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Jane's Addiction: Nothing's Shocking (1988)

Sí, Jane's Addiction es la banda de “Stop”, la canción con la introducción en pésimo español. Y la cantante no es ninguna Jane, en realidad es un hombre con una voz bastante aguda, tan andrógina como la de Nina Simone. Y no, no hacen heavy metal, y apenas están cerca de Guns ‘N Roses por vivir en el mismo vecindario, pero su agresividad lírica y musical es mucho más potente, blasfema y polifacética que la de los románticos pistoleros. Si se trata de influencias, la lista es larga: el arte alucinante The Velvet Underground (y, por supuesto, de Lou Reed en solitario), la eterna impertinencia de The Rolling Stones, lo oscuro de Bauhaus y la mentalidad pop y bisexual de David Bowie, entre otras, hacen parte del torrente sanguíneo de este desfogado cuarteto californiano. Aunque lo obvio sería compararlos con Led Zeppelin: una banda dominada por guitarras acrobáticas y la fachada de una voz punzante sobre una base rítmica monstruosa. Claro, su fama mundial llegó en 1990 con la inolvidable “influencia con sus hijos que tú tiene” y los descarados rateros de “Been caught stealing”; sin embargo, su reconocimiento en la superpoblada escena de Los Ángeles inició a mediados de 1985, cuando el cantante de la banda gótica Psi Com, Peretz Bernstein —que se cambió el nombre a Perry Farell, que suena como “periférico” en inglés—, se unió con el bajista David Avery para armar un proyecto acústico, que se convirtió en la adicción de su amiga Jane (de ahí el nombre de la banda). Consiguieron un guitarrista y un percusionista, provenientes de una pequeña banda de metal local, y la elección no pudo ser mejor: Dave Navarro y Stephen Perkins se cuentan entre los músicos más asombrosos de la década alternativa y, aunque el primero se convirtiera en símbolo sexual, fue el encargado de permitirle la diversidad sonora a la banda. Jane’s Addiction grabó un álbum autotitulado en 1987, que combina grabaciones en vivo con algunas mezclas de estudio, y sirvió de tarjeta de presentación para que los ejecutivos de Warner les dieran un presupuesto limitado para grabar un disco en estudio. Con la coproducción de Dave Jerden, quien fue ingeniero de sonido de Frank Zappa, construyeron en un par de semanas el cáustico trabajo al que se debe esta reseña: Nothing’s Shocking [nada es impactante], contrario a su título, es realmente impactante. Desde la portada con las siamesas en llamas (catalogada entre las 100 mejores de la historia en varias ocasiones) hasta el discurso de "Pig’s in Zen" (que parece la canción que dio inicio a Rage Against The Machine), este álbum narra los conflictos emocionales de una generación perdida entre las promesas incumplidas de los hippies y la desesperanza de la era Reagan, una juventud lujuriosa que se droga viendo “sexo y violencia” en el noticiero. Con perlas como “en el cielo vive un espía”, “si quieres un amigo, alimenta a un animal” y “un buen par de zapatos no te salvarán el alma”, Nothing’s Shocking nos presenta a esa Jane (en el himno “Jane Says”) que inspiró el nombre de la banda, una niña que deja todo para mañana y no conoce el amor. En el camino a la playa, el verdadero paraíso de estos surfistas piojosos, pasan canciones brillantes como “Ted, Just Admit It”, que parece la inspiración del guión de Asesinos por Naturaleza, un homenaje a los excesos televisivos de Ted Koppel y al sueño americano convertido en asesino en serie con Ted Bundy. Y mientras la balada “Summertime Rolls” baja la estridencia, “Mountain Song” recarga las baterías para explotar con “Idiots Rule” —en la que colaboran miembros de Fishbone y Red Hot Chili Peppers— y finalizar con el único ser vivo que realmente conoce el zen y la espiritualidad: el marrano que come mierda sólo cuando tiene hambre y se revuelca en el fango cuando está cansado. El que piense que los ochentas fueron la década más aburrida del rock, debería tener este disco. A propósito, Jane's Addiction parece que vuelve a reunirse (no es una redundancia). Esperemos que esta vez dure más de una gira.   Jane’s Addiction, Nothing’s Shocking Warner Bros., 1988 Escúchelo aquí

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Sí, Jane's Addiction es la banda de “Stop”, la canción con la introducción en pésimo español. Y la cantante no es ninguna Jane, en realidad es un hombre con una voz bastante aguda, tan andrógina como la de Nina Simone. Y no, no hacen heavy metal, y apenas están cerca de Guns ‘N Roses por vivir en el mismo vecindario, pero su agresividad lírica y musical es mucho más potente, blasfema y polifacética que la de los románticos pistoleros. Si se trata de influencias, la lista es larga: el arte alucinante The Velvet Underground (y, por supuesto, de Lou Reed en solitario), la eterna impertinencia de The Rolling Stones, lo oscuro de Bauhaus y la mentalidad pop y bisexual de David Bowie, entre otras, hacen parte del torrente sanguíneo de este desfogado cuarteto californiano. Aunque lo obvio sería compararlos con Led Zeppelin: una banda dominada por guitarras acrobáticas y la fachada de una voz punzante sobre una base rítmica monstruosa.

Claro, su fama mundial llegó en 1990 con la inolvidable “influencia con sus hijos que tú tiene” y los descarados rateros de “Been caught stealing”; sin embargo, su reconocimiento en la superpoblada escena de Los Ángeles inició a mediados de 1985, cuando el cantante de la banda gótica Psi Com, Peretz Bernstein —que se cambió el nombre a Perry Farell, que suena como “periférico” en inglés—, se unió con el bajista David Avery para armar un proyecto acústico, que se convirtió en la adicción de su amiga Jane (de ahí el nombre de la banda). Consiguieron un guitarrista y un percusionista, provenientes de una pequeña banda de metal local, y la elección no pudo ser mejor: Dave Navarro y Stephen Perkins se cuentan entre los músicos más asombrosos de la década alternativa y, aunque el primero se convirtiera en símbolo sexual, fue el encargado de permitirle la diversidad sonora a la banda.

Jane’s Addiction grabó un álbum autotitulado en 1987, que combina grabaciones en vivo con algunas mezclas de estudio, y sirvió de tarjeta de presentación para que los ejecutivos de Warner les dieran un presupuesto limitado para grabar un disco en estudio. Con la coproducción de Dave Jerden, quien fue ingeniero de sonido de Frank Zappa, construyeron en un par de semanas el cáustico trabajo al que se debe esta reseña: Nothing’s Shocking [nada es impactante], contrario a su título, es realmente impactante. Desde la portada con las siamesas en llamas (catalogada entre las 100 mejores de la historia en varias ocasiones) hasta el discurso de "Pig’s in Zen" (que parece la canción que dio inicio a Rage Against The Machine), este álbum narra los conflictos emocionales de una generación perdida entre las promesas incumplidas de los hippies y la desesperanza de la era Reagan, una juventud lujuriosa que se droga viendo “sexo y violencia” en el noticiero.

Con perlas como “en el cielo vive un espía”, “si quieres un amigo, alimenta a un animal” y “un buen par de zapatos no te salvarán el alma”, Nothing’s Shocking nos presenta a esa Jane (en el himno “Jane Says”) que inspiró el nombre de la banda, una niña que deja todo para mañana y no conoce el amor. En el camino a la playa, el verdadero paraíso de estos surfistas piojosos, pasan canciones brillantes como “Ted, Just Admit It”, que parece la inspiración del guión de Asesinos por Naturaleza, un homenaje a los excesos televisivos de Ted Koppel y al sueño americano convertido en asesino en serie con Ted Bundy. Y mientras la balada “Summertime Rolls” baja la estridencia, “Mountain Song” recarga las baterías para explotar con “Idiots Rule” —en la que colaboran miembros de Fishbone y Red Hot Chili Peppers— y finalizar con el único ser vivo que realmente conoce el zen y la espiritualidad: el marrano que come mierda sólo cuando tiene hambre y se revuelca en el fango cuando está cansado.

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El que piense que los ochentas fueron la década más aburrida del rock, debería tener este disco. A propósito, Jane's Addiction parece que vuelve a reunirse (no es una redundancia). Esperemos que esta vez dure más de una gira.

 

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Jane’s Addiction, Nothing’s Shocking
Warner Bros., 1988
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