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¡Que alguien me escuche!

Siempre habrá una salida mejor que la que tiene en mente una persona desesperada”, asegura el psicólogo Jesús Madrid Soriano. Este sacerdote español es uno de los cofundadores del Teléfono de la Esperanza, una entidad con presencia en más de 10 países de América y Europa que presta el servicio de asesoría sicológica telefónica de emergencia. No importa cuál sea su problema: que sus papás no lo entienden, su novio decidió dejarlo, la plata no le alcanza para nada, sus calificaciones están por el suelo o siente que sus compañeros no lo aceptan, en esos momentos en que el mundo parece venirse abajo, lo más importante es reconocer que algunos problemas se nos salen de las manos y poder hablar con alguien. Ese es el objetivo de líneas como éstas que se han abierto en los últimos años en las principales ciudades del país. En estas líneas, explica el psicólogo Madrid Soriano, personal capacitado en ayuda sicológica de emergencia escucha sus problemas con interés, sin juzgar o criticar a nadie. Es más, en la mayoría de ellas, ni siquiera es necesario identificarse con el nombre, sino que le asignan un código para proteger su identidad. En el caso del Teléfono de la Esperanza, unos 50 voluntarios, que deben pasar por una preparación de por lo menos un año, se turnan durante las 24 horas del día, siete días a la semana para atender los problemas de todo tipo de personas, desde pequeñas violentadas por sus padres, hasta estudiantes presionados por sus compañeros. Como ésta existen líneas similares administradas por entidades públicas y privadas en casi todas las principales ciudades del país atendidas por especialistas. Otra alternativa resulta ser el psicólogo del colegio o de la universidad, que pueden no sólo ayudarle con su caso sino servir de apoyo frente a los padres o familiares, que muchas veces piensan que las crisis son sólo “cosas de muchachos”. Incluso, también un amigo puede ser de gran ayuda. “Las personas que están en crisis tiene muchos problemas, pero, además, se sienten solas y una de las cosas más importantes es que quiere ser escuchado”, explica el psicólogo Jesús Madrid. Por eso, es importante tener en cuenta que la mayoría de las personas que piensan en el suicidio lo expresan de alguna manera. “Eso de que quien dice que se va a suicidar no se suicida, es mentira”, asegura Madrid. En estos casos, prestar atención puede ser en sí mismo una gran ayuda, no es necesario ser especialista o sentirse obligado a dar soluciones, sólo prestar atención. De todos modos, si siente que quiere ayudar a un amigo o familiar y no sabe cómo, las líneas de ayuda también ofrecen este tipo de asesoría. En algunas ocasiones, sentirse atendido puede ser la llave para salir de la crisis, porque, como explica Madrid Soriano, en muchos casos las personas que deciden suicidarse, no importa la razón, tienen un gran problema con la valoración que tienen de sí mismas, por lo que, “el sólo hecho de que haya alguien que esté dispuesto de manera voluntaria a permanecer durante media hora o una hora en el teléfono escuchándolo, le da a entender que es una persona que vale la pena”. Sin embargo, ninguna de estas instituciones pretende que con una simple llamada telefónica se resuelvan todos sus problemas. Los especialistas están de acuerdo en que si alguien piensa en suicidio es el resultado de una crisis que se ha venido incubando durante algún tiempo. Por eso, en muchos casos, los voluntarios de las líneas de emergencia no se limitan a escuchar y asesorar, sino que hacen una valoración de su situación y remiten a las personas con expertos que puedan comenzar tratamientos más personalizados. Incluso, algunas entidades como el Teléfono de la Esperanza ofrecen el servicio de citas, monitoreos de los casos y grupos de apoyo. Si después de una experiencia negativa pierde el apetito, el sueño, la tranquilidad, la alegría o incluso las ganas de vivir… es momento de pedir ayuda. Lo único que tiene que hacer es levantar el teléfono y marcar el número de alguna de estas líneas, porque, como explica Berta Eugenia Caicedo, asesora de la Línea Amiga en la ciudad de Cali, lo más importante de estas entidades es que están ahí, no importa cuál sea su problema, para que usted pueda sentir que no es la única persona a la que le ha pasado algo similar y, sobre todo, que no está sola.

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Siempre habrá una salida mejor que la que tiene en mente una persona desesperada”, asegura el psicólogo Jesús Madrid Soriano. Este sacerdote español es uno de los cofundadores del Teléfono de la Esperanza, una entidad con presencia en más de 10 países de América y Europa que presta el servicio de asesoría sicológica telefónica de emergencia. No importa cuál sea su problema: que sus papás no lo entienden, su novio decidió dejarlo, la plata no le alcanza para nada, sus calificaciones están por el suelo o siente que sus compañeros no lo aceptan, en esos momentos en que el mundo parece venirse abajo, lo más importante es reconocer que algunos problemas se nos salen de las manos y poder hablar con alguien. Ese es el objetivo de líneas como éstas que se han abierto en los últimos años en las principales ciudades del país.

En estas líneas, explica el psicólogo Madrid Soriano, personal capacitado en ayuda sicológica de emergencia escucha sus problemas con interés, sin juzgar o criticar a nadie. Es más, en la mayoría de ellas, ni siquiera es necesario identificarse con el nombre, sino que le asignan un código para proteger su identidad.

En el caso del Teléfono de la Esperanza, unos 50 voluntarios, que deben pasar por una preparación de por lo menos un año, se turnan durante las 24 horas del día, siete días a la semana para atender los problemas de todo tipo de personas, desde pequeñas violentadas por sus padres, hasta estudiantes presionados por sus compañeros.

Como ésta existen líneas similares administradas por entidades públicas y privadas en casi todas las principales ciudades del país atendidas por especialistas. Otra alternativa resulta ser el psicólogo del colegio o de la universidad, que pueden no sólo ayudarle con su caso sino servir de apoyo frente a los padres o familiares, que muchas veces piensan que las crisis son sólo “cosas de muchachos”.

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Incluso, también un amigo puede ser de gran ayuda. “Las personas que están en crisis tiene muchos problemas, pero, además, se sienten solas y una de las cosas más importantes es que quiere ser escuchado”, explica el psicólogo Jesús Madrid. Por eso, es importante tener en cuenta que la mayoría de las personas que piensan en el suicidio lo expresan de alguna manera. “Eso de que quien dice que se va a suicidar no se suicida, es mentira”, asegura Madrid. En estos casos, prestar atención puede ser en sí mismo una gran ayuda, no es necesario ser especialista o sentirse obligado a dar soluciones, sólo prestar atención. De todos modos, si siente que quiere ayudar a un amigo o familiar y no sabe cómo, las líneas de ayuda también ofrecen este tipo de asesoría.

En algunas ocasiones, sentirse atendido puede ser la llave para salir de la crisis, porque, como explica Madrid Soriano, en muchos casos las personas que deciden suicidarse, no importa la razón, tienen un gran problema con la valoración que tienen de sí mismas, por lo que, “el sólo hecho de que haya alguien que esté dispuesto de manera voluntaria a permanecer durante media hora o una hora en el teléfono escuchándolo, le da a entender que es una persona que vale la pena”. Sin embargo, ninguna de estas instituciones pretende que con una simple llamada telefónica se resuelvan todos sus problemas.

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Los especialistas están de acuerdo en que si alguien piensa en suicidio es el resultado de una crisis que se ha venido incubando durante algún tiempo. Por eso, en muchos casos, los voluntarios de las líneas de emergencia no se limitan a escuchar y asesorar, sino que hacen una valoración de su situación y remiten a las personas con expertos que puedan comenzar tratamientos más personalizados. Incluso, algunas entidades como el Teléfono de la Esperanza ofrecen el servicio de citas, monitoreos de los casos y grupos de apoyo.

Si después de una experiencia negativa pierde el apetito, el sueño, la tranquilidad, la alegría o incluso las ganas de vivir… es momento de pedir ayuda. Lo único que tiene que hacer es levantar el teléfono y marcar el número de alguna de estas líneas, porque, como explica Berta Eugenia Caicedo, asesora de la Línea Amiga en la ciudad de Cali, lo más importante de estas entidades es que están ahí, no importa cuál sea su problema, para que usted pueda sentir que no es la única persona a la que le ha pasado algo similar y, sobre todo, que no está sola.

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