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'El juego del calamar' y 'You': ¿Qué hay detrás de la adictiva fórmula de Netflix?

En las series populares de las últimas décadas es más común que mueran los protagonistas. Sabemos que va a pasar pronto, y que va a salir mal, pero queremos seguir viendo. ¿Por qué nos engancha tanto esta fórmula?

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You, serie de Netfix, regresa en octubre para su tercera temporada.
Foto: Netflix.

Poco después de que la serie coreana El juego del calamar -escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk- se convirtió en la más vista en Netflix Estados Unidos, You, protagonizada por Penn Badgley, le arrebató el puesto (aunque solo en ese país, puesto que El juego del calamar es la serie más vista en la historia de la plataforma en todo el mundo). ¿Qué hay detrás de las producciones de Netflix que parecen tener la fórmula de la adicción a las series?

Por Lilo Peñuela González

Es poco probable que El juego del calamar sea reemplazada por You como la serie más vista de la plataforma. Pero curiosamente ambas series, en un periodo muy corto de tiempo, despertaron una clase de consumo basado en el morbo y en obligarnos a querer ver cómo empeoran las cosas.

Aunque nos sintamos incómodos viendo estas ficciones y sintamos el impulso de taparnos los ojos y detenernos, las seguimos viendo.

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Lo imposible de ver

En 2019 un grupo de críticos y académicos recopilaron, en un libro llamado Unwatchable (Imposible de ver), diferentes ensayos de autores que analizan lo "imposible de ver" en imágenes retratadas no solo en la ficción televisiva o fílmica, sino también en las noticias y medios de comunicación.

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Son imágenes imposibles de ver por razones morales o porque afectan nuestra sensibilidad e incluso pueden afectar nuestra salud mental.

En la introducción del libro muestran cómo una imagen es la representación de nuestra sociedad hoy en día respecto a las imágenes que vemos en nuestras pantallas todos los días. Esta corresponde a una noticia de un medio satírico llamado The Onion, algo así como un Actualidad Panamericana gringo.

En la foto se ve a un hombre cubriéndose los ojos con una mano mientras sostiene el celular en la otra. El titular decía “La mayoría de americanos ahora recibiendo las noticias mientras ven entre sus dedos”.

Esa imagen es una fiel representación del modo en el que consumimos series en la era del streaming: aunque nos incomode y sea “imposible de ver” lo seguimos haciendo.

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Por ejemplo, el fenómeno serial de este milenio, Game of Thrones, estaba lleno de violencia. Cada vez que uno se encariñaba con un personaje, lo mataban. ¿No pasa lo mismo con la nueva serie más popular de Netflix, El juego del calamar? ¿No suena como exprimir la fórmula?

Cada escena de El juego del calamar es difícil de ver: sangre, vidrios rotos, tiros, violencia. Pero, ¿por qué no puedo dejar de verla?

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Sabía que todos se iban a morir, solo que al contrario de GoT, en la que uno esperaba que dejaran de matar a los personajes, me quedaba viendo el televisor para saber cuál iba a ser el siguiente juego letal y quién era el próximo en morir. Después de ver el final de El juego del calamar uno queda sorprendido. Finalmente no entiende mucho lo que pasó, pero tampoco quiere una continuación. Ya estuvo bien. Deja una sensación de cansancio.

Intuitivamente, con You, uno espera que después de ese final tan triste en la segunda temporada las cosas sí mejoren esta vez y que nadie siga muriendo. La pareja protagonista ya tiene un bebé, ¡es hora de dejar de estar matando a todo el mundo!

O bueno, está bien, puede que eso no sea lo que queramos en el fondo.

Para los que no la han visto, You es otra serie que expone situaciones que nos parecen explícitamente familiares. La historia de la pareja protagonista, Joe Goldberg y Love Quinn, empieza como en un cuento de hadas en su nueva vida suburbana.

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Sin embargo, Joe cambia su interés por Love y se fija en Natalie (la vecinita que tiene antojo). Tal vez Joe ha cambiado y realmente quiere cumplir con su rol de padre y esposo mientras que Love hace todo lo posible por ser mujer, esposa, empresaria y madre.

Alerta spoiler

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El problema es cuando Love no puede controlar sus impulsos y asesina a la vecina por celos. De ahí en adelante se desencadena una serie de eventos en las que “Love no se puede controlar” y en la que Joe está tratando de hacer lo posible por cumplir su papel y mantener unida a su familia al cubrir las huellas de las acciones de su esposa.

Estos dos no salen de un asesinato para entrar en otro…

La vida cotidiana

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Las ficciones televisivas como las de estos shows captan nuestra atención porque muestran eventos que atraviesan la vida de todos. Son recursos de guión universales como un divorcio, una relación, la quiebra, el desempleo, etc.

El juego del Calamar es una historia que en un principio nos hace pensar que los protagonistas que fueron al juego merecen su destino, pero mientras se desarrolla la trama, nos damos cuenta que estas personas son víctimas de las deudas, el desempleo, la desigualdad y la falta de oportunidades del capitalismo salvaje en el que vivimos.

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Seong Gi-hun es un hombre adicto a las apuestas, no es buen hijo y por andar gestándose la plata en otras cosas no es capaz de hacerle una celebración de cumpleaños decente a su hija. Cuidar al otro no es lo suyo, al menos por fuera del juego, porque una vez llega a ese extraño lugar es él quien se encarga de su “equipo” y de cuidar ciertos valores de unidad. Su personaje se reivindica. Creemos que puede cambiar.

Por otro lado, es gracioso ver cómo en medio de los asesinatos de You abordan, por ejemplo, la rutina de una pareja o lo que pasa después del periodo de luna de miel. Joe y Love van a terapia y, obviamente, no le cuentan sus secretos más oscuros a su terapeuta, pero sí expresan cómo se sienten. (Debo confesar que cuando este par iba a terapia me reía mucho y hasta sentía que podían llegar algún día a ser un poco cuerdos).

Detrás de los problemas de pareja también hay un contexto familiar inmediato. La serie no ignora lo que pasó en la pandemia. Se ubica, de hecho, en un mundo postpandemia en el que se empieza a retomar la normalidad.

Sus vecinos, una pareja de residentes del suburbio californiano Madre Linda, por ejemplo, es antivacunas: Gil y Margaret Brigham no conciben cómo le pueden inyectar químicos a los niños para prevenir enfermedades que, según ellos, sus cuerpos están en capacidad de defender a punta de anticuerpos.

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Al pequeño Henry, el fruto del amor o lo que sea entre Love y Joe, le da sarampión porque Gil y su esposa son antivacunas y sus hijas se la contagian. Al enterarse, Love no reacciona tan bien. Otra vez, no controla sus impulsos y le rompe la cabeza al pobre antivacunas, que termina suicidándose después de que la pareja de esposos conoce el secreto más oscuro de su familia.

La sensación de incomodidad una vez se acaba

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Darse cuenta de que uno consume programas de televisión por morbo es incómodo. Si sé que toda esta gente se va a morir y que cada vez que muera alguien el marranito alcancía gigante se va a llenar ¿por qué sigo viendo esto? ¿por qué si ya me di cuenta de que Love va a matar a la gente por intolerante y de que Joe va a seguir stalkeando mujeres sigo enganchada y a veces hasta me da risa su dinámica de pareja?

Al final, lo incómodo es haber seguido una serie en la que todo el mundo tiene que morir para reivindicarse; llegar al punto de considerar benéfica la muerte del otro para esa redención.

Como planteó el crítico de arte Arthur Danto con su categoría del arte perturbador: estas series son como obras de arte que confrontan a los espectadores con situaciones de la realidad para producir reacciones continuas con las de la vida real. Son representaciones que rayan entre lo real y lo ficcional.

No podemos parar de verlas porque, como en el arte, estos dramas nos enfrentan a nuestra cotidianidad así sea representada en hipérboles.

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