Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

El Road to Ultra aterrizó en Bogotá

El Ultra Music Festival es uno de los encuentros  más relevantes de música electrónica en el mundo  que empezó a hacerse hace 15 años en Miami, y está desarrollando versiones en Sao Paulo, Buenos Aires, Santiago, Londres, Ibiza, Croacia etc.  Ayer estuvimos en la primera jornada de su edición en Bogotá, que se ejecutó bajo el nombre de Road to Ultra.

Por: Jenny Cifuentes @Jenny_Cifu - Fotos: Alejandra Mar.

A las 4 de la tarde la fotógrafa Alejandra Mar y yo, salimos para el Road to Ultra esperando llegar un poco después del despegue del  festival, y ser recibidas por los beats y el baile. Pero ser tan “tempraneras” resultó mala idea. A la llegada a Tocancipa nos recibió el diluvio universal, una vendedora de plásticos a $5.000 y contadas personas que esperaban el inicio del evento, entre ellos tres fervorosos fans que hacían guardia empapados, esperando  que alguien les diera razón de las entradas que ganaron en una emisora.  Ellos, juiciosos habían llegado desde las tres, hora en que se les anunció el inicio. Compraron en los alrededores sus respectivas camisetas del Road to Ultra que costaban $20.000, y estaban armados de carteles y cámaras.  Casi a las 7:30 p.m. congelados y preocupados, aún no tenían esperanzas de estar adentro.  Nadie sabía de sus pases, y alguien les decía  que de pronto los de esa radio llegarían a las ocho. Garantías un tanto borrosas para su ingreso, me quedé pensando.   Después de ver cómo tomaban lista a una gente de la producción,  casi a las 9 de la noche, a Alejandra y a mí nos dieron el visto bueno para entrar al epicentro de los shows, un lugar pequeño adecuado como para tres mil personas, con un gran escenario donde  los  Hercules and Love Affair apasionados, bajo luces cambiantes  y aún con la lluvia menguada, pero presente, disparaban la fiesta  para unas 800 personas.  

La euforia de la audiencia hizo erupción cuando llegó a la tarima Nicky Romero,  antes niño genio de las máquinas, en la actualidad adulto responsable de tracks trepados en primeros escalones de Beatport y conteos de DJ Mag. Como un gurú con audífonos y micrófono,  instalado en un púlpito de botones, manejó la masa con sus movimientos de brazos, su show de luces lleno de color y un set energizante. Mientras era evidente el poder de subyugar oyentes del DJ holandés, a gotas crecía  la afluencia de público.  Para esa hora habría 1200 personas. Pocas, siendo un evento de una marca grande y reputada como el Ultra, que envió a algunos de sus productores a avalar el montaje que requirió de tres días y que contó con 180 policías, 80 logísticos, una máquina de bomberos, una ambulancia y 35 paramédicos.  Un encuentro que además lució un escenario diseñado por el propio Ultra en Miami, y que se armó de todo lo necesario para ofrecer buena calidad de sonido, luces y pirotecnia.  Quizá la difusión local no bastó, porque a quienes pregunté cómo se habían enterado de la realización del Road to Ultra, me dijeron que a través de la cuenta de twitter del Ultra Music, por sitios web internacionales de EDM (electronic dance music), por la información en las redes compartidas por amigos, y uno que otro por la emisora Los 40 Principales de Bogotá.

Publicidad

Never Stop The Fucking Rave

La dupla holandesa de hermanos Showtek, magos del hardstyle  y pilotos de su propio sello discográfico, Skink, -quienes coprodujeron  el tema Nobody's Perfect  para el norteamericano Chris Brown – se treparon a la tarima y mantuvieron el alto voltaje  fiestero  ya sin el karma de la lluvia y el frío.  Gente ataviada con máscaras, con barritas fluorescentes, con gafas oscuras, y algunas chicas muy peinadas y entaconadas, gozaban de tremenda farra.  El whisky se veía rodar. Por todo el cuento que se le armó al Summerland sobre supuestas intoxicaciones con drogas que al final resultaron ser versiones  exageradas, refutadas por los informes de La Cruz Roja, y que dejó clara la forma prejuiciosa y la falta de investigación con la que  algunos medios abordan este tipo de encuentros musicales, hablé con un par de paramédicas que ya son versadas en conciertos. “En las fiestas electrónicas no tenemos tanto trabajo, en realidad es suave, hoy aquí no hubo ningún caso para atender. No decimos que no haya drogas, claro que hay, es un problema que hay casi en todo lado.  Donde lo hemos visto más rudo en el Estereopicnic y  en el Jamming, obvio lo decimos sin estigmatizar a ninguno de los dos festivales, simplemente, eso pasa”,  afirmaron.  Mientras charlábamos Showtek mantenía hipnotizada a la audiencia y la hacía repetir: ”Never Stop the Fucking Rave”.

Publicidad

El resto de la noche prometía pujantes figuras  entre otros,  W&W,  el dúo de productores Willem Van Hanegem Jr. y Wardt Van der Harst, malabaristas del  trance, y el europeo Hardwell, un  DJ de 26 años que ocupa el puesto #1 en la encuesta realizada por la revista DJmag. Ya con terreno seco, los malabares del baile de algunos se hacían visibles y muchos coreaban a gritos las letras de las canciones desplegadas desde la  cabina.  Cortes que la totalidad de  indagados me aseguró escuchaban en el soundcloud de sus artistas, en sus sitios web, en Beatport,  y en youtube, recalcándome que no compran música (ni física, ni descargas) y que “ya no hay necesidad de eso”.  Con aguacero, con poca afluencia de público, pero con una muy buena nómina de artistas, y  gran calidad en la producción, el Road to Ultra sorteó  su primera jornada en Bogotá,  haciéndome concluir que el movimiento EDM cada vez endurece más su envoltorio para  hacerse sentir en oídos nacionales, y motivándome a asegurar que estos festivales  son pasos importantes en el desarrollo de la industria musical, y no son ninguna “vagabundina” como dice la periodista Vicky Dávila.

  • Publicidad