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Camino a la ruina, testimonios segunda parte

“Ser ‘drogo’ es bien” Seducidos por los aparentes decadentes del circo mitómano del showbiz, muchos jóvenes quieren vestirse con sus colores prohibidos y llevar sin fanfarrias un uniforme nada glamuroso y ahora al alcance de cualquiera: el de ‘drogo’. Por una parte, la publicación Transiciones en el consumo de drogas en Colombia, del sicólogo PH.D Augusto Pérez, afirma: “Cuando creíamos tener identificadas las principales características de las personas que consumían sustancias –por ejemplo, que tenían baja autoestima, tendencias depresivas, dificultades escolares, problemas familiares-, apareció una generación de consumidores que presentaban rasgos casi opuestos”. Del otro, los jóvenes que conocen el tejemaneje de la fiesta y de la calle aseguran que “ser ‘drogo’ es bien”. Para una porción de jóvenes, drogarse da una reputación peligrosa y aspecto amenazador. El ritual de intoxicarse, en otras palabras, está de moda.   Sobre el tema, tres jóvenes opinaron: 1. “Es fácil conseguir droga si uno quiere. Para muchísimos es atractiva la vida de desenfreno. En algunos círculos estar tostado da pose como de estrella de rock. También atrae al sexo opuesto”. 2 “Lo que se ve en televisión influye mucho. Si sale un man famoso drogado hay quienes quieren imitarlo. Igual pasa ahora con las mujeres, quieren tener la pinta de la niña ruda que entre más drogadicta, levanta más”. 3 “En rumbas de remate, que tienen un ambiente muy denso, se encuentran niñas de 16 años drogadas que terminan haciendo muchas cosas que en estado normal seguro no harían”. ‘Tripiados’, back to the future Muchos jóvenes bogotanos siguen actualmente las prácticas de paquidérmicos hippies. Los trips (LSD), droga psicodélica que desde su aparición en la primera mitad del siglo XX ha vivido resplandores cíclicos entre las generaciones nuevas, es redimida en el fragor del siglo XXI invadiendo también fiestas capitalinas. Juan Carlos, un estudiante de publicidad de 21 años, nos habló sobre el trip en Bogotá: “En las rumbas a las que asisto, todos andan 'tripiados'. La presentación original es un cartón grande con cartoncitos repetidos que se cortan. A cada partecita le han puesto una gota de LSD. Eso es un trip”. Los trips tienen variedad en sus nombres y fachadas. Está el Bob Esponja que es amarillo, o el Hofmann, uno de los más populares en la capital, que heredó su nombre de Albert Hofmann, el químico suizo que sintetizó por primera vez la sustancia y quien descubrió sus efectos. Por estos días, la trajinada frase: “Vendo trip Hofmann 2008 a $30.000”, ofrece la droga para clientes que pululan. Con la acogida de la sustancia, jóvenes estudiantes han visto su oportunidad de negocio. Si compran todo el cartón, cada trip les cuesta $17.000 y los venden a $30.000, que es el precio oficial para cualquier tipo de trip. Por eso, en Bogotá caen aguaceros de trips en las fiestas. Generalmente son consumidos en rumbas de drum & bass, hardtech, dub y psytrance. Los cartoncitos cargados también son habituales en eventos de psychobilly y pedidos con fervor en eventos electrónicos que se hacen a las afueras de la ciudad. Pero, además, alrededor de esta droga hay todo tipo de motivaciones extramusicales y lejos de la celebración. Los trips han sido equiparados por un grupo de sus adeptos a sustancias que algunos han considerado de culto, como el peyote, el yagé o los hongos. Entre sus consumidores hay quienes le dan un sentido “espiritual” y no los consumen en una casa o en discotecas sino cerca de la naturaleza. “La verdad no sé qué tanto ayuden al espíritu, teniendo en cuenta que un amigo tuvo que entrar a rehabilitación por uso de trips”, asegura Juan Carlos. Como dijo Lennon en una canción achacada al LSD: “Tomorrow never knows”. Drogas: alerta en Medellín Según recientes estudios, el consumo de drogas está disparado en la capital antioqueña, al punto de ser considerado hoy como un “grave problema de salud pública”. Según los registros del Centro de Investigaciones Criminológicas de la Policía Metropolitana de Medellín, a junio de 2008 se habían incautado más de 5 mil unidades de “drogas de síntesis (pastillas)”, refiriéndose específicamente a los medicamentos de prescripción. Un 219% más que el año pasado. Aunque el decomiso de heroína resulta ciertamente alarmante, las pastillas representan la segunda sustancia con mayor porcentaje de incautación, por encima de la cocaína, el basuco y la marihuana (lo que sugeriría un aumento implícito en la demanda). Sin embargo, según le dijo a Shock el jefe del grupo de estupefacientes de la Sijín de Medellín, el teniente Álex Benítez, en los más de 220 allanamientos a casas de expendio de drogas ilegales en la capital antioqueña (a junio de 2008), se habían incautado “pequeñas cantidades” de medicamentos con usos recreativos, pues “sí los están consumiendo pero no tienen gran demanda”. Según el teniente Benítez, gracias a los estrictos controles policiales, que semanalmente atacan cerca de 15 lugares de expendio, “el consumo de estupefacientes en Medellín, en los últimos cinco años, ha disminuido”. Para el coronel Jorge Rodríguez, subcomandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, en cambio, “a pesar de todas las campañas, la situación sigue creciendo. Lo que llama la atención es que está cogiendo cada día más auge en Medellín. El consumo de Rivotril, el popper, el cristal y otras similares, día a día es más constante. Ya no hay barreras de estratos”, y reconoce que muchas de las ‘nuevas’ drogas callejeras, incluyendo el popper y los medicamentos, “no son muy conocidas” por la institución. Incluso, hace referencia a las limitaciones que tiene la Policía con respecto a algunas sustancias, por ejemplo el popper, que en la ley colombiana no está registrado como de porte o consumo ilegal. Por su parte, el Concejo de Medellín concluyó, el pasado 26 de junio, que el abuso y dependencia a drogas “constituye un grave problema de salud pública” para los paisas. La alerta la había emitido ya la Empresa Social del Estado Carisma, con el estudio Consumo de drogas en jóvenes escolarizados del Municipio de Medellín año 2007, publicado en marzo de 2008, en donde se concluye que Medellín es la “capital con más alto nivel de consumo en el país”. Las cifras muestran que un porcentaje mayor al 50% de jóvenes, entre los 11 y 19 años, inician el consumo de drogas antes de los 14 años. Un demonio en la calle La venta de psicofármacos, considerados medicamentos de control, debe hacerse únicamente con fórmula médica. Sin embargo, muchas personas las consiguen sin cumplir estos requerimientos. ¿Cuál es la sanción para las farmacias que venden estos medicamentos sin exigir la fórmula y cuál la sanción para los compradores? Responde Amelia Velasco, asesora científica del Fondo Nacional de Estupefacientes. Conforme a la Resolución 1478 de 2006, artículo 97, numeral 3°, literales C y E: “Se constituye en infracción muy grave el desvío de sustancias o medicamentos sometidos a fiscalización hacia canales ilícitos (vender, dispensar, distribuir o usar medicamentos de control especial para fines no médicos), pudiéndose llegar a constituir multas hasta de 500 SMMLV, sin perjuicio de que se pueda dar inicio a las investigaciones penales a que haya lugar”. Notas de prensa: El Tiempo, Colombia. 26 de junio de 2008. “La quinta parte de los estudiantes de grados 10 y 11 en los colegios públicos y privados de Bogotá afirma que conoce a compañeros de clase que consumen algún tipo de droga. El 26% sostiene que hay expendios de drogas en los alrededores de los planteles. De hecho, el 2,7% de los alumnos de 9, 10 y 11 acepta que utiliza de manera esporádica bóxer, marihuana, basuco o éxtasis. Estos resultados hacen parte de la Encuesta de Victimización Escolar que realizaron la Universidad de Los Andes y el Dane en el 2006 y que reveló la problemática de violencia que afecta a los escolares”.

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“Ser ‘drogo’ es bien”

Seducidos por los aparentes decadentes del circo mitómano del showbiz, muchos jóvenes quieren vestirse con sus colores prohibidos y llevar sin fanfarrias un uniforme nada glamuroso y ahora al alcance de cualquiera: el de ‘drogo’.

Por una parte, la publicación Transiciones en el consumo de drogas en Colombia, del sicólogo PH.D Augusto Pérez, afirma: “Cuando creíamos tener identificadas las principales características de las personas que consumían sustancias –por ejemplo, que tenían baja autoestima, tendencias depresivas, dificultades escolares, problemas familiares-, apareció una generación de consumidores que presentaban rasgos casi opuestos”. Del otro, los jóvenes que conocen el tejemaneje de la fiesta y de la calle aseguran que “ser ‘drogo’ es bien”. Para una porción de jóvenes, drogarse da una reputación peligrosa y aspecto amenazador. El ritual de intoxicarse, en otras palabras, está de moda.
 
Sobre el tema, tres jóvenes opinaron: 1. “Es fácil conseguir droga si uno quiere. Para muchísimos es atractiva la vida de desenfreno. En algunos círculos estar tostado da pose como de estrella de rock. También atrae al sexo opuesto”. 2 “Lo que se ve en televisión influye mucho. Si sale un man famoso drogado hay quienes quieren imitarlo. Igual pasa ahora con las mujeres, quieren tener la pinta de la niña ruda que entre más drogadicta, levanta más”. 3 “En rumbas de remate, que tienen un ambiente muy denso, se encuentran niñas de 16 años drogadas que terminan haciendo muchas cosas que en estado normal seguro no harían”.

‘Tripiados’, back to the future

Muchos jóvenes bogotanos siguen actualmente las prácticas de paquidérmicos hippies. Los trips (LSD), droga psicodélica que desde su aparición en la primera mitad del siglo XX ha vivido resplandores cíclicos entre las generaciones nuevas, es redimida en el fragor del siglo XXI invadiendo también fiestas capitalinas. Juan Carlos, un estudiante de publicidad de 21 años, nos habló sobre el trip en Bogotá: “En las rumbas a las que asisto, todos andan 'tripiados'. La presentación original es un cartón grande con cartoncitos repetidos que se cortan. A cada partecita le han puesto una gota de LSD. Eso es un trip”.

Los trips tienen variedad en sus nombres y fachadas. Está el Bob Esponja que es amarillo, o el Hofmann, uno de los más populares en la capital, que heredó su nombre de Albert Hofmann, el químico suizo que sintetizó por primera vez la sustancia y quien descubrió sus efectos. Por estos días, la trajinada frase: “Vendo trip Hofmann 2008 a $30.000”, ofrece la droga para clientes que pululan.

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Con la acogida de la sustancia, jóvenes estudiantes han visto su oportunidad de negocio. Si compran todo el cartón, cada trip les cuesta $17.000 y los venden a $30.000, que es el precio oficial para cualquier tipo de trip. Por eso, en Bogotá caen aguaceros de trips en las fiestas. Generalmente son consumidos en rumbas de drum & bass, hardtech, dub y psytrance. Los cartoncitos cargados también son habituales en eventos de psychobilly y pedidos con fervor en eventos electrónicos que se hacen a las afueras de la ciudad.

Pero, además, alrededor de esta droga hay todo tipo de motivaciones extramusicales y lejos de la celebración. Los trips han sido equiparados por un grupo de sus adeptos a sustancias que algunos han considerado de culto, como el peyote, el yagé o los hongos. Entre sus consumidores hay quienes le dan un sentido “espiritual” y no los consumen en una casa o en discotecas sino cerca de la naturaleza. “La verdad no sé qué tanto ayuden al espíritu, teniendo en cuenta que un amigo tuvo que entrar a rehabilitación por uso de trips”, asegura Juan Carlos. Como dijo Lennon en una canción achacada al LSD: “Tomorrow never knows”.

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Drogas: alerta en Medellín

Según recientes estudios, el consumo de drogas está disparado en la capital antioqueña, al punto de ser considerado hoy como un “grave problema de salud pública”.

Según los registros del Centro de Investigaciones Criminológicas de la Policía Metropolitana de Medellín, a junio de 2008 se habían incautado más de 5 mil unidades de “drogas de síntesis (pastillas)”, refiriéndose específicamente a los medicamentos de prescripción. Un 219% más que el año pasado. Aunque el decomiso de heroína resulta ciertamente alarmante, las pastillas representan la segunda sustancia con mayor porcentaje de incautación, por encima de la cocaína, el basuco y la marihuana (lo que sugeriría un aumento implícito en la demanda).

Sin embargo, según le dijo a Shock el jefe del grupo de estupefacientes de la Sijín de Medellín, el teniente Álex Benítez, en los más de 220 allanamientos a casas de expendio de drogas ilegales en la capital antioqueña (a junio de 2008), se habían incautado “pequeñas cantidades” de medicamentos con usos recreativos, pues “sí los están consumiendo pero no tienen gran demanda”. Según el teniente Benítez, gracias a los estrictos controles policiales, que semanalmente atacan cerca de 15 lugares de expendio, “el consumo de estupefacientes en Medellín, en los últimos cinco años, ha disminuido”.

Para el coronel Jorge Rodríguez, subcomandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, en cambio, “a pesar de todas las campañas, la situación sigue creciendo. Lo que llama la atención es que está cogiendo cada día más auge en Medellín. El consumo de Rivotril, el popper, el cristal y otras similares, día a día es más constante. Ya no hay barreras de estratos”, y reconoce que muchas de las ‘nuevas’ drogas callejeras, incluyendo el popper y los medicamentos, “no son muy conocidas” por la institución. Incluso, hace referencia a las limitaciones que tiene la Policía con respecto a algunas sustancias, por ejemplo el popper, que en la ley colombiana no está registrado como de porte o consumo ilegal.

Por su parte, el Concejo de Medellín concluyó, el pasado 26 de junio, que el abuso y dependencia a drogas “constituye un grave problema de salud pública” para los paisas. La alerta la había emitido ya la Empresa Social del Estado Carisma, con el estudio Consumo de drogas en jóvenes escolarizados del Municipio de Medellín año 2007, publicado en marzo de 2008, en donde se concluye que Medellín es la “capital con más alto nivel de consumo en el país”. Las cifras muestran que un porcentaje mayor al 50% de jóvenes, entre los 11 y 19 años, inician el consumo de drogas antes de los 14 años.

Un demonio en la calle

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La venta de psicofármacos, considerados medicamentos de control, debe hacerse únicamente con fórmula médica. Sin embargo, muchas personas las consiguen sin cumplir estos requerimientos.

¿Cuál es la sanción para las farmacias que venden estos medicamentos sin exigir la fórmula y cuál la sanción para los compradores? Responde Amelia Velasco, asesora científica del Fondo Nacional de Estupefacientes. Conforme a la Resolución 1478 de 2006, artículo 97, numeral 3°, literales C y E: “Se constituye en infracción muy grave el desvío de sustancias o medicamentos sometidos a fiscalización hacia canales ilícitos (vender, dispensar, distribuir o usar medicamentos de control especial para fines no médicos), pudiéndose llegar a constituir multas hasta de 500 SMMLV, sin perjuicio de que se pueda dar inicio a las investigaciones penales a que haya lugar”.

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Notas de prensa:

El Tiempo, Colombia. 26 de junio de 2008.


“La quinta parte de los estudiantes de grados 10 y 11 en los colegios públicos y privados de Bogotá afirma que conoce a compañeros de clase que consumen algún tipo de droga. El 26% sostiene que hay expendios de drogas en los alrededores de los planteles. De hecho, el 2,7% de los alumnos de 9, 10 y 11 acepta que utiliza de manera esporádica bóxer, marihuana, basuco o éxtasis. Estos resultados hacen parte de la Encuesta de Victimización Escolar que realizaron la Universidad de Los Andes y el Dane en el 2006 y que reveló la problemática de violencia que afecta a los escolares”.
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