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Alquilo mi vientre

Basta buscar en Google y las ofertas comienzan a aparecer. Las mujeres que ofrecen su vientre en alquiler dejan claro si son altas o de baja estatura, de piel clara o morenas, si tienes hijos o no, y le indican a su “cliente” con lo que pueden contar: “Estoy dispuesta a salir de mi país”, “ustedes eligen el método de fertilización”, “si desean, me puedo ir a vivir con ustedes”, “no tengo problema en hacerme todos los chequeos médicos”.  El encabezado de sus anuncios es directo o un gancho que las diferencia de las demás y motiva a los extranjeros: “Soy colombiana”. Mujeres que ponen sus vientres a merced del mercado y ven en esta práctica la solución a sus problemas económicos. Desde 6 hasta 30 millones de pesos, “la mitad de una casita o el pago de su carrera”, es lo que pueden llegar a cobrar por tener en su vientre durante 9 meses a un bebé que después tienen que entregar. La práctica más común es ofrecer sus úteros para que a través de la fertilización in vitro los embriones de una pareja (óvulos de la madre y semen del padre) sean colocados en la matriz de la madre sustituta (logrando que el bebé nazca con los genes de sus padres biológicos); pero por unos dólares más algunas mujeres también ponen sus óvulos a disposición de los posibles “clientes”. Para encontrar testimonios reales entre la creciente oferta, enviamos más de 30 correos a mujeres colombianas que alquilan su vientre en algunos de los foros de internet que funcionan como una sección de clasificados. La tarea fue más fácil de lo que imaginamos; como pan caliente aparecieron candidatas de todas las edades y ciudades. Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Santa Marta. Tan solo 15 minutos después de enviar el primer correo obtuvimos una respuesta: “Jimena, yo conozco bastante de este tema porque ya he tenido la oportunidad de intentar con una pareja extranjera, pero desafortunadamente el señor era infértil, y nos dimos cuenta de eso después de dos intentos. Lo bueno fue que aprendí mucho. Me parece bien que me pidas un número telefónico, porque a ese foro también entran otras mujeres que alquilan vientres y solo me han contactado para sacarme información de los procedimientos, y luego desaparecen. Primero quisiera que me contaras por teléfono lo que deseas, porque hay dos maneras en que te puedo ayudar…”. Con esas líneas probamos que estábamos frente a una escalofriante realidad, más común de lo que muchos creen. Desde ese momento, día tras día, comenzaron a llegar respuestas. Algunas daban su número celular sin problema, y otras –más precavidas– simplemente proponían que siguiéramos en contacto a través de correos electrónicos.  Muchas mujeres estaban interesadas en saber de dónde era la persona que la contactaba, mientras que algunas ni siquiera lo preguntaban. La mayoría tienen hijos y una pareja estable, y así como enfatizaban lo sanas que son, también dejaron en claro, desde el comienzo, el precio  de su trabajo: “Cobro 10 mil dólares”, “Yo te lo puedo dejar en 15 millones, pero obviamente corres con todos los otros gastos”. “La verdad mi idea es ayudar (respondieron otras que incluso dejaban abierta la posibilidad de negociar). La mayoría pide 25 millones, pero yo pienso que 10 millones me ayudarían mucho y si (ustedes) son una pareja de escasos recursos, podemos hablar”. Una “ayuda mutua” o un toma y dame en el que el lema podría ser: “yo te ayudo a hacer realidad tu sueño de ser madre y tú me ayudas a solucionar mis problemas económicos”, no está lejos de convertirse en un nuevo fenómeno para conseguir dinero fácilmente. Sin duda, puede tratarse de un acto humano que desde el punto de vista científico incluso no tiene mucho lío. Pero esta modalidad tiene todas las posibilidades de convertirse en un gran problema en un país como el nuestro, donde quienes demandan madres sustitutas por problemas reproductivos se pueden aprovechar de los problemas económicos que padece el 42,6% de la población. Según la ONU, 17 millones de colombianos viven en condiciones de pobreza y seis millones en la indigencia.

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Basta buscar en Google y las ofertas comienzan a aparecer. Las mujeres que ofrecen su vientre en alquiler dejan claro si son altas o de baja estatura, de piel clara o morenas, si tienes hijos o no, y le indican a su “cliente” con lo que pueden contar: “Estoy dispuesta a salir de mi país”, “ustedes eligen el método de fertilización”, “si desean, me puedo ir a vivir con ustedes”, “no tengo problema en hacerme todos los chequeos médicos”.  El encabezado de sus anuncios es directo o un gancho que las diferencia de las demás y motiva a los extranjeros: “Soy colombiana”. Mujeres que ponen sus vientres a merced del mercado y ven en esta práctica la solución a sus problemas económicos.

Desde 6 hasta 30 millones de pesos, “la mitad de una casita o el pago de su carrera”, es lo que pueden llegar a cobrar por tener en su vientre durante 9 meses a un bebé que después tienen que entregar. La práctica más común es ofrecer sus úteros para que a través de la fertilización in vitro los embriones de una pareja (óvulos de la madre y semen del padre) sean colocados en la matriz de la madre sustituta (logrando que el bebé nazca con los genes de sus padres biológicos); pero por unos dólares más algunas mujeres también ponen sus óvulos a disposición de los posibles “clientes”.

Para encontrar testimonios reales entre la creciente oferta, enviamos más de 30 correos a mujeres colombianas que alquilan su vientre en algunos de los foros de internet que funcionan como una sección de clasificados. La tarea fue más fácil de lo que imaginamos; como pan caliente aparecieron candidatas de todas las edades y ciudades. Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Santa Marta. Tan solo 15 minutos después de enviar el primer correo obtuvimos una respuesta:
“Jimena, yo conozco bastante de este tema porque ya he tenido la oportunidad de intentar con una pareja extranjera, pero desafortunadamente el señor era infértil, y nos dimos cuenta de eso después de dos intentos. Lo bueno fue que aprendí mucho. Me parece bien que me pidas un número telefónico, porque a ese foro también entran otras mujeres que alquilan vientres y solo me han contactado para sacarme información de los procedimientos, y luego desaparecen. Primero quisiera que me contaras por teléfono lo que deseas, porque hay dos maneras en que te puedo ayudar…”.

Con esas líneas probamos que estábamos frente a una escalofriante realidad, más común de lo que muchos creen. Desde ese momento, día tras día, comenzaron a llegar respuestas. Algunas daban su número celular sin problema, y otras –más precavidas– simplemente proponían que siguiéramos en contacto a través de correos electrónicos.  Muchas mujeres estaban interesadas en saber de dónde era la persona que la contactaba, mientras que algunas ni siquiera lo preguntaban. La mayoría tienen hijos y una pareja estable, y así como enfatizaban lo sanas que son, también dejaron en claro, desde el comienzo, el precio  de su trabajo: “Cobro 10 mil dólares”, “Yo te lo puedo dejar en 15 millones, pero obviamente corres con todos los otros gastos”. “La verdad mi idea es ayudar (respondieron otras que incluso dejaban abierta la posibilidad de negociar). La mayoría pide 25 millones, pero yo pienso que 10 millones me ayudarían mucho y si (ustedes) son una pareja de escasos recursos, podemos hablar”.

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Una “ayuda mutua” o un toma y dame en el que el lema podría ser: “yo te ayudo a hacer realidad tu sueño de ser madre y tú me ayudas a solucionar mis problemas económicos”, no está lejos de convertirse en un nuevo fenómeno para conseguir dinero fácilmente. Sin duda, puede tratarse de un acto humano que desde el punto de vista científico incluso no tiene mucho lío. Pero esta modalidad tiene todas las posibilidades de convertirse en un gran problema en un país como el nuestro, donde quienes demandan madres sustitutas por problemas reproductivos se pueden aprovechar de los problemas económicos que padece el 42,6% de la población. Según la ONU, 17 millones de colombianos viven en condiciones de pobreza y seis millones en la indigencia.

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