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Viva la ruina

Los tributos suelen despertar desconfianza y en ocasiones hacen maldecir: basta recordar la participación de Maná en el disco “Emcomium a Tribute to Led Zeppelín”, de 1995, cuando la banda mexicana hizo deslucir, aún más, la deshilachada encomienda de enaltecer el lino del cuarteto de Page & Plant. Con un nombre tomado del tercer disco oficial de The Ramones (“Road to Ruin”, 1978), un numeroso grupo de bandas colombianas tomaron el riesgo de tributar, por primera vez, a los más grandes del punk rock de Nueva York. La misma idea que hace cinco años tuvo Rob Zombie con el compilado “We’re a Happy Family” (donde participaron U2, Tom Waits, Kiss, Red Hot Chili Peppers, Marilyn Manson, Garbage, Green Day o Metallica); pero puesta en marcha en la necia tierra de Juan Valdez con menos diversidad de géneros y mucha más autogestión. La colombiana, es una selección de 29 temas que además de recorrer los grandes éxitos de la llamada “Ramonesmanía” hace un registro del sentimiento underground que en diferentes capitales del país existe por la banda de Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy Ramone. Producido a bajo costo, promocionado de forma autogestionada, editado de forma independiente y con una serie de artistas que provienen de las movidas punk, alternativa o experimental; “Camino a la ruina” fue distribuido inicialmente en disco compacto y ahora tiene una versión de descarga gratuita a través de Myspace.com/tributocolombianoalosramones. Este disco tributo incluye agrupaciones nacionales como Chite, Retrete, PPP, Vulgarxito, Nacidos Para Nada, Los Valdés, Salidos de la Cripta, Hartos De Estar Hartos y Zelfish Pérez, que tema tras tema de los 29 incluidos recuerdan la actitud Ramones contra el rock recargado y preciosista; sus tonadas pop de expresión mínima y concluyente; y esas pintas icónicas que a trece años de su último álbum de estudio (curiosamente titulado en español, “Adiós Amigos”) siguen estando de moda: chaquetas de cuero y cremalleras, jeans rotos y apretados, tenis sucios o botas desechas, grandes gafas de sol y peinados malogrados.

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Los tributos suelen despertar desconfianza y en ocasiones hacen maldecir: basta recordar la participación de Maná en el disco “Emcomium a Tribute to Led Zeppelín”, de 1995, cuando la banda mexicana hizo deslucir, aún más, la deshilachada encomienda de enaltecer el lino del cuarteto de Page & Plant.

Con un nombre tomado del tercer disco oficial de The Ramones (“Road to Ruin”, 1978), un numeroso grupo de bandas colombianas tomaron el riesgo de tributar, por primera vez, a los más grandes del punk rock de Nueva York. La misma idea que hace cinco años tuvo Rob Zombie con el compilado “We’re a Happy Family” (donde participaron U2, Tom Waits, Kiss, Red Hot Chili Peppers, Marilyn Manson, Garbage, Green Day o Metallica); pero puesta en marcha en la necia tierra de Juan Valdez con menos diversidad de géneros y mucha más autogestión.

La colombiana, es una selección de 29 temas que además de recorrer los grandes éxitos de la llamada “Ramonesmanía” hace un registro del sentimiento underground que en diferentes capitales del país existe por la banda de Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy Ramone. Producido a bajo costo, promocionado de forma autogestionada, editado de forma independiente y con una serie de artistas que provienen de las movidas punk, alternativa o experimental; “Camino a la ruina” fue distribuido inicialmente en disco compacto y ahora tiene una versión de descarga gratuita a través de Myspace.com/tributocolombianoalosramones.

Este disco tributo incluye agrupaciones nacionales como Chite, Retrete, PPP, Vulgarxito, Nacidos Para Nada, Los Valdés, Salidos de la Cripta, Hartos De Estar Hartos y Zelfish Pérez, que tema tras tema de los 29 incluidos recuerdan la actitud Ramones contra el rock recargado y preciosista; sus tonadas pop de expresión mínima y concluyente; y esas pintas icónicas que a trece años de su último álbum de estudio (curiosamente titulado en español, “Adiós Amigos”) siguen estando de moda: chaquetas de cuero y cremalleras, jeans rotos y apretados, tenis sucios o botas desechas, grandes gafas de sol y peinados malogrados.

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