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Briela Ojeda: la cantautora de la complejidad sencilla

Gabriela Ojeda, mejor conocida como Briela, se ha sumado a una fuerte oleada cantautoral nacional que ha ganado público y espacio en los últimos años.

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Briela Ojeda
// Foto de Catalina Roa & Marian Orjuela

En 2020 la cultura quedó enjaulada en las pantallas. Los planes de la industria musical se fueron al traste, pero como siempre, a pesar de la emergencia y el futuro incierto, lanzamos nuestra selección anual de artistas emergentes para meterle nueva música a las playlist. Estas son las Apuestas Shock 2021: 12 artistas que probablemente no conocían y que recomendamos para salir, por lo menos, del encierro algorítmico.Con ustedes Briela Ojeda.

Por Daniela Chavarro Trujillo

Gabriela Ojeda, mejor conocida como Briela, se ha sumado a una fuerte oleada cantautoral nacional que ha ganado público y espacio en los últimos años, principalmente en Bogotá.

Liderada en su mayoría por mujeres, esta escena ha develado los sentires de aquellos artistas que alzan sus instrumentos y voces a la orden de la intensidad de su interior.

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La artista nariñense, siempre interesada por contar su realidad a través de la sencillez de sus melodías y la complejidad de sus letras, acompaña a la guitarra con la luminosidad de su voz compañera, a la que percibe de la mano de aquella energía musical misma que hace que todos se junten a escucharla y bailar cuando sale a la luz.

Su proyecto nació en 2014 formalmente, pero siempre estuvo en su camino, aunque lo ignorara, dice Briela. Con influencias musicales que van desde el rock o el blues hasta el ambient y la música de cámara, Briela ha conformado un abanico de melodías en su voz que son tan versátiles como su oído y su historia.

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Tras lanzar en 2019 su primer EP, Sodot a Rama, siguió alimentando su proceso con las vivencias que la rodean y la fortaleza de sus amigos y compañeros cantautores.

La pandemia y el encierro le permitieron descubrir una faceta diferente de su proceso como música, resultado de la reflexión y el cuestionamiento de su trabajo frente a la incertidumbre de aquella nueva normalidad, que más que nueva es convulsionada y complicada.

Su propuesta para el 2021 dará como resultado, de la mano con el sello bogotano In-Correcto, su primer LP, titulado como uno de los sencillos con los que ya se nos ha introducido a este universo: Templo Komodo, que verá la luz a mediados de febrero de 2021. Un trabajo enriquecedor e íntimo.

Así se presentó Briela Ojeda en nuestro cuestionario

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Briela Ojeda en una frase:

Canciones acústicas, muy barrocas en contenido pero en un formato muy sencillo. El formato lo permite, siempre está lleno de juegos de palabras de acertijos, por más de que sea tan sencillo.

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La historia de Briela Ojeda:

Briela nació hace mucho tiempo, era una pequeña niña que tenía mucha energía, con muchas ganas de interpretar muchas cosas de su realidad. Ella cantaba, bailaba y todo el tiempo se estaba moviendo por ahí, era muy contagiosa. Era muy loco, porque la niña salía corriendo para alguna parte y la música siempre de una u otra manera la acompañaba.

Empezó a darse cuenta que la música se le aparecía por todas partes, era raro, porque no tenía una cara, era una energía y empezó a volverse su mejor amiga. Ella empezó a andar con su amiga energía y a contagiar a la gente, se consiguió una guitarra después y se dio cuenta que no estaba cantando solo ella, sino que había mucha gente alrededor cantando y bailando a su alrededor con la música que ella hacía. A ese punto llegó, se dio cuenta que su canto era una fiesta a todo lugar donde podía ir y desde entonces, no se separa de su superamiga energía: la música.

El género de Briela Ojeda

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Es una mezcolanza de muchas cosas, como un cuentecantautor porque no se puede encerrar en pop, rock, surf, soul. Es la mezcla de todas esas herramientas. Me interesa que las canciones tengan su historia en medio, pero no limitándose con el género. Uno puede sentirse identificado con unas características, pero son cosas que ya están. Es una amalgama de gustos con una libertad de catarsis, es gracioso ponerle nombre a lo que uno hace.

¿Va a cambiar algo después de la pandemia?

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Todo. Si no cambiamos nos extinguimos. Es una pregunta trágica por inevitable pero no por triste. Muchas cosas se magnificaron, no significa que sean magníficas, sino que se vieron mucho más grandes, como si tuvieran una lupa y por fin las pudimos ver; desde la relación con nosotros mismos, tolerar estar solos, porque ahora sí o sí nos toca, y eso te hace reflexionar “si me relaciono de esta manera conmigo, cambio la relación con todos”.

Esta fue una cosa tan individual y tan dura que nadie se salvó. Empezamos a desmentir muchas autoridades, miedos, culpas que estábamos exteriorizando. Yo me fijo en la parte de la intimidad para proyectar hacia afuera, pero todo está derrumbándose para que nosotros propongamos nuevas cosas desde otras bases.

¿Cuál sería el line-up del festival de las influencias de su vida?

Sería un festival muy delicioso. Voy a nombrar esas influencias que uno no pudo controlar, como las de la familia. Uno de ellos, The Police, Mort Garson — que ya está muerto igual, es un pacto con el más allá—. Habría una combinación de varios formatos, me encantaría que estuviera una sinfónica, algo como Hans Zimmer o Jóhann Jóhannsson, tiene que ver mucho con el acompañamiento del ambiente más que con la letra. Me encantaría La Lupe, Donna Summer.

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Mi papá siempre me metía mucha música anglo, disco. Pondría a Boney M, Lianne La Havas, Tokyo Ska Paradise Orchestra. Mis referentes no necesariamente son como la música que yo hago. A Shakira, Amy Winehouse, Adele, Hayley Williams como influencias en lo vocal, Alabama Shakes, es muy larga la lista. Pondría Los Espíritus, me gusta su música pese a sus problemas.

Antes de compartir mi música fui a muchos conciertos, era adicta a ellos, así que tengo una lista enorme, pero cerraré con Buraka Som Sistema y Alice Phoebe Lou.

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¿Cambiará su música después de la pandemia?

Los procesos de creación fueron más de confiar, porque estaba el hecho de que no necesariamente tenía que compartirlo, ni ostentar de nada. Si uno se latiga por lo que produce no hace nada, si la canción nace del pensamiento de para quién es o quién lo escucha, se bloquea y la frustración hace que uno no lo disfrute.

Hay muchas canciones que son vómitos del alma, y si ya sabes que se viene una avalancha, le debes tender el tobogán. El tobogán es la carne y el aceptar que eso está pasando y debes desprenderte de aquello que no sabes cómo va a terminar. Es de recreación, de no saber qué está pasando dentro de mí, como cuando improviso y digo “uy no pude creer que canté eso”. Cuando la canción es entregada salen cosas hermosas. Para eso me sirvió para saber qué hacía y hacia dónde iba, para entender que no se puede mecanizar lo que uno hace porque no se disfruta. Así como debo crear y accionar, debo esperar y meditar.

La música es energía sanadora para mí, la relación va cambiando en el proceso y así se abre un camino diferente. Siempre hay estimulación y siempre puede uno hacerse espacio para componer, pero sabiendo qué se necesita para sentirse bien haciéndolo y esas cosas se vuelven hábitos, así se mantiene el equilibrio entre ocio y trabajo. Para mi es bastante profundo porque nace de otra parte, no de la necesidad de aprobación. Afortunadamente, fue al principio de la cuarentena.

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¿Qué canción lo salvó durante las cuarentenas?

Muchas, el álbum de Mort Garson, Plantasia, me encanta porque de la sencillez trasciende, lo escuché mucho y sentí que la vida era como esta simulación y este juego, me callo. De resto todo lo que mis compañeros lanzaron, lo que más me ha salvado es la música de los de al lado, se vuelve un lenguaje, como Andrés Guerrero, La Muchacha, Pilar Cabrera, Lucio, además conocí nuevas bandas como La Banda del Bisonte.

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Aparecieron muchos cantautores, en Pasto es una locura, yo empecé a componer y muchas mujeres y jóvenes en sus cuartos empezaron a componer, entonces una chica me envió un mensaje y me dice que compuso una canción que se llama Sureña y me pone a chillar. Eso me encanta, que las canciones sean tan genuinas y se compartan, ver a los panas nutrirse ha sido hermoso. La música ya no puede ser desprendida del contexto, los discos no pueden ser impersonales, la música debe tomar otro papel, ahora es muy íntima y no me parece malo, la música habla de la existencia, y al compartir esto nos damos cuenta que son mensajes que no se puede hablar o incluir en una conversación y que solo se entienden si tocas.

El encierro da capacidad de aprender y estar contigo y por eso hay un boom de cantautor, es muy bueno, más allá que para la industria, la gente debe dejar de reprimirse.

¿Qué canción le dedicaría al COVID?

El Quésquequerés porque sigo andando, voy haciendo, me dejó vuelta mierda, pero estoy Al mismo tiempo es un paisaje en el que uno está y puede disfrutar, pero sin bajar la guardia.

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