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Reinas: ni brutas, ni frívolas

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Por: Carmenza Zá // @zacarmenza
Foto: EFE

Me parece la p*tería que Chocó haya ganado el Reinado Nacional. No vi el reinado, pero de nuevo me subo al bus de la victoria, a última hora, cuando ya está tetiado y no cabe un cristiano más; porque que a las celebraciones, como a la vida de los tipos que me gustan, siempre llego tarde (me pasó también en el mundial  y con el embarazo de Shakira).

Me perdí la parte chévere del concurso, en la que uno se sienta a criticar/admirar a la flaca, a la gorda, a la que casi se va de jeta modelando y a la que, pese a ser impecable, no pasó en el grupo de las 5; la parte en la que se juzga por lo estético, un concurso que es eso ¡de carácter estético! Y aunque me perdí todo el evento, al día siguiente a la coronación me adelanté en chismes y escuché desde la entrevista que le hicieron al papá de la reina, hasta el Periscope que transmitía el primer día de la señorita Chocó, como soberana nacional.

Casi se me destiñe la camiseta de la Selección que me puse, con motivo de la ocasión, (la misma que uso siempre que me invade el sentimiento nacionalista: fechas electorales, partidos de fútbol, presentaciones de Juanes, nuevos episodios de “usted no sabe quién soy yo”, etc), cuando al buscar otros compatriotas que estuviesen igual de emocionados que yo, porque una de las favoritas había ganado y hasta tenía posibilidad de traer de vuelta la corona de Miss Universo, me encontré con una gran cantidad de personas que repetían, una y otra vez, ese argumento medio trasnochado de que los concursos de belleza perpetúan y reafirman la idea de que toda mujer bonita es bruta. Pero, como si eso no fuera poco, los más aventureros no sólo opinaban sobre el intelecto de las reinas sino que se atrevían a  cuestionar sus proyectos de vida, al mismo tiempo en que las morboseaban. Ya saben, coherencia nivel: “son brutas, se vuelven objetos sexuales por desfilar en traje de baño, todo eso habla terrible de ellas, que vergüenza… pero que rico tudueso, que envidia de su novio, mi amor”.

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No tengo manera de saber (y tampoco me importa) si las reinas son inteligentes o no, su deber tampoco es serlo. De lo que estoy segura es que ese combo de viejas tuvieron la suficiente capacidad intelectual de entender que sí, que era un concurso que premiaba cierto tipo de belleza y que sí, debían prepararse y actuar de acuerdo a ello; capacidad intelectual que le hizo falta a quienes, a partir del desfile en traje de baño, quisieron hacerle todo el estudio psicosocial a las candidatas… Inclusive, bastaron sólo un par de horas de coronación para que ya tuvieran identificado al novio y hubiesen calculado en qué momento la señorita dejó de serlo.

Hice el ejercicio, lo juro, de ver una y otra vez el concurso para entender con cuál movimiento de cadera era que las candidatas dejaban en entre dicho su inteligencia. Esperé con sevicia el momento en el que el “punta, talón” me confirmara que, además de brutas, las muchachitas eran vacías, frívolas y con pocas aspiraciones en la vida. No lo conseguí, pero sigo a la espera de que quienes sí lo hicieron, me expliquen cómo es que es el certamen y no sus comentarios malintencionados, los que reducen a cierto tipo de mujer al nivel de un objeto y perpetúan el imaginario  según el cual la mujer bonita y que, además se da el lujo de ser reina, no merece ser respetada.  
 
Mientras tanto, por si me lees, señorita Chocó, nueva Miss Colombia: Cosita, delicia, mi amor, capullo, todo lo que tengo es tuyo.

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