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Llegar tarde a Game of Thrones es navegar en Internet Explorer

Esta noche, cuando el invierno llegue, yo estaré escondida debajo de mis cobijas y desconectada de todas las redes sociales

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Cortesía prensa HBO

Hace tres años, cuando terminaba la sexta temporada de Game of Thrones, escribí sobre cómo era vivir sabiendo poco o nada de los siete reinos. Ahora, que sucumbí a la presión social por ver la serie, me siento como navegando en Internet Explorer. Llegar 8 años tarde a la primera temporada es esquivar cualquier referencia que pueda considerarse spoiler aunque, claro, después de tantos años nada es realmente un spoiler.

Por Carmenza @ZaCarmenza

En el momento exacto en el que estoy escribiendo este texto, hacen falta menos de 12 horas para el estreno de la octava y última temporada y yo apenas voy empezando la segunda. Yo misma, en el texto que escribí en 2016, ya me conté que existe alguna relación entre Hold the door y Hodor, aunque yo apenas me esté encariñando con el personaje y todavía no entienda muy bien de qué va el asunto. 

Ya vi que Cersei Lannister tiene nuevo corte de cabello, que Arya Stark sigue combatiendo los estereotipos de género y que, pese a que en la serie matan a todo lo que camine, el cabrón de Varys sigue con vida. A estas alturas, soy como el Partido Comunista Colombiano que todavía no se entera de la caída del muro Berlín o como el Centro Democrático fingiendo sorpresa ante las sentencias que confirman –sí, luego de 10 años- la responsabilidad del Estado en los falsos Positivos. Soy como una votante de De La Calle o Fajardo, ignorando toda evidencia que pueda confirmarme la subida de un tirano al trono de hierro.

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Mi objetivo es ponerme al día antes del capítulo final de la serie para poder ser parte del éxtasis colectivo en directo y no en diferido. Por coherencia con mi yo actual que ya no se reconoce en la que escribió aquel texto en 2016, el próximo año también estaré lista para la Copa América y para el regreso de eh eh epa Colombia.

Debo asumir mi derrota con el honor de la Casa Arryn y reconocer que no vi más allá de la cuarta temporada de Orange Is The New Black o que Jessica Jones, esa otra serie de la que me jactaba en 2016, fue cancelada por Netflix.

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Esta noche, cuando el invierno llegue, yo estaré escondida debajo de mis cobijas y desconectada de todas las redes sociales, tal como le recomendaba  hace años a quienes se quejaban de los que podían pagar HBO (sí, ese canal gringo al que me refería despectivamente) y que le espoileaban a los que debían esperar hasta el lunes para ver el capítulo de estreno.

Lo único que no ha cambiado en mí desde 2016 es ese férreo compromiso con el ejercicio periodístico, por lo que estoy comprometida con actualizar el conteo de Soho que, hasta la quinta temporada, alcanzaba la cifra de 66 pares. Les voy contando.

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