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Gabo para siempre

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Por Federico Díaz-Granados

Gabo murió un jueves santo como Úrsula Iguarán. Esto no es casual porque la vida del más grande escritor colombiano de todos los tiempos siempre estuvo signada por grandes presagios, supersticiones y asuntos mágicos. Eso además lo comprobé desde que me asomé a sus páginas desde muy niño. El primer cuento que leí de García Márquez fue Un señor muy viejo con unas alas enormes. Creo que por esos días yo tenía 8 años y un corazón que empezaba a latir por la literatura. Después leí El ahogado más hermoso del mundo y posteriormente Relato de un naúfrago y Crónica de una muerte anunciada. Sin duda eran las mejores lecturas para iniciarme como lector. Esos cuentos y primeros libros que leí de Gabo fueron junto a Mark Twain, Julio Verne, Emilio Salgari y Robert Louis Stevenson la brújula ideal para poblar mi infancia de muchas aventuras y personajes inolvidables.

Después la vida me dio el privilegio de su cercanía y magisterio a través de muchos encuentros y conversaciones en La Habana, Bogotá, Cartagena y en su casa de Pedregal de San Ángel en Ciudad de México. Hablamos de poesía, de política y del profundo amor a las palabras. En el año 2009 acababa de organizar su biblioteca y después de hablar durante una tarde sobre la pasión común por los diccionarios, me mostró la selecta colección que tenía de grandes diccionarios donde su favorito era el de Maria Moliner. Hablamos también del miedo al avión, de los Beatles y los viejos vallenatos. Le llevé entonces de regalo un libro de Discursos de los Premios Nobel donde estaba incluído su Soledad de América Latina. Nunca olvidaré a Gabo reconociendo uno por uno a los otros Premios Nobel en las fotos que venían en la portada.

Gabo es un escritor, como pocos, para leer en cualquier latitud y época. Ya es un clásico que sobrevivirá a los grandes huracanes del tiempo. Su voz llevará la fuerza intemporal de la poesía que le permitirá que toda su obra visite a todas las generaciones venideras que festejarán entonces la maravillosa aventura de su palabra. Cien años de soledad seguirá siendo nuestra biblia americana y El amor en los tiempos del cólera será por siempre el gran testimonio del amor en todas las edades.

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Aureliano Buendia, José Arcadio, Melquiades, Úrsula, Fermina Daza, Juvenal Urbino, Ángela Vicario, Santiago Nasar entre otros, podría ser cualquiera de nosotros. Leerlo será siemprecomo leer a Homero o a Cervantes. Es el escritor que llenó a nuestra lengua española de nuevos sentidos y significados, le dio un nuevo color y una nueva musicalidad para siempre. El español nunca será el mismo después de Gabriel García Márquez, quien creó al mundo el siete días o en cien años o en sus 87 años de felicidad.

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FEDERICO DÍAZ-GRANADOS: Nació en Bogotá en 1974. Poeta, periodista, profesor de literatura y gestor cultural. Actualmente es director de la Biblioteca de Los Fundadores del Gimnasio Moderno y de su Agenda Cultural. Ha publicado entre otros libros: Las voces del fuego (1995); La casa del viento (2000); Hospedaje de paso (2003); Álbum de los adioses (Colección “Un libro por centavos”, Universidad Externado de Colombian, 2006), Las horas olvidadas (2010) y La poesía como talismán (2012). Además ha preparado, entre otras, las antologías de nueva poesía colombiana Oscuro es el canto de la lluvia (1997);  Inventario a contraluz (2001) y Antología de poesía contemporánea México-Colombia.  Está próximo a aparecer la antología Resistencia en la tierra (Antología de poesía social y política de nuevos poetas de España y América) en la editorial Ocean sur de Chile.

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