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Avatar: El camino del agua y la historia de las películas con alta velocidad de cuadros por segundo

Un elemento clave en el más reciente filme de James Cameron.

AVATAR: THE WAY OF WATER
Ronal in 20th Century Studios' AVATAR 2. Photo courtesy of 20th Century Studios. © 2022 20th Century Studios. All Rights Reserved.
Courtesy of 20th Century Studios/Courtesy of 20th Century Studios

Fue una espera de 13 años llenos de aplazamientos y rumores, pero la secuela de la película más taquillera de todos los tiempos ya está en los cines de Colombia y el resto del mundo. Avatar: El camino del agua no es tan revolucionaria como su predecesora, pero así como esa presentó la mejor tecnología 3D de su época, esta hace lo mismo con otro elemento que puede cambiar al cine: la alta velocidad en cuadros por segundo.

Por Julián Ramírez // @Sir_laguna

Tenemos que confesar que teníamos dudas sobre esta película. La primeraAvatar,a pesar de su popularidad, no tuvo un gran impacto cultural. Pero nuestras dudas se disiparon al verla. Es una obra impresionante a nivel tecnológico y visual que, aunque no tiene una gran trama, vale mucho la pena.

Pero esta no es una reseña (pueden leer una aquí si quieren). De lo que queremos hablar es de ese elemento específico que mencionamos antes. Avatar: El camino del agua no es la primera película que se presenta con una velocidad superior a los tradicionales 24 cuadros por segundo, pero sí es la primera que lo hace de forma exitosa. Vamos a hablar un poco de la historia de esta característica, su historia y por qué resulta tan especial en este filme de James Cameron.

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En 1917, con la industria cinematográfica ganando cada vez más y más fuerza, la Sociedad de Ingenieros del Cine definieron como estándar para la filmación de películas las 16 cuadros por segundo. Como ustedes saben, el cine prácticamente era una sucesión de fotos mostrada a alta velocidad para dar la impresión de movimiento. Eso significa que la imagen cambiaba 16 veces cada segundo. Cuando el sonido llegó al cine mediante el sistema Vitaphone, los proyeccionistas de Warner decidieron comprometerse a una nueva velocidad estándar para sincronizar la imagen y el sonido, acordando usar 24 cuadros.

Entre más cuadros por segundo, más fluido y “real” se ve el movimiento. Nosotros, como público, nos acostumbramos tanto a los 24 cuadros por segundo que ya los definimos inconscientemente como “el look cinematográfico”. Cuando vemos en pantalla algo con una mayor velocidad, lo sentimos “erróneo” como si fuera una telenovela o una presentación de noticias, que se graban con una mayor velocidad para hacerlos más cercanos a la realidad.

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La historia del cine a altas velocidades

Uno de los primeros cineastas que experimentó con cintas corriendo a alta velocidad fue Douglas Trumbull. Este veterano que trabajó en los efectos especiales de películas como 2001: Odisea del espacio y Blade Runner desarrolló en los años 70 un sistema llamado Showscan que permitía proyectar cintas de 70mm a 60 cuadros por segundo en pantallas de gran tamaño. Aunque fue revolucionario y se hicieron varios rollos de prueba, no se llegó a usar de forma comercial.De hecho, casi todas las películas filmadas a alta velocidad durante varias décadas eran cortometrajes experimentales o promocionales. Cuando un director se arriesgaba a grabar un filme de esta manera, como hizo Steve James con su documental de baloncesto Hoop Dreams, Thomas Vinterberg con La celebración, Hideaki Anno (sí, el mismo de Evangelion) con Love & Pop, y David Lynch con Inland Empire veían su visión “mutilada” en la gran pantalla, proyectada a los tradicionales 24 cuadros por segundo.

Entra un Hobbit

La cosa cambió con la llegada de Peter Jackson y su películas de El Hobbit, precuela de la megapopular trilogía de El Señor de los Anillos. Se hizo mucha publicidad sobre el hecho de que sería la primera película con un lanzamiento mundial en 48 cuadros de animación por segundo, alegando que se vería mucho más fluida y sería “más realista”.

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Cuando la película llegó a los cines a finales de 2012, las presentaciones a 48 cuadros fueron un desastre. Las personas abandonaban las salas a mitad de la función por culpa de mareos y los críticos alegaron que la alta fluidez del movimiento hacía que todo luciera “más falso” porque la artificialidad de muchos de sus elementos y efectos resultaba más obvia.

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Estas críticas hicieron que muchos cines alrededor del mundo decidieran presentarla a 24 cuadros a pesar de tener equipo capaz de reproducirla a 48. Pero la gran verdad es que, para ese momento, la gran mayoría de los cines simplemente no tenían el conocimiento o la maquinaria necesaria para presentarla de ese modo.

A pesar del mal recibimiento que tuvo, Sus secuelas —La desolación de Smaug y La batalla de los cinco ejércitos— también fueron lanzadas como presentaciones en 48 cuadros por segundo. Pero ocurrió lo mismo y la gran mayoría de cines alrededor del mundo decidieron proyectarlas con la velocidad tradicional. Parece que el mundo no estaba listo para lo que algunos predijeron que sería “una revolución en la forma de ver películas” o al menos la tecnología no lo estaba.

La apuesta de Ang Lee

Mientras todo esto ocurría, cortometrajistas como Curtis Clark y documentalistas como Victor Kossakovsky seguían experimentando con filmaciones y proyecciones de alta velocidad, pero seguían sin llegar al gran público. El siguiente gran nombre en apostar por este formato fue el director taiwanés Ang Lee, recordado por películas como El tigre y el dragón y Secreto en la montaña.

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En 2016, Lee estrenó la película bélica Billy Lynn: Honor y sentimiento, grabada en resolución 4K, 3D y 120 cuadros por segundo.

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Con este filme —que contó con las actuaciones de Vin Diesel y Kirsten Stewart— Lee pretendía dar “un salto revolucionario” para el cine. El problema es que solo seis salas de cine en todo el mundo tenían el equipo necesario para presentarla con su total resolución y velocidad: tres en Estados Unidos y tres en China. Fue presentada de modo más tradicional en el resto del mundo, pero solo con un lanzamiento limitado. Eso, sumado a las críticas que la calificaron de mediocre, hizo que no fuera la revolución esperada.

Pero Ang Lee no se dió por vencido y volvió a intentarlo de nuevo apoyado por una de las estrellas de cine más populares del planeta: Will Smith. Su película Proyecto Géminis —que fue en parte filmada en Cartagena, Colombia— también se grabó a 120 cuadros por segundo.

Nuevamente ocurrió lo mismo. La gran mayoría de cines del mundo la proyectaron a los tradicionales 24 cuadros y las malas críticas la enterraron. Fue un fracaso de taquilla. Los pocos que la vieron a 120 cuadros criticaron el “look poco cinematográfico” que tenía y la forma en que la alta fluidez hacía que los efectos de rejuvenecimiento en el rostro de Will Smith se vieran más falsos.

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El retorno del rey: James Cameron

Justo cuando parecía que era imposible escapar de los 24 cuadros por segundo en el cine, llegó James Cameron con la secuela del filme que había revolucionado la industria más de una década atrás.

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Cameron tenía muy claro cuáles eran los defectos de la alta velocidad de cuadros, así que tomó dos decisiones que impactarían en la forma que hizo Avatar: El camino del agua.

La primera es que no todas las escenas de su historia se beneficiarían de esta velocidad. El director no veía razón para que escenas de diálogos o de interacciones de baja intensidad entre personajes corrieran a más de los 24 cuadros de siempre. Es más, presentarlas a 48 podría hacer que el movimiento de la boca o los ojos en los diálogos lucieran mal, así que definió que la velocidad de la película sería dinámica. Solo los momentos bajo el agua, de vuelo y en los que quería resaltar la belleza de los escenarios estarían a 48 cuadros.

La otra decisión fue crear una nueva tecnología. Cameron no quería que los Na’vi lucieran “como en un noticiero o telenovela” (las más comunes comparaciones que hacen quienes han visto películas a alta velocidad). Así que en colaboración con la plataforma TrueCut Motion de Pixelworks dieron forma a un nuevo formato de grabación que presentaba el filme de forma más fluida a alta velocidad, pero manteniendo el “look cinematográfico”.

Miren el siguiente video para que entiendan de qué hablamos.

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Gracias a esto, Avatar: El camino del agua es la película más bella que hemos visto en cines. No exageramos. Si van a verla a un buen cine en 3D que pueda presentarla a 48 cuadros por segundo (la mayoría de proyectores modernos pueden hacerlo), van a comprobarlo por ustedes mismos. Las escenas de este filme, especialmente las submarinas, son realmente evocadoras.

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Ya veremos si así como la primera Avatar desató la fiebre por el 3D, esta desata una fiebre por las proyecciones de alta velocidad. Solo esperamos que si eso pasa, los cineastas hagan bien la tarea y no se limiten a hacer una conversión barata en la postproducción.

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