Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Las apuestas ilegales en el fútbol están quedando más banqueadas que James

Parece que por fin la ley colombiana está ganándole una a la escurridiza ilegalidad en internet.

581076_james-banca.png
james-banca.png

Las tradicionales pollas en parche ya no les alcanzan a los apohostálicos futboleros para saciar su sed de juego. Las casas ilegales de apuestas son perseguidas por las autoridades y los reyes del negocio online a nivel mundial no han logrado romper las defensivas leyes colombianas. ¿Por quién van?  

Por: Héctor Cañón Hurtado // @CanonHurtado - Foto: Gettyimages

La seguidilla de Copa América Centenario, Eurocopa, Juegos Olímpicos y Eliminatorias a Rusia 2018, que se apoderó de los televisores colombianos en los tres últimos meses, dejó en evidencia el partidazo que se están jugando los dueños del negocio de las apuestas online contra las leyes nacionales para ganarse el gigantesco trofeo de la fanaticada futbolera del país. Pilas, señores “apostahólicos”, porque la mayoría de las casas de juego son ilegales y, además, algunas de las que mandan la parada en Internet a nivel mundial tienen el arco cerrado en Colombia. Por ejemplo, Bwin, que juega de local en cientos de países alrededor del mundo, no está al alcance de los cibernautas del país porque no se le mide a terrenos de juego donde las leyes de su negocio no estén bien definidas.

Curiosamente, en una tierra en la que los hampones de cuello blanco arrasan con los dineros públicos sin recibir siquiera tarjeta amarilla, apostar que el clásico bogotano va a quedar empatado, que la selección sumará tres nuevos puntos en su carrera al próximo mundial o que Falcao volverá a rugir en los partidos de octubre es ilegal. Durante el año pasado y lo que va corrido de este, el interminable calendario de cotejos permitió que las autoridades colombianas cerraran 57 casas de apuestas ilegales, que funcionaban en lugares clandestinos con un televisor, un computador y unas pocas sillas para los aficionados que, cual barrabravas, no le veían problema a vivir de pie y hacinados los noventa y pico de minutos que duran los partidos.

Publicidad

Por medio de un software, al que se le cambiaban tanto las claves como a los equipos en crisis los jugadores, los piratas de los juegos ilegales accedían a los principales portales de apuestas online y sacaban su tajada para permitirles a los asistentes entrar en el juego. En su mayoría, los apostaderos clandestinos funcionaban en los rincones y recovecos de otros negocios legales que les servían de fachada. A pesar de implementar una estrategia digna de los clásicos de la Premier League, algunos de los dueños del negocio de apuestas ilegales recibieron tarjeta roja y ahora podrían pagar multas de hasta 200 millones de pesos y cárcel por ocho años. Pero a pesar del relajo que armaron los jugadores ilegales en los últimos meses y de que la Ley 57 de 1993 penaliza sin miramientos las apuestas clandestinas, el gobierno nacional quiere reglamentarlas para que sumen con el pago de impuestos en un país necesitado de recursos para solventar el posconflicto.

Según las directivas de Coljuegos, la entidad gubernamental que se encarga de reglamentar y regular el polémico negocio de las apuestas en el país, el objetivo es que estos lugares entren al terreno de juego en forma legal. Antes de iniciar el cotejo deberán generar un sistema que garantice el pago a los apostadores, que suministre información transparente sobre sus movimientos a quienes juegan su dinero y a las autoridades del sector y, lo más importante, que pague los impuestos correspondientes al sector de la salud.

Publicidad

Vale la pena que lo hagan. Al fin y al cabo, las cifras del negocio a nivel mundial son tan redondas como los balones que lo mueven. El valor global de la industria de juegos de suerte y azar online pasó de 35 mil 300 millones a 45 mil 600 millones de dólares en los últimos cuatro años, mientras los fanáticos colombianos, criados en un país descaradamente futbolero, quieren desafiar al destino con sus pronósticos sin infringir las leyes.

Por el momento, estamos en el descanso esperando a ver cómo se resuelve un primer tiempo de pata dura, forcejeos y roces entre las autoridades y los señores de las apuestas. Por lo pronto, Bogotá, Bucaramanga, Pereira, Valledupar, Medellín, Villavicencio y Neiva se han convertido en las principales canchas en las que los hinchas colombianos buscan lugares clandestinos donde jugarse desde cinco mil hasta tres millones de pesos. En los escasos casos en los que han logrado atinarle al destino futbolero sin que el dueño del negocio pirata escape con el botín antes del pitazo final, han llegado a recibir hasta 14 millones de pesos con sus vaticinios.

Y es que la nueva pasión del fútbol colombiano es apostar. A las tradicionales pollas, que todos jugamos con los amigos, la familia o los compañeros de trabajo o estudio, se han sumado en los últimos años las casas de apuestas clandestinas y las casas de apuestas online. Al parecer, Las Deportivas, única casa de apuestas legal del país, no alcanza a cubrir la demanda de adrenalina de los jugadores compulsivos colombianos, a pesar de haber entregado más de 3 mil millones de pesos en premios desde que entró al mercado legal de los juegos de azar. La semana pasada, por ejemplo, tenía alrededor de 800 millones de pesos para repartir entre quienes acertaran más marcadores en sus dos pollas. Pero la verdad es que esos premios no son suficientes para saciar la sed del mercado de las apuestas futboleras. Sin duda, la cifra es insignificante si la enfrentamos con las de la industria de apuestas online, que también espera una regulación más precisa en nuestro país para ganar espacio entre los hinchas y los apostadores.

Ya veremos qué pasa en el segundo tiempo de este partido trabado y de pronóstico reservado. Por ahora, los apostadores futboleros del país tendrán que conformarse con historias de leyenda que llegan desde los países donde jugarle plata al fútbol no solo está legalizado, sino que es una tradición entre los hinchas. Leigh Herbert, un borrachín y carpintero inglés de 38 años, es el último modelo a imitar por parte del gremio, por haberse ganado alrededor de 90 millones de pesos tras apostarle menos de veinte lucas a que su amado Leicester sorprendería a los grandes de Inglaterra y se llevaría el título en la temporada pasada. “A veces tomo buenas decisiones cuando estoy ebrio”, dijo Herbert antes de convertirse en ídolo de los apostadores del fútbol.

Publicidad

 

 

Publicidad

  • Publicidad