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Don Tetto comiéndose el mundo

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Fueron criados por el neo punk californiano de principios de los noventa y la escuela colombiana de la misma década. Hoy cuentan en su historia con un álbum que pegó cinco sencillos en radio y una exitosa gira por EUA y México.

La proliferación de nuevos fans en América demuestra que la Tettomanía es imparable.

Por Mauricio Riveros Q. / Fotos Jorge Oviedo

Cuando Independiente81, PopCorn, 911, Tour de Force, K93, Octubre Negro y Los Jackson, entre muchas otras bandas, consolidaron la escena neo punk nacional, el común denominador era vivir en el underground como una tribu, aislada e impermeable al resto de lo que pasaba en la música en el país. El Neoforo, los compilados del Neobox, los productos especiales de Tropical Punk Records y los toques en Macondo eran el circuito donde se movía esta tendencia y donde se consolidó como una de las más fuertes en Colombia.

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En este entorno y dentro de la propia fanaticada del movimiento nació Don Tetto, se colgó los instrumentos y decidió reventar la burbuja neopunkera y abrirse al mundo con su música. Hoy, cinco años después, esta banda es el referente colombiano con tendencia neo punk más importante en la escena rock comercial mundial; su disco estrena su quinto single en Colombia y dos de sus canciones rotan de manera oficial en Estados Unidos y México. Entre el amor de sus seguidores, las críticas de algunos sectores y los hechos que demuestran que esta es una de las bandas más importantes del país, Don Tetto asegura que la fórmula es: “honestidad más trabajo serio” da como resultado el auténtico y justo éxito.

¿Cómo lograron dar el salto para sonar en el mercado de Estados Unidos?

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Cuando grabamos nuestro disco Lo que no sabías, conocimos a Fabio Acosta, de la disquera Cabeza de Ratón. Con su sello 786 en Estados Unidos, empezamos a tocar en varios festivales y a sonar en varias emisoras de ese país. Poco a poco la gente comenzó a conocernos. Fue algo muy importante porque ese es el sueño de toda banda: poder viajar y mostrar su música en todos lados.

Siendo una banda que ha hecho toda la escuela, que empezó en un garaje, logró sonar en las emisoras comerciales, tocó en Rock al Parque y ganó varios premios nacionales, ¿cómo comparan la escena nacional con la estadounidense?

Consideramos que aún se está bastante lejos, principalmente porque nos falta apoyo. En otros lados los artistas en general son tratados igual sin importar el género. Musicalmente estamos muy bien, hay talento pero ¡falta que nos crean! Los medios se guían por los contenidos de afuera. El rock está ligado a ser degenerado, y es muy difícil hacer y poder vivir bien de él en Colombia. En Estados Unidos tuvimos la oportunidad de ver una escena madura; en los conciertos hay más libertades, más cultura... la gente va a festivales gigantes a ver a uno o dos artistas pero también disfruta con las tarimas alternativas que les dan oportunidades a las bandas nuevas de mostrarse, y a los jóvenes más opciones para estar ocupados. Acá falta tolerancia incluso dentro del mismo rock: unos van por el metal, otros por el hard core, por el punk, etc. No hay unión, y si no hay unión, no hay cultura rock.

Ustedes nacieron como una banda de punk rock. ¿Hoy cómo definen su sonido?

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Somos una banda de rock con esencia punk que no quiere ser catalogada. Que a algunos les suene diferente es cuestión de ellos; lo que pasa es que hemos compartido y tenido la oportunidad de viajar y conocer nuevos ritmos y nueva música y por eso queremos experimentar.

¿Se consideran una banda controversial?

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Siempre hemos sido los mismos, hemos aprendido a tener más paciencia, a hacer las cosas con calma, a estar más tranquilos. Cuando salimos del país nos dimos cuenta de que somos un grano en la música y ese es el reality check que les hace falta a muchos acá. Los rockstars son Metallica y de ahí para arriba; a nosotros y al resto nos falta trabajar. 

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