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El adiós a Hannibal y la triste muerte de las series por la censura televisiva

Para los que aún estamos entusados por la cancelación de la serie que no tuvo cabida en la televisión americana.

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La cancelación de Hannibal por haber sido considerada “cruda y grotesca” permite entender por qué internet se está llevando por delante a la televisión. ¡No más censuras a nuestras series!

Por: Juliana Afettouche / Foto: Serie Hannibal 

El 4 de abril del 2013 se emitió por primera vez Hannibal, la serie de televisión para la cadena NBC dirigida por Bryan Fuller basada en la novela Red Dragon de Thomas Harris. Esta nueva propuesta, se atrevió a rediseñar y a moldear a su gusto, a uno de los personajes más idílicos y majestuosos del cine: el psiquiatra Hannibal Lecter. Este culto psiquiatra comenzó siendo protagonista de una obra de la literatura creada en 1981 y fue llevado por primera vez a la gran pantalla en 1986 en Manhunter, posicionándose como una obra clave para los amantes del thriller. Con El silencio de los inocentes (1991), Lecter se consagró como un icono de la cultura pop y la película se convirtió en una de las más galardonadas en los Oscar.

La productora DeLaurentis y su equipo de trabajo recrearon en el 2013 la historia del agente especial Will Graham (interpretado por Hugh Dancy) y el mítico doctor Hannibal Lecter (Mads Mikkelsen), adecuando la historia a un nuevo formato emergente. Hannibal propuso nuevas formas narrativas con grandes posibilidades de tener cabida en internet. Los dos personajes principales hicieron de su relación una oportunidad para conocer la crudeza y la intimidad invisible entre dos hombres  muy similares: uno de ellos un forense, y el otro, un asesino serial de gustos refinados y, cabe decir, un ser majestuoso.

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¿De qué otra manera se puede reconstruir y rediseñar” la mente maestra de un asesino en serie de manera menos atrevida y más sutil?

En su momento muchos fueron los comentarios de parte de la audiencia que no aprobaron el contenido explícito de la serie, lo cual llevó a su prematura cancelación en junio de 2015, aún cuando el equipo de producción tenía la intención de realizar siete temporadas. La serie fue censurada y estigmatizada por su contenido “grotesco y crudo”, no apto para ser emitido por este medio, desechando las propuestas de Amazon, Hulu y Netflix, posibles interesados en la continuación del proyecto en internet, donde los programas podían desarrollarse entre un público más abierto y menos inquisitivo.

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Me queda la “espinita” y el sinsabor de no saber cómo esta serie hubiera podido ser trabajada de otra forma para poder ser más “blanda y digerible” para los espectadores, recalcando que el tema era presentar al famosísimo caníbal de El silencios de los inocentes, en suforma moderna. Se decepcionó a gran parte del público que esperaba el plato “picadito” y en pequeñas porciones, pero nos deleitamos unos pocos con un buen plato frío, servido finamente, que deleitó nuestro paladar. La serie se posicionó como un referente para el cine de culto y trabajó a buen nivel hasta el capítulo final.

Hannibal no es el único caso en donde la audiencia se ha llevado la ventaja por encima de la crítica. Lights out, serie sobre el mundo del boxeo distribuida por FX; Rubicon, drama que no alcanzó a renovar su segunda temporada en AMC; y Terriers, otro de los desplantes más lamentados de FX, han sido los principales casos contemporáneos que evidencian la división entre contenidos, programas y criterios de selección con los que trabaja la televisión. Eso ha logrado el traslado a internet de audiencias más abiertas a nuevas formas de experimentación narrativas; un público dispuesto a acoger nuevas propuestas de realizadores que se han atrevido a dar un paso más allá de los programas convencionales, de los que no queda más que decir que fueron creados justamente para mantener a los espectadores “cómodos” y satisfechos.

 

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