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Game of Thrones, Black Mirror y una terrible lección para las series del futuro

¿Podría la tristeza en la última temporada de Game of Thrones cambiar el modo en que se harán series en el futuro?

640679_Game of Thrones // HBO
Game of Thrones // HBO

La temporada final de la megaproducción de HBO Game of Thrones no le gustó a mucha gente. La crítica especializada de los medios más populares rajaron de todas las formas posibles de los últimos giros de guion y la forma en que se resolvieron muchos de los conflictos que empezaron a conocerse en la primera temporada. Que Ghost, el lobo de Jon, no merecía irse sin siquiera recibir un abraz; que el Rey de la noche no debió morir tan pronto, que a Cersei no la podía matar una piedra en la cabeza, etc. Pero más allá de la crítica de los medios, entre los fans, hay un preocupante ejercicio de negación. Y si le prestamos mucha atención podría tener consecuencias catastróficas para la narrativa de ficción en el futuro.  

Primero detengámonos en lo que dijo la crítica especializada o “especializada” de Twitter sobre Game of Thrones. Muchos coincidieron en que se esperaba una mejor resolución de ciertas subtramas, de acuerdo con criterios específicos como la verosimilitud de la historia o el arco de los personajes. Y, hasta ahí, todo tiene sentido. Es cierto que, al ser una serie inspirada en el universo construido en los libros de George R. R. Martin, muchos sobrepasaban el conocimiento de lo que se había puesto en pantalla y tenían expectativas cruzadas con lo que sucedió en el papel; por ejemplo, en la importancia de los lobos huargos o de las profecías de las sacerdotisas rojas. Pero, como dijeron desde un principio los productores de la serie y hasta por el mismísimo Martin, la la TV es una historia independiente.

Eso sí, dentro de esa historia, bien es cierto que pudieron existir baches de guion. Puede que por uno que otro descuido nos hayan hecho trampa incluyendo momentos que pareciesen, como le llaman los guionistas, Deux ex machina: es decir, eventos ocurridos de la nada, sacados de la manga sin haberlos construidos desde antes. Aunque en todos los casos es debatible porque muchos interpretaron los guiños de diferentes formas, por ejemplo, se habla mucho del hecho de que Arya haya sido quien matara al Rey de la noche y de la inoperancia de Jon; o de la repentina velocidad del dragón de Khaleesi en el último ataque a Kingslanding. También fueron acusadas las estrategias de guerra, a veces tan efectivas y a veces tan torpes. Las críticas, sin embargo, caben dentro de lo que se puede criticar a una obra.

(Vea: Rehacer la temporada 8 de 'Game of Thrones' y más peticiones online absurdas)

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Pero, pasando la discusión a un segundo nivel, hay que detenernos en la importancia que le están dando los fans a la resolución de la serie. En redes sociales aparecieron oleadas de comentarios de tristeza y decepción. Tanto así que circula ahora una absurda campaña para que la temporada final de GOT sea regrabada. Sí: los fans quieren intervenir en una obra televisiva, propiedad de HBO, y cuyos derechos fueron comprados a un escritor, pero que, en su temporada final, estuvo exclusivamente a cargo de los dos productores David Benioff y D.B. Weiss. ¿Por qué cuesta tanto aceptar que una obra no termina como quisiéramos, o como pensamos que debería hacerlo? Es ahí donde da terror pensar en el futuro.

Una posible respuesta está esbozada en el más reciente capítulo/película de Black Mirror, Bandersnatch. Fue un episodio interactivo en el que cada usuario escogía las acciones del personaje. El final, podía variar de acuerdo con las elecciones. Aunque algunos caminos, desde luego, eran tan aburridos que implicaban devolverse y volver a empezar para que valiera la pena la historia.

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En la lógica del episodio interactivo de Black Mirror, que es también la lógica de los videojuegos, el espectador interviene directamente en la historia de su héroe. Deja de ser un espectador y se convierte en un usuario. Así que, si a alguien no le complace cómo va la historia, simplemente, hace uso de la opción que le ofrece la plataforma: apagar y volver a empezar. O, como hicieron muchos, recorrer todos los caminos posibles.

¿No es esto una muestra de estamos llevando a las historias de ficción una lógica de consumo demasiado complaciente? ¿No se parece mucho a la idea del consumo responsable, en la que el consumidor es, en últimas, responsable por el daño ocasionado por su producto y en la que pareciera que si el producto es malo, está eximido de la culpa?

¿Es decir que, si me considero buen guionista, debo prepararme para ver, única y exclusivamente, contenidos que se adapten a mí o a mi ideal de un buen final? ¿Lo que vemos/consumimos no puede ser simplemente malo?

Por @davidchaka

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