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“Rebelión”: un paso necesario, pero no completo, en la mirada a una leyenda

Rebelión es un perfil entre lo delirante y lo pesadillesco, entre lo fatal y lo épico, de la vida de Joe Arroyo, figura fundamental de la música colombiana.

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Rebelión, película sobre El Joe Arroyo
// Rayuela Films

Rebelión, dirigida por José Luis Rugeles (García, Alias María), escrita por el propio Rugeles, Chucky García y Martin Mauregui, vuelve a llevar la vida de Joe Arroyo a la pantalla, luego de que hace un poco más de una década lo hiciera la telenovela de RCN, El Joe, la leyenda.

Por Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti

Afortunadamente, Rebelión se zafa de la necesidad de hacer un recorrido cronológico por la vida del cartagenero, ni hace un resumen de sus momentos más importantes, sino que es un perfil entre lo delirante y lo pesadillesco, entre lo fatal y lo épico, de la vida del Joe.

En las grietas de las escenas misteriosas y oscuras que arman la película, y que ocurren en su gran mayoría en interiores reflejando lo encerrado en sí mismo que siempre estuvo el personaje (y en últimas, lleva a pensar si ese no es el fatídico e inevitable precio de la fama), se cuela la luz, la música misma, y una ensoñación de cómo nacieron canciones tan lindas como Tal para cual, Rebelión, o Yamulemao.

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Por los mismos días del estreno en cines de Rebelión se estrenó la serie de Netflix Goles en contra, que cuenta la historia de la muerte del futbolista Andrés Escobar. No la he visto, no sé si es buena o mala, pero leí que el hermano del difunto defensa, Santiago, dijo:

“A nombre de la familia les quiero expresar que estoy indignadísimo, igual que toda mi familia, porque la gente de Netflix no tuvo la delicadeza de contar con nosotros ni de por lo menos preguntarnos o decirnos que iban a hacer una serie sobre Andrés. (…) Esto es una falta de respeto que tanto a Andrés como a todos ellos que fueron tan grandes los hayan metido en una serie tan asquerosa y perversa, donde lo único que pretenden es vender y comercializar la imagen de Andrés y a todos los jugadores de la selección, incluido el cuerpo técnico”.

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Habría que decirle a Santiago que sí, que lástima que no le haya gustado ni lo hayan consultado, que incluso podemos debatir si es válido que ajenos se lucren sobre una historia que no les pertenece, pero finalmente ninguna serie o película biográfica (ni perfil periodístico, dicho sea de paso) va a contar LA verdad sobre la vida de una persona.

Tal vez la única forma sería rodearle 24/7 de cámaras ocultas, como un reality en modo turbo, y transmitir ese material audiovisual sin editar. Y quién sabe si incluso así se logre. El caso es que este tipo de productos culturales muestran el punto de vista de alguien sobre la vida de otro alguien. Nada más y nada menos.

Dicho esto, Rebelión es un retrato de un genio innato, visceral y desaforado. La película escoge contarlo, en momentos aleatorios de su vida (muchos que seguramente nunca sucedieron, pero sirven para ilustrar la idea), como un personaje que logró ubicar emociones muy tristes en sonidos muy alegres, ahogado en la soledad de la fama, hijo de padre ausente, padre ausente, presa de las sustancias, pero incansable en su necesidad de hacer música que honrara su herencia africana.

Hay muchos hechos fragmentados e insinuados, poco afán de botar una lista de datos biográficos, y más bien un constante protagonismo del Joe en todas las escenas embadurnadas de compasión por el personaje.

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Finalmente, estamos hablando de mártires modernos. Gente que se encarga de divertirnos y nosotros desechamos cuando ya no nos son útiles.

Pero, ¿era la única forma de presentar al Joe? Sí, sabemos que su adicción a la droga fue un lastre eterno, o que la fama tiene su lado oscuro. Pero el Joe amerita una segunda, tercera y hasta cuarta película que muestre otras dimensiones que en Rebelión no son protagonistas. Por ejemplo, su música fue un singular punto de encuentro entre África y el Caribe, tan única, tan excelsa, que en el Carnaval de Barranquilla tuvieron que crearle el Super Congo de Oro para consagrarlo en una categoría fuera de competencia. Por ejemplo, la increíble historia de su amistad con Bob Marley también es otro encuentro titánico en el que vale la pena hurgar. Por ejemplo, ya conocemos mucho de los procesos creativos de los artistas anglo; ¿y si miramos los procesos de nuestras propias leyendas, que representan otra forma de pensar la música? O incluso, hurgar en ese espíritu contestario y orgulloso que consagró una canción como Rebelión que, décadas luego de su aparición, sigue y sigue sonando.

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Ya sabemos qué mató al Joe, y es un lugar común en las muertes trágicas y tempranas de muchas figuras de la cultura popular contemporánea. Pero, ¿qué pasa si pensamos en lo que lo tuvo vivo?

Ojalá nuestra industria cinematográfica fuera como la gringa que ha logrado contar tantas patas de su historia y perfilar a sus protagonistas desde todos los ángulos. Se han dado la oportunidad de mirarse al espejo y encontrarse sus virtudes y defectos. Necesitamos más tributos a genios como el Joe, y honrar estas figuras irrepetibles y rebeldes de la historia nuestra, caballero. Por ahora, comencemos con esta Rebelión.

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