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J Balvin sale del clóset

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Por: @chuckygarcia // Fotos: Instagram.

Y el encabezado no tiene nada que ver con sus preferencias sexuales sino con el revuelo que hubo en redes por las fotos en las que luce camisetas de Metallica; así como con su declaración (que no es nueva) de hacer covers en guitarra de sus canciones desde que él tenía 15 años. Una polémica con mucha tela por cortar pero, sobretodo, pasada de moda: no se entiende cómo a estas alturas hay gente que se indigna porque un artista de reggaetón o de cualquier otra corriente musical usa merchandise de la banda más promocionada del thrash metal; como si acaso fuera una prenda de uso privativo del ejército o un acto sacrílego e inusual.

Para comenzar, hace más de 20 años (exactamente hacia 1991), Metallica dejó de ser un grupo para unos cuantos conocedores y se convirtió claramente en una marca. Si bien en los años 80 se había erguido como una institución del rock más rápido y al tiempo estruendoso y generacional de toda América (en poco más de cinco años y todo gracias a sus cuatro primeros discos); no fue sino hasta comienzos de los 90 con su famoso “Álbum Negro” que Metallica (con base en San Francisco) dio un salto abismal hacia el éxito e incluso se convirtió en un sinónimo literal de la palabra “rock duro”. Hoy por hoy, aún hay gente que para referirse al heavy metal en general utiliza la expresión “música metallica”.

"Para comenzar, hace más de 20 años (exactamente hacia 1991), Metallica dejó de ser un grupo para unos cuantos conocedores y se convirtió claramente en una marca".

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Según Nielsen SoundScan, compañía de información que comenzó a registrar datos de ventas de discos para Billboard justamente en 1991, el “Álbum Negro” de Metallica ha sido la producción discográfica más vendida de la “era Nielsen SoundScan” (es decir, del 91 a 2014), al reportar un total de 16 millones de copias. Eso equivale más o menos a vender 1.900 discos al día durante 23 años seguidos, lo que habla muy bien de su expansión comercial y de que su música ha llegado a más hogares de los que pensábamos. 

Ahora bien. Cuando J Balvin muy seguramente comenzó a tocar covers de Metallica hace 15 años (pues el cantante paisa tiene 30), coincidió con un relevo importante y bien conocido en cuanto a la base de fans del cuarteto. A raíz de la salida de sus discos “Load” y “Reload” en 1996 y 1997, millares de seguidores ofendidos con su éxito y sobretodo con su cambio musical y de aspecto (sus integrantes se cortaron el pelo, se metieron la camisa dentro del pantalón y de canciones fulminantes pasaron a unas más apacibles); los acusaron de haberse “vendido” al establecimiento y renunciaron a seguirlos. Con la llegada de la década del dos mil, toda una nueva generación de personas interesadas en esta era menos ruidosa y más open mind de Metallica se sumaron a las filas de fanáticos que no discreparon y que estaban convencidos de que en el fondo la espina dorsal del grupo seguía siendo el rock duro (como bien lo demostraron sus álbumes de 2003 y 2008, “St. Anger” y “Death Magnetic”, especie de vuelta a sus orígenes con canciones de más de 7 minutos, videoclips en legendarias cárceles estatales de los Estados Unidos y pesados temas instrumentales).

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¿Les sorprende entonces que J Balvin, una voz que viene de esa generación dos mil tenga camisetas de Metallica entre su ropero? ¿Les sorprende que pase lo mismo con otros artistas como Miley Cyrus o Adam Levine, cantante de Maroon 5, y que las saquen del clóset para lucirlas públicamente?

Metallica, a estas alturas, es una banda sin la rudeza y malacara de sus primeros años y sin secretos, llevó las banderas del thrash metal hasta donde nadie imaginó, a la Antártida misma (en donde hizo un concierto en 2013 para un puñado de privilegiados), pero no hay que olvidar que detrás de este show inédito estuvo la marca Coca-Cola Zero (fueron quienes pusieron el dinero para hacerlo posible). Métanse a YouTube, si quieren, y miren a los dos guitarristas de la banda tocando el Himno Nacional de los Estados Unidos en los partidos de la NBA y en tantos actos de caridad como les es posible; o cómprense la reedición del documental “Some Kind of Monster”, que no tiene nada que envidiarle a cualquiera de los reality shows que actualmente pasan por MTV.

Tiene Metallica tan poco que esconder que en este documental de 2004 hay peleas entre sus integrantes; su cantante James Hetfield abandona la “casa estudio” para irse a rehabilitación; uno de sus músicos es despedido por votación de los demás y uno nuevo ingresa por la puerta grande (el actual bajista Robert Trujillo) y recibe un cheque con tantos ceros a la derecha que casi le da un infarto. Y si nadie muere en “Some Kind of Monster” no es gracias a los fanáticos ni a los músicos, sino a un terapeuta que por una millonada irrisoria por sesión los conduce hacia un final con carita feliz.

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