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Paíto: El último exponente de la Gaita Negra en Colombia lanza nuevo material

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Por: Jenny Cifuentes @Jenny_Cifu// Fotos: Kike Barona y Lucía Ibáñez 

Sixto Silgado ‘Paíto’ está instalado  entre los jefes supremos de la gaita. Tiene 76 años, nació en Flamenco Bolívar, corregimiento de María La Baja y es antena trascendental de la historia sonora de su región. Campesino,  dueño de una pasmosa versatilidad para componer e interpretar su instrumento,  viene resonando desde  la década de los 50.  ‘Paíto’,  de casta gaitera, portando  la sabiduría y el legado de la cultura negra, se ha convertido  en  gurú  e influencia seminal para numerosos creadores de la  música nacional actual.

Lleva consigo la tradición de la llamada Gaita Negra que según el músico Urián Sarmiento (Curupira), constante coequipero del maestro, “es el estilo negro de la gaita, el estilo de la gente de raza negra habitante  en las zonas bajas de los Montes de María, los pueblos de San Onofre, Palo Alto, María La Baja etc. que tienen un montón de corregimientos y caseríos, donde hasta hace unos 20 o 30 años había muchísimos gaiteros. Una zona que también es territorio de bullerengue y de sexteto, que son  ritmos muy afros y que han estado conviviendo  con la música de gaita.  

‘Paíto’, y  casi todos los gaiteros negros de  esa región: sus tíos, abuelos y  parientes en general,  fueron bullerengueros, sexteteros y gaiteros (intérpretes del ritmo de gaita). Mucha de la música que hacen en la región está muy cercana a esos géneros,  por eso que se acuña el término de la Gaita Negra,  y ‘Paíto’, viene a ser el último exponente del estilo.  

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Estaba también el maestro Saya que murió hace algunos años, él y  ‘Paíto’ eran prácticamente los dos últimos. Últimos por su edad, por la época en la que nacieron y por  la línea musical de la que vienen. Agricultores siempre, que vivieron la música cuando no había luz eléctrica, cuando la única música que se hacía en su región era esta. Hoy en día hay más gaiteros afro,  pero ya es gente que vive en la ciudad, estudiantes, más urbanos, que así sean de pueblo  están en la sintonía de los tiempos de hoy.

‘Paíto’  es un referente directo de cómo se hacía esa música en la época en la que él la conoció y la vivió. Toda esa historia está plasmada en sus creaciones, en sus letras y en  la forma como toca. Es una referencia a la que podemos llegar, porque mucha de esa música no se llegó a grabar. La información que hay es lo muy poco grabado  o las historias que los viejos cuentan”.

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El maestro,  piloto de la legendaria agrupación Los Gaiteros de Punta Brava, quien ha sido ganador de festivales nacionales y ha paseado su música entre otros por Perú, Argentina, Chile, Brasil, Costa Rica y Francia, no sólo es maestro por su veteranía y bagaje; como imán de jóvenes que siguen  la pista de su inagotable productividad, siempre ha estado abierto a nuevas sonoridades y dispuesto a transmitir sus saberes.

Hoy luego de sus discos  La Gaita Negra (2007),  La Flor del Melón (2009), y ‘Paíto’  y los Gaiteros de Punta Brava (2012), en un proyecto bajo el nombre de ‘Paíto’ y Mejor que me Mate Dios, une parte de su formato: gaita hembra, gaita macho, maraca, tambor alegre y  tambor llamador a la guitarra eléctrica de Iván Altafuya, el bajo de Juan Manuel Toro y la batería de Urián Sarmiento para una nuevo álbum que se presenta por estos días con un sencillo en vinilo de 12 pulgadas que incluye dos canciones: La Cumbia Isleña y Mejor que Me Mate Dios.

Hablamos con ‘Paíto’ 

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¿Cómo fueron sus inicios con la gaita?

Yo he sido hijo de la gaita. Mi papá era gaitero.  Mis tíos maternos  y mis abuelos, también lo fueron. Empecé a tocar gaita a los 12 años y tengo 76. Apenas estoy aprendiendo.  En la época en la que arranqué había bastantes gaiteros y tamboreros en cantidad. Conocí a muchos. Mi papá hacía mano a manos amistosos con otros gaiteros, eran  juegos de amistad de los músicos de antes y  tomé su ejemplo. Porque la música es la familia más grande y yo no podría tener algún mal sentimiento por ningún músico.  El que no aprende conmigo es porque no quiere, porque yo no niego música.  Mañana o pasado mañana muero, y he pensado que aquel que coja algo de mí, cuando esté tocando la gente que sin verlo lo escuche, va a creer que soy  yo. Pero no, al  mirarlo es otro y para mí eso es un placer. Es lo que dejo.

¿Y lo buscan muchos para que les enseñe?

Sí. Yo les digo a los muchachos: aprendan que cuando yo muera quedan ustedes.

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A mí me enseño mi papá, él tenía su machero (intérprete de la gaita macho) Manuel,  que cuando se emborrachaba se caía y partía el macho. Papá entonces cogía el resto que quedaba  y me hacía mi gaitica.  Yo la cogía, la soplaba y pensaba: algún día tendré que saber, para alcanzar a  tocar la gaita del viejo. Fui creciendo y cuando me sentí listo le dije a mi papá: voy a ver si puedo tocar  la gaita macho. Toqué delante de él, me aprobó, y luego, cuando ya la interpretaba bien, decidí no tocar más macho y me quedé con mi gaita hembra.

¿En qué se diferencia la gaita macho de la hembra?

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La gaita hembra tiene 5 orificios y es la que lleva la melodía.  La que asume el papel protagónico. La gaita macho solo tiene un hueco, a veces le hacen dos, pero tradicionalmente se usa solo uno.  Ella se toca con la maraca y la función es hacer como una especie de  bajo, como un acompañamiento, va duplicando algunas notas principales de la melodía. Se complementan.

 

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