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¿Deberíamos indignarnos con toda la propaganda negra (blanca) de Narcos?

La valla con la que Netflix está promocionando “Narcos” en España marca un nuevo escándalo nacional.

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Narcos

El sensibilómetro colombiano se dispara cada tanto con narrativas como Narcos que, con el eslogan “Oh, blanca navidad”, nos volvió a rotular como un narcoestado. Pero momento, ¿no se nos está olvidando algo?

Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti

Los colombianos a veces somos muy quisquillosos. O pendejos. O desmemoriados. O las tres al tiempo. La última pataleta nacional surgió como protesta contra la publicidad de la serie Narcos que Netflix ubicó en Madrid, en un punto tan central e icónico de Madrid como La Puerta del Sol, y su gigantesca valla e insinuante lema “Oh, blanca navidad”. Nada de deseos de felices pascuas. Blanco es, gallina lo pone. O más bien, blanca es, por la nariz se huele, colombiano famoso la comerció por el mundo. La canciller colombiana María Ángela Holguín ya pidió que se retirara el anuncio y seguramente no le harán caso porque duélale a quien le duela, indígnese quien se indigne, Narcos ya va por su tercera temporada de imprecisiones históricas que a nadie le importan pero que han revivido y consagrado a Pablo Escobar como uno de los grandes villanos pop del siglo XX; una especie de Charles Manson tropical que demostró que sí se podía ser rico de la noche a la mañana.

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Narcos le trae al mundo la historia que quiere ver. Convierte la historia del Cartel de Medellín en una versión light, deslactosada, perfecta para ver entre cobijas. Técnicamente es impecable. Narrativamente arregla todos los hechos históricos, como lo han hecho una y mil veces las películas de acción en distintos contextos, a su acomodo, a que todo encaje en un relato donde los gringos salvarán al mundo. El Pablo Escobar interpretado por el brasilero Wagner Moura es una caricatura con la que difícilmente se identifica un colombiano, sobre todo uno que haya visto a Andrés Parra en El patrón del mal, y sobre todo cuando uno lo oye decir “marica” o “verraco”. Pero finalmente todo esto bota una pregunta, ¿Narcos de verdad es para el público colombiano?  Narcos es tan relevante, pertinente y afilada para nosotros como Los dioses están locos o Tarzán para los africanos, Bastardos sin gloria para los alemanes o Kung Fu Panda para los chinos: todas hipérboles y delirios exóticos del cliché de un país.

Mientras tanto Narcos ha provocado en el mundo una nueva ola de “colombianofilia” que, como sucedió en días de La camisa negra, hizo que a gringos, europeos y asiáticos les diera por hablar en español colombiano, pero no el de Gabo y Mutis, sino el de Escobar y Popeye. Este retorcido absurdo ya llevó a que el centro alemán online de aprendizaje de idiomas Babbel lanzara en septiembre su plataforma Habla como El Patrón: un curso de español en la que el vocabulario básico incluye frases como “Plata o plomo”, “Cántame un nombre” o “Nosotros somos bandidos, no sapos”. El presidente de Babbel explicó que “la colaboración con Netflix ayuda a que los usuarios conecten con el idioma español como lo hablaría Pablo Escobar, de manera que les resulte divertido y único, no un aburrimiento equiparable al de sentarse en una celda de una prisión colombiana”.

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Y mientras todo el mundo le saca provecho y chiste al país de los carteles, a la cuna del Patrón, seguimos indignándonos olvidando que las soluciones contra el narcotráfico en Colombia han sido tibias, que gobernantes han subido al poder con ayuda de los dineros calientes, y que si bien no hay un Patrón sí hay muchos patronzuelos regados por ahí (e incluso metidos en el estado y la Policía). Y también mientras nos quejamos porque hablan mal del país, porque David Letterman invitó a Sofía Vergara a su show y le hizo un chiste sobre venir de un narcoestado, seguimos burlándonos de los venezolanos y su conflictiva relación con el papel higiénico, repitiendo como autómatas que todos los musulmanes son terroristas o asegurando que los argentinos son agrandados y soberbios. El mundo en una suma de clichés y vivimos en él. Narcos es un buen ejemplo.

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