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‘Ibiza: The Silent Movie’: Música, historia y realidad de la mítica isla

Dentro de la selección de películas de IndieBo 2020, esta producción nos permite conocer las entrañas de la famosa isla española donde la cultura del club

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Ibiza: the silent movie poster

Detrás de Ibiza: The Silent Movie está Julien Temple, un tipo ligado a la producción audiovisual de los últimos cuarenta años. Y no es cualquier nombre. Ha dirigido documentales musicales de punk (The Great Rock and Roll Swindle, The Filth and the Fury o Joe Strummer: The Future Is Unwritten). Su talento ha servido también para dirigir videoclips de artistas como Jean Michel Jarre, Depeche Mode, The Kinks, The Rolling Stones o David Bowie. Casi nadie. Pero su más reciente producción es un documental que va más allá de la música. Ibiza: The silent movie fue lanzada en el año 2019 y tardó dos años en ser realizada.

Por: José ‘Pepe’ Plata // @owai

Para nadie es un secreto que la pequeña isla, cuyo nombre en lengua balear quiere decir Eivissa, y que junto a Mallorca, Menorca, Formentera y otros islotes forman el archipiélago de las Islas Baleares, es uno de los lugares más reconocidos en el planeta por su vida nocturna.

Sus discotecas, sus noches extendidas de fiesta que pueden comenzar a las siete de la noche y pueden durar más allá de doce horas; sus playas llenas de mujeres con cuerpos esculturales y hombres con músculos marcados; los yates de millonarios, la gente que viene de vacaciones y termina quedándose, las temporadas de fiesta que pueden durar más de seis meses cuando un verano solo dura tres y más son parte de esta narración audiovisual donde no hay narrador, donde todo se cuenta con música y archivo.

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Y es que esta pequeña isla ha sido clave para la humanidad durante siglos. Temple lo sabe y lo supo explorar a través de una narración que nos lleva a conocer cómo los fenicios fueron sus primeros habitantes en el 640 antes de Cristo. La mano del hombre hizo que se transformara y de qué manera. Sus grutas y accidentes naturales fueron testigos de cómo Ibiza vivió la dominación de los romanos y los árabes por varios siglos. Un mix cultural hizo que por esta tierra circularan poderes místicos, que las sirenas murieran y que Nostradamus la anunciara como el último rincón del mundo.

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Temple nos muestra además cómo ese pequeño lugar se convirtió en un refugio de intelectuales exiliados como Walter Benjamin, Tristan Tzara y Albert Camus. La llegada de esas ideas nuevas, frescas y marginales tuvo un efecto definitivo. Mientras los habitantes tradicionales vivían en condiciones deplorables y donde algunos solo vivían para los cultivos y la pesca, vieron cómo poco a poco la isla comenzó a ser objetivo militar nazi y luego franquista.

La vida bohemia vio llegar el jazz, el mambo, el hippismo y algo que cambió todo: su conversión en destino turístico europeo. Curiosamente fue Francisco Franco quien vio el potencial de este lugar. A partir de los años cincuenta comenzaron a verse grupos de alemanes, ingleses, franceses y españoles como visitantes asiduos del verano. Los turistas se convirtieron en la masa humana más notoria en la zona.

El turismo de fiestas comenzó en los sesenta cuando las primeras discotecas aparecieron y llamaron la atención de aquella Europa que despertaba de la Segunda Guerra Mundial. Poco a poco las discotecas se convierten en los templos de peregrinación y en donde las tendencias musicales aparecen por primera vez. No eran cualquier discoteca. Eran discotecas gigantes, construcciones costosas y suntuosas, en las que no hay límite para el gozo. Space, Amnesia, Pachá y muchas otras han sido los templos de la diversión. Pero también hay lugares que escapan de esto y caen en otro: el de ser lugares para la mercantilización de la espiritualidad.

Disco, house, tecno, balearic beat, minimal y todos los demás géneros de la electrónica se convirtieron en excusa para que por allí circularan drogas, las mafias, la prostitución, los desmanes y lo que es, en últimas, la realidad actual de Ibiza: un lugar en el que quien tiene dinero goza y lo comparte con selfis, donde los condominios, hoteles y villas para el descanso se convierten en parte de un mercado especulativo.

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‘London: the modern Babylon’, o una carta de amor a una ciudad inquieta Como siempre pasa, sus habitantes son los que sufren; los que recuerdan a la isla como ese entrañable lugar de España, a medio camino entre Europa y África. Son ellos los que buscan vivir allí pesar de todos los movimientos que la han afectado para bien o para mal. En Ibiza no hay punto intermedio.

Para contarnos esto Temple utilizó recursos que nos remontan al clásico cine mudo. Pero su destreza visual hace que la isla y su iconografía se convierta en protagonista. Hacer algo como esto tuvo también un trabajo de filigrana sonora a cargo del grandísimo Fatboy Slim.

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Semejante dupla se complementó con un gran grupo que, en 92 minutos, nos presenta una obra única. Una que es capaz de hacer que Ibiza sea una referencia para por los menos cinco generaciones de aficionados a la cultura del club y en donde no hay cómo negar una historia y un legado que la hace ser un lugar preciado para todos: ricos, clase media o pobres. Todos saben o intuyen qué pasa allí.

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