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Las canciones que se han convertido en el caballo de batalla feminista

El feminismo también se ha vuelto un asunto muy pop.

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En la era de Photoshop, Instagram y Snapchat, las mujeres se han levantado para desmentir estereotipos y demoler las expectativas escritas en el manual de “la mujer atractiva”. Un repaso a una historia musical de empoderamiento femenino, desde Janis Joplin hasta Soy yo de Bomba Estéreo.

Por: Estefanía Piñeres // @ estefaniapidu Foto: Pink - Raise Your Glass

El girl power se está tomando Hollywood. Robin Wright, Jennifer Lawrence, Chelsea Handler, Emma Watson y (para diversificar un poco la lista) Édgar Ramírez, son algunos de los voceros de la ola rosa que ha asaltado el mundo del entretenimiento americano y ha teñido las conversaciones de los más influyentes en el último año. 

No obstante, la historia de la música y el feminismo se remonta décadas atrás con apariciones como la de Janis Joplin quien se coló en la escena del rock (cuando era comparable a la albañilería en términos de dominancia masculina) arrastrando las fronteras del “deber ser” con su obstinada irreverencia y su voz rasgada. 

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Casi treinta años después, apareció Meredith Brooks con Bitch (que también se dio a conocer con su nombre post-censura, Nothing in between) abriendo camino a la pluralidad femenina (¡o a su esquizofrenia!) bajo las formas de “la santa, la pecadora, la madre, la hija, la perra y la amante”. Vestida de negro, en un video que es una joya noventera, haciendo un solo de guitarra (visto escasamente en manos de una mujer) y maldiciendo en público, nos puso a tararear la canción que hasta el sol de hoy la mayoría de los colombianos ventilamos en jeringonza. 

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Luego aparecieron Pink, Gwen Stefani y Avril Lavigne, las badass que establecieron la feminidad del rosa y el negro, de los pantalones anchos y del skate. La sensualidad del ruido, la voz fuerte, el sexo (de frente) y el “in your face”. No satisfechas con imponerse en estilo, nos hicieron aullar Hollaback Girl (con sus referencias deportivas que, siendo honestos, la mitad de las chicas no entendemos) y Fuckin’ Perfect. Esta última puso en evidencia la presión social ejercida sobre las mujeres para actuar y verse de una manera específica desde la niñez, obligándonos a abandonar el “osito de peluche” para ser fuertes (como si ser niña y ser fuerte fueran excluyentes) y convirtiendo la feminidad en un tema de vida o muerte. 

Un poco después llegó Beyonce, quien no ha dejado de hablar de empoderamiento femenino en sus últimos discos, con Run the World (Girls) a gritar la idea de que somos la chicas quienes dominamos el mundo. Su alusión a Cleopatra (una de las pocas mujeres que logró entrar a los libros de historia) representando a la mujer como deidad (imagen absurda luego de dos milenios en los que “el Man” ha sido pintado como un viejo barbudo) y liderando un ejército de mujeres es una gran reclamación al status quo que dicta la inferioridad en capacidades, tanto físicas como mentales, del género femenino.

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Más recientemente, el tema central ha sido la apariencia. En la era de Photoshop, Instagram y Snapchat, las mujeres se han levantado para desmentir estereotipos y demoler las expectativas escritas en el manual de “la mujer atractiva”. Elle King (cuyo apellido nada más ya es un afirmación) en America’s Sweetheart y Megan Trainor en All about that bass dan serenata a las chicas con curvas, a las que hablan duro, a las que se imponen, a las que beben de más y se divierten sin reparos. Plantean un “soy así” que nace de la liberación de aquel mandamiento que dice: deberás gustarle a todos los hombres sin excepción.

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En nuestra geografía, Soy yo, de Bomba Estéreo, una oda a la autenticidad, las rarezas y la niña interior hizo arder nuevamente las instrucciones paso-a-paso de qué hacer para gustar, demostrando la expansión global de esta feroz guerra contra los estereotipos. 

Bomba Estéreo - Soy Yo La reciente ola de denuncias sobre casos de violencia femenina en toda Latinoamérica, iniciativas como #NiUnaMenos o “Ni con el pétalo de una rosa” dejan claro que, en lo que se refiere a igualdad de género, nos queda un largo recorrido (especialmente en nuestra latitud). La buena noticia, es que, para esta batalla que lidiamos como mujeres a diario, ya tenemos banda sonora. ¡Y que cada quien la baile como quiera!

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