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El sexo de reconciliación

Los pros y contras de culear para hacer las paces.

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Los pros y contras de culear para hacer las paces.

Por: @ZaCarmenza // Foto: Película Diario de una pasión.

Todos sabemos que lo mejor de las peleas de pareja (y tal vez lo único bueno) es el sexo de reconciliación. Así es, al parecer existe una relación directa entre el nivel de intensidad de la pelea y el de la culeada postconflicto; entre más profunda es el problema, pues más a profundidad se debe buscar la solución.

Y aunque muchos aseguren que tirar después de pelear no soluciona las verdaderas causas de la confrontación, con seguridad si ayuda a eliminar un par de tensiones que pueden hacer ver más grave la situación.

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Como en esta columna somos defensores del sexo en todas sus formas, presentaciones e intensidades – siempre que sea consensuado-  hicimos la tarea de ver los pros y contras de culear para hacer las paces.

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Lo negativo:

Los problemas siguen intactos: Como ya lo dijimos, este es al argumento más recurrente y, claro, si la pelea es por una mentira, por olvidar una fecha importante o por la ausencia de una reforma agraria, es obvio que un polvito no cambia la situación, ni resuelve el problema.

Nos pone más sensibles: Tirar funciona a manera de placebo y, al terminar, podemos sentirnos un poquito más usado o, por lo menos, con una tarea pendiente. Tal vez finalicemos más bravos que cuando empezamos peeeeeero, si me preguntan, siempre será mejor estar bravo recién culeado y no bravo mal comido.

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Es reconciliación, no olvido: Aunque no se solucionen los problemas de raíz, ni nos cambie totalmente el ánimo, todos guardamos la esperanza de que después del polvo la relación sea borrón y cuenta nueva, pero no es así. No sólo hay que esforzarse en no volver a decir mentiras, no olvidar fechas importantes o hacer una redistribución justa de la tierra, sino que hay que lidiar con el reproche eterno por el error cometido. Doble trabajo.

Lo positivo:

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Es un sexo sin morronguería: Entre estar emputado, arrecho y con ganas de cobrarle el error al otro, se nos olvida la delicadeza y lo hacemos con pasión. Se nos acaban los prejuicios y lo hacemos encima de la mesa, de la lavadora, contra la nevera, sin problemas por la ropa interior que llevamos, recordando lo rico del enfoque de género y hasta se nos olvida que el ex Procurador (espacio no pago para recordar que ningún “ex” es bueno) puede estarnos mirando.

Es una manera de decir “perdón”: No a todos se nos da bien lo de reconocer el error y eso de ofrecer perdón ¿o pedirlo? es más que un problema semántico. Tirar con ganas, con dedicación y concentradito no sólo en el placer propio, sino en el del otro, es una gran forma de recordarle a la pareja que no se ha perdido el interés y se está dispuesto a subsanar el error.

Aliviana las tensiones: Estar peleados por mucho tiempo o cargar reproches sin hablarlo con el otro, hace que el problema se vea más grande o que nos hagamos merecedores a un Nóbel… de literatura, por la novela tan increíble en la que nos montamos. Tirar ayuda a relajarse y a hablar más claramente de lo que nos molesta, genera un ambiente adecuado para abordar la problemática... casi, casi, como un cese de hostilidades.

Las reglas:

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Claro está que, más allá de lo positivo o lo negativo que nos pueda parecer el sexo de reconciliación, existen unas reglas universales para que sea exitoso.

1. Tiene que ser con la misma persona que se peleó: No hace falta recordar que si el problema es con su pareja, amigovio, machuque, fuerza guerrillera, arroz en bajo, pretendiente, etc, la reconciliación tiene que hacerse con ese mismo.

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Las peleas pueden ser una excusa para tirar, pero no para hacerlo en casa ajena; ni para ir a levantar mozo o moza con el argumento de “estar peleando con su pareja” ni para cangrejear con su exnovio, ex esposo, expresidente porque ya saben qué pensamos en esta columna de todo tipo de “ex”. 

2. Reconciliación no es desquite: Muy rica la pasión desenfrenada de la reconciliación, pero no aproveche el desorden para ser más agresivo o guache de lo que su pareja permite. Si quiere sacarse la espinita, espere a hacerlo en el postpolvo y ahórrese los insultos, golpes o aviones Kfir para presumir que está culeando, pero que sigue emputado. Así no es, así no es.

3. El sexo tiene que ser de calidad: Tenga como premisa hacerlo bien o mejor no hacerlo porque del extremo opuesto al desquite, está el que lo hace a medias y sin ganas, como por que le tocó, como que Sí, pero no así.

Imagínese estar peleando con su pareja, que este le insista en subirse a la cama (o a la mesa, da igual) y que cuando usted por fin acceda, se lo coma medio aguado, medio sin ganas, medio con lo mismo de siempre, sin nada nuevo o innovador y usted quede ahí, no sólo con el mierdero con el que inició sino, además, habiendo agotado el único recurso que tenía para reconciliarse.

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Aproveche el sexo de reconciliación para generar condiciones que resuelvan sus problemas de pareja, con pasión, con ganas, sin morronguería, estando dispuesto a pedir o a ofrecer perdón y con calidad, porque si no consigue una relación estable y duradera pues al menos que el polvito lo sea.

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