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Las mañas del fútbol ensucian a los Olímpicos

El fútbol no cuaja con el espíritu Olímpico. Y todo es peor en una selección dirigida por el “piscis”, que es más malo que dejar el borde de la pizza.

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Foto: Gettyimages

Suena muy odioso, pero un deporte de simulaciones, provocaciones, puteadas, darse en la jeta y meterse dedos por el culo desentona rotundamente con la solemnidad olímpica

Por Álvaro Castellanos | @alvaro_caste // Foto: Gettyimages

La hermandad, la lealtad, el juego limpio, la grandeza en la derrota. Gracias a estos valores, cada 4 años los Juegos Olímpicos nos siembran la esperanza de que el mundo tiene salvación. Basta con verse una competencia de gimnasia, atletismo, natación, clavados o tenis de mesa para quedar llenos de esperanza. Los 23 oros de Phelps; la historia de la nadadora refugiada que salvó a 10 personas en el Océano; las jugadoras de vóley egipcias midiéndosele a jugar con su “burkini”; Argentina venciendo a Brasil tras 2 prórrogas en el básquet; la gimnasta Simone Biles ganando todo sin despeinarse; la sonrisa de Catherine Ibargüen mirando su marca durante el salto que le dio el Oro. Uno se prende a los Olímpicos durante unos días y queda sintiendo que puede curar el cáncer, levantarse a Kendall Jenner y ser feliz, todo al mismo tiempo.

Pero en medio de tanta emoción, de tanta solemnidad, algo pasa con el deporte más grande de todos: el fútbol. Uno ve y es como si el espíritu olímpico le quedara grande. Basta con ver al pusilánime de Neymar dando patadas traicioneras, fingiendo faltas, armando pelea, y a los hinchas, tachando su nombre de las camisetas, para entender cómo las mañas del fútbol ensucian a los Juegos Olímpicos.

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