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¿Debería el cine ser una materia obligatoria en los colegios y universidades?

¿Nos interesa llevar el cine a las aulas?¿Debemos enseñar a hacerlo? Este fue el debate en el VI Foro Egeda Fipca sobre el audiovisual iberoamericano.

607712_La Semilla del Silencio
La Semilla del Silencio

Siempre se ha dicho que la educación es el fundamento de una sociedad, aunque paradójicamente en estos tiempos de turbulencia política colombiana, ni siquiera aparece en las propuestas fundamentales, desplazada por discursos como el de la seguridad democrática, la supuesta lucha anticorrupción y el proceso de paz.

El divorcio entre la educación y las políticas públicas es evidente, por lo menos con el protagonismo que debería tener, si la entendemos como la herramienta de construcción de una mejor sociedad, una con valores claros y fuertes.

Aquí en Madrid el panorama no es diferente y eso quedó claro en el VI Foro Egeda Fipca sobre el audiovisual iberoamericano, que tuvo lugar en el marco de los Premios Platino 2017 que se realizarán este sábado 22 de julio, tocando un tema que en los años que llevo cubriendo cine casi nunca había escuchado como parte de una agenda seria: el papel del cine en la educación.

¿Nos interesa llevar el cine a las aulas?,¿debemos enseñar a hacerlo? Estas preguntas fueron parte del hilo conductor del debate y es entendible si estamos conscientes de la realidad en la que vivimos actualmente: por cada hora de lectura hay 10 de consumo audiovisual. Esto no es un secreto, las redes sociales lo saben y los medios también. Entonces no parece extraterrestre preguntarse cuál es el papel del cine en todo esto.

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El poder del séptimo arte para generar identidad, memoria y cultura ha sido establecido de sobra, por eso maquinarias como la de Hollywood se han encargado de implantarnos los valores (o antivalores) de su cultura sin piedad. Partiendo de esta premisa lo que puede aportarle el cine a la educación en valores es incuestionable, pero para eso se necesita no solo el fortalecimiento de la industria cinematográfica de Iberoamérica, que por lo menos en número de producciones está sucediendo, sino una serie de procesos paralelos que no se están dando como quisiéramos: formación de públicos, distribución comercial equitativa de las películas con las de las superproducciones de Hollywood, etc.

Pero tal vez uno de los problemas más graves identificados en el foro fue la falta de formación de los mismos maestros en un arte como el cine para llevarlos a las aulas y transmitirlo a sus estudiantes. “Lo primero es educar a los educadores”, dijo Enrique Vargas, Coordinador del Espacio Cultural Iberoamericano (SEGIB) y tiene toda la razón, porque como lo afirmó, el tema con la educación ya ha superado el terreno de la cobertura para llegar al de la calidad.

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Para otros panelistas como Max Trejo Cervantes, Secretario General del Organismo Internacional de Juventud para Iberoamerica, debería construirse toda una plataforma de conocimiento para que no sólo dependa de lo que pasa en el aula, porque dice que hay muchas vertientes para aprender de cine. En este punto aparecen muchos proyectos interesantes en digital que ya se están haciendo como la plataforma Retina Latina y Pantalla Casi.

¿Pero no será tarde para una iniciativa como esta? Hay voces que lo cuestionan: “La educación es la más elefante de las burocracias, siempre llega tarde y se queda en el pasado. ¿Será que el futuro está lejos del cine? No es gratuito que directores estén migrando hacia nuevas formas de consumo de esta generación”, dijo Joan Álvarez, Director General Academia de Cine de España. Y ese es el temor para muchos, que el ideal romántico del cine haya sido desplazado por nuevos formatos del audiovisual.

“El consumo en la casa de cine nos vuelve más egoístas, menos colectivos, por eso siempre será necesario verlo en salas como parte de un acto social, agrega Ángel Gonzálvo, Director de Un Día de Cine, del Gobierno Aragón. Ya esta discusión tuvo buena tela por cortar entre Netflix y Almodovar en Cannes, cuando el director español afirmó que si dependiera de él nunca una película de televisión ganaría en Cannes. Meter cine por meter cine no funciona en los jóvenes, habría que buscar cuáles son sus intereses, dijeron otros.

Si a esto le sumamos que no se está produciendo en Iberoamérica suficiente material cinematográfico dirigido para el público infantil, lo que es una paradoja entendiendo que es en primaria donde debería comenzar la formación, más los problemas de derechos de autor para utilizar esas películas en los planteles educativos, tenemos dos graves dificultades a superar.

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Pero aunque el panorama no es alentador no se puede perder el horizonte de lo importante: cómo crear un vínculo entre jóvenes y el cine que dure más allá de la escuela, porque no se puede perder la perspectiva de que los maestros son solo facilitadores del proceso educativo y la idea es la formación de valores de nuestras sociedades y la construcción de nuestra propia identidad que permita luego la superviviencia del cine como arte, entretenimiento y herramienta cultural en un proceso de doble vía.

Estamos hablando de temas difíciles y como tal no tiene soluciones fáciles, pero justamente estos foros sirven para dialogar sobre un conjunto de acciones que pueden acercarnos al objetivo, así muchos digan que estas discusiones se quedan en lo académico, porque los que toman las decisiones políticas pecan por su ausencia.

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Cine y educación, una relación sobre la que hay que hablar sí o sí.

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