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“Avengers: Infinity War” salió muy bien librada de su propia ambición

Reseña libre de spoilers, ideología geek o apasionamientos políticos de la película de superhéroes más grande de los últimos tiempos.

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Avengers: Infinity War

Por su magnitud, por la cantidad de actores que convocó, por la cantidad de universos diferentes que mezcló, la nueva entrega de Avengers pudo haber sido un tremendo fracaso. Pero la nueva película de Marvel, dirigida por Anthony y Joe Russo, triunfó y superó las expectativas. Sigan con calma que acá no habrá spoilers. Reseña apta para geeks y no geeks.

Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti

¿Qué le queda pendiente a Hollywood en el campo del entretenimiento masivo? Luego del estreno de cada gran blockbuster –y particularmente ahora con el estreno de Avengers: Infinity War– pareciera que muy poco tirando a nada. Los efectos cada vez son más impecables; el diseño de producción y de universos ficticios sigue siendo sorprendente; las historias han adquirido mayor peso dramático (dejando como capítulo aparte y fuera de concurso a la trilogía del Caballero Oscuro de Christopher Nolan); varios personajes han dejado de ser de cartón; el humor ha encontrado su espacio para equilibrar las cargas; y el patrioterismo caricaturesco que tuvo el cine de superhéroes en el post 9/11 ha cedido un poco su ridículo pedestal. De nuevo, recuerden que estamos hablando del campo del entretenimiento puro y duro, del sector de las películas que son netamente para comer crispeta, sorber gaseosa y embutirse un perro rebosante de salsas.

Si en el 2009 Avatar de James Cameron revolcó la industria del cine y cambió en su momento la forma en la que veíamos el cine y el 3D, en menos de una década todos esos adelantos se han visto sobrepasados frenéticamente casi al mismo ritmo que las compañías de celulares renuevan la tecnología de sus teléfonos. En este periodo reciente ya vimos grandes hitos como el complejo afrofuturismo de Pantera Negra, la deliciosamente sarcástica Guardianes de la Galaxia, la renovación de la ciencia ficción de la saga Star Wars, el delirante cruce entre realidad y virtualidad de Ready Player One, la realidad distorsionada de Doctor Strange o la tristemente desapercibida pero enriquecida Valerian y la ciudad de los mil planetas. Todas han alzado la vara de la espectacularidad en mayor o menor medida haciendo que lo que en algún otro punto de la historia del cine pudo haber roto la línea de tiempo en dos, ahora apenas sea un instante efímero que otra película va a eclipsar.

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En ese contexto apareció una de las películas más ambiciosas de los últimos tiempos. Luego de que Marvel y Disney hubieran anunciado ese salpicón licuado con sancocho, derramado sobre un calentado y mezclado con arroz chino llamado Avengers: Infinity War, había motivos para temer y prever un fracaso monumental, así sus dos predecesoras hubieran salido relativamente bien libradas. La repetición del mito de la Torre de Babel estaba a la vuelta de la esquina. La ambición pudo haber sido la gran enemiga de este proyecto que no solo juntó a los Avengers, los Guardianes de la Galaxia, Doctor Strange, Pantera Negra y Spider-Man, sino que ponía en una misma película a un reguero de estrellas de la actuación que solas, en otro contexto, soportan solas las expectativas de taquilla. Espectáculo puro, entretenimiento al límite.

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Lograr que tanto brillo no se volviera más centelleante y molesto que el bling bling del rapero más gala que uno pueda imaginar es el primer gran logro de Avengers: Infinity War. El guion de Christopher Markus y Stephen McFeely supo armar bloques equilibrados y paralelos en los que los héroes iban cumpliendo sus propias misiones; una estructura similar a la trilogía del Señor de los Anillos, en la que cada grupo de personajes estaban aportando en la lucha contra el gran megaenemigo. Como si fuera un partido de fútbol de recreo, los personajes quedaron bien revueltos y eso ayudó a que la tensión y la emoción fueran constantes y sostenidas, algo en lo que terminó fallando la bonita-pero-insulsa Pantera Negra. Las escenas de batallas finalmente ya están inventadas y la balacera, patacera y tiradera de rayos salidos de los dedos sigue siendo la misma, pero al fin y al cabo está muy bien hecha y es emocionante. Pero sobre todo, la gran batalla no se resolvió con el tradicional choque de puños, sino que hubo circunstancias más dramáticas y espeluznantes que resolvieron el destino de todos.

Avengers; Infinity War también triunfó donde otras películas de superhéroes han fracasado: la construcción de un buen y creíble villano. El gigante Thanos no solo deambuló por la galaxia buscando sangre sin sentido, sino que le dieron una interesante complejidad. No será el más memorable en la historia del cine, pero al menos tuvo la fuerza dramática suficiente para cargar con el peso de la trama en varios momentos de la película.

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Vea también: El viaje de Iron Man hacia Avengers: Infinity War

Y entonces Hollywood lo hizo de nuevo. Avengers: Infinity War seguramente batirá récords de taquillas y sus productores quedarán convencidos que deben hacer setenta películas más por el mismo estilo. El Universo Cinematográfico de Marvel es un virus que no para de replicarse y perpetuarse en la cartelera. La buena noticia es que están yendo por un buen curso.

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PD: aunque la cartelera de cines colombiana estará saturada y copada por las mil versiones que habrá de Avengers (en 2D, 3D, subtitulada, en español, con crocs o sin crocs), no deje de ver otro par de joyitas que se estrenaron estos días. No se pierda la colombiana Amalia la secretaria, la alemana En la penumbra (ganadora del Globo de Oro a mejor película extranjera y dirigida por el turco-alemán Fatih Akin), o la catalana Verano 1993. También aproveche las pocas funciones que le quedan a la extraordinaria, retorcida y angustiante El sacrificio del ciervo sagrado del director griego Yorgos Lanthimos, el mismo de The Lobster.

 

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