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'Drive My Car' y el poder sanador del arte

La ganadora del Óscar a Mejor película extranjera es si nduda una de las mejores de este año.

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Crítica de Drive My Car.

La introducción de Drive My Car, que se extiende hasta cuarenta minutos antes de los créditos de apertura, nos presenta a Yusuke, un actor y director de teatro que está en sus cuarenta-y-tantos, cincuenta años junto a su esposa Oto, escritora de guiones para series de televisión. Las explosiones de creatividad necesarias para su trabajo surgen en la intimidad del sexo de la pareja, momento en que su cuerpo y mente reciben la estimulación necesaria para crear historias. Después del sexo, algunas parejas más acartonadas comparten un cigarrillo, Oto y Yusuke dialogan los argumentos que detonaron mientras tenían sexo.

Por Edgar Medrano // TheMedra

En una tarde, Yusuke está en camino al aeropuerto para tomar un vuelo. Al llegar, le informan que ha sido cancelado. Al volver a casa encuentra a Oto teniendo sexo con alguien más joven que él. Después, nos enteramos de que se llama Takatsuki y que es actor. En silencio los observa. En silencio da la vuelta y sale de su casa. La relación continúa sin contratiempos, sostienen sus rutinas sin tropiezo alguno. Pasados unos días, Oto le dice a Yusuke que necesita hablar algo él. La conversación nunca se da. Yusuke, más tarde, al llegar entrada la noche a su apartamento, encuentra a Oto muerta. La causa: una hemorragia cerebral. Así queda abierta una dolorosa puerta para el protagonista, que no tiene idea de cómo cerrar.

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Después de los créditos la historia se ubica dos años después, Yusuke está en Hiroshima dirigiendo una adaptación de una obra teatral de Chejov, en la cual selecciona a Takatsuki para el papel principal, sin importar que este había aplicado para un papel secundario. Así inicia una extraña relación entre maestro y discípulo, en la que subyace una tensión sin resolver. En uno de sus tantos intercambios, Yusuke y Takatsuki comparten una de las historias que Oto componía durante el sexo. En esta conversación, ambos se dan cuenta que comparten una de las historias de Oto. Uno conoce el principio, el otro el final. Historia que configura una metáfora de sus sentimientos con relación a su matrimonio. Sentimientos que no podía expresar de manera explícita a su esposo, ya que a todas luces la relación se sostenía sobre la fachada de ser un matrimonio feliz.

La escritura de guiones parecía ser el escape de Oto, su arte, la creación de textos para televisión, fue la herramienta para expresar lo que no podía a su esposo. Era su manera de comunicar lo que no podía. Yusuke queda doblemente herido con esta revelación. Primero, queda convencido que defraudó a su difunta esposa. Segundo, si Takatsuki conocía el resto de la historia, su relación con Oto era algo más que un simple amorío.

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La adaptación de Tío Vania, obra de teatro de Chejov, amplifica la relación entre el arte y las personas que lo crean. En la obra son partícipes Yusuke y Takatsuki junto a un grupo de actores de distintos países asiáticos. Durante las prácticas, los diálogos de los personajes terminan siendo el boquete por el cual el artista vuelca lo que tiene dentro. En la obra, actuar no es solo pretender ser o interpretar a un personaje. Los diálogos de la obra concretan el sentir del actor que los declama. Ellos, como personas, parecen no tener las palabras, pero, mediante el arte, tienen esa catarsis que les permite exteriorizar eso que les azota por dentro.

Drive My Car resalta cómo el arte nos encara a verdades difíciles, esas que precisamente buscamos evadir. La obra tiene el riesgo de explotar las sensaciones de culpa, decepción y celos de sus intérpretes. Emociones que son enterradas y acalladas en sus rutinas diarias. Los personajes de la película tomarán decisiones como artistas que implicarán un alto costo emocional o un escape al gran muro que enfrentan. El carro rojo (Un viejo Saab 900) y Tío Vania terminan siendo el vehículo literal y figurado de Yusuke en el camino de explorar su relación con su esposa y reconocer sus verdaderas emociones hacia su matrimonio y su pareja. Misaki conduce el Saab 900. Chejov conduce el vehículo de los sentimientos de Yusuke. Drive My Car es el vehículo de la audiencia en la sala de cine.

Mediante estas reacciones al arte, la película se establece como una meditación de la creación artística como vehículo de autoexploración y comunicación. En específico sobre los sentimientos de culpa y los duelos que vivimos como consecuencia. Puede decir cosas que nos cuesta decir o no sabemos cómo expresar. La dificultad está en permitirnos ser vulnerables y tener la voluntad de escuchar. El arte nos puede afectar de maneras que no podemos anticipar. Por ejemplo, una película de tres horas nos puede aburrir o irritar. Pero, en ocasiones, si le damos la oportunidad, nos puede mostrar el camino del invierno hacia la primavera.

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