginar, mientras que Vicio arranca con “las pupilas se dilatan” que ya plantea algo diferente. Me ha gustado ese cambio pero no renuncio a hablar de lo que comúnmente me pasa. No me considero un letrista porque me concentro mucho más en la música. Obviamente la letra tiene que conectar pero estoy más enfocado en la melodía, en la armonía. Con Vicio puedo dar un paso adelante en las letras, que es una canción que habla de un acercamiento muy sensual y milimétrico a la sexualidad. Me tomo más tiempo del que debería encontrar las palabras.

Este EP se hizo al mismo tiempo en el que usted estaba produciendo el disco de Manuel Medrano, ganador de dos Grammy Latino. Un proceso paralelo pero muy diferente…

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El proceso con Manuel fue muy de productor, de ponerle un vestido a unas canciones que eran muy pop. Las pretensiones de él son distintas, tiene un músculo y una disquera diferentes, su publicidad tiene otras intenciones, quiere ser mucho más masivo. Para mí fue muy chévere trabajar en ese disco porque sobre canciones de pop que son muy buenas, quisimos ponerles un vestido distinto para que se diferenciara de lo que ya conocemos, del sonido mexicano tipo Marc Anthony, Cristian Castro, Alejandro Fernández o Chayanne, y que fue lo que trabajé durante varios años con Julio. El trabajo en equipo fue el que dio el resultado tan positivo, nos retamos a hacer algo distinto lejos de lo obvio y fue muy gratificante. Hoy por hoy Manuel es un artista que tiene una repercusión gigante. Pero cada uno elige el camino que quiere, el mío es un poco más denso por la personalidad de las canciones, de cada uno, de las pretensiones; a mí no me trasnocha la fama sino tocar en lugares que me gusten para gente que me quiera escuchar. Eso es lo que quiero de mi proyecto. Que la música haga lo que tenga que hacer.

¿O sea que con el mismo material, las mismas canciones, pero otra disposición de su parte su música podría haber llegado a otra parte?

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Sí podría haber una vaina de disposición pero las cosas se plantearon claras desde un principio. Cuando comencé ya llevaba un tiempo trabajando en la música, tenía varias cosas claras, y sabía qué quería. Cuando trabajaba Nada personal con Julio nos dijimos que queríamos hacer música sin pretensiones comerciales, opacando un poco esa figura de ídolo que es tan común en la música.

 

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