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Lo que Westworld nos está tratando de advertir

Si todavía no ha visto el segundo capítulo de Westworld temporada 2 debería repetir la frase: “este artículo no es para mí” (contiene spoilers).

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Oficial HBO

HBO nos ha vuelto adictos a una serie, de nuevo. Westworld está llena de mensajes espesos que hay que descifrar. Si la primera temporada se enfocó en el viaje interior de personajes como Dolores, William o Bernard, la segunda les permite a las dos especies contemplarse mutuamente.

Por: Nicky Van Der Watt de Green Man Gaming

Hay mil y un teorías dando vueltas alrededor de lo que la segunda temporada de Westworld “quiere decir”. ¿El parque está ubicado en el espacio? ¿Es una metáfora de Facebook? ¿Un apocalipsis nuclear? ¿Una catástrofe climática? Aquí va mi apuesta.

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Mientras que el episodio 1 nos lanzó a un caos en ebullición tras la muerte de Ford, el episodio 2 nos sumerge en la historia del parque y sus anfitriones, en particular, la de Dolores. Este episodio traza además algunos paralelos entre dos de los personajes más importantes de la serie, Logan y Teddy.

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Vemos a Logan en la mitad de un cuarto, donde lentamente va percatándose de que los hombres y mujeres a su alrededor -imposiblemente atractivos- podrían no ser humanos. Su mano se acerca a una cara, roza un hombro, y dándose cuenta de que puede hacerlo, besa apasionadamente a la anfitriona Angela.

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Teddy por su parte está parado en la mitad de un cuarto en el que lentamente va dándose cuenta de que él mismo podría no ser humano. Se enfrenta a pensamientos que no logra descifrar, toca tentativamente algunas máquinas que no puede entender y, al darse cuenta de la verdad de su situación, ataca violentamente a un técnico del parque.

Tiene sentido pensar que la sorpresa de los humanos ante el descubrimiento de los anfitriones es equivalente a la de los anfitriones ante el descubrimiento de los humanos. La primera temporada se enfocó en el viaje interior: Dolores aprendiendo a escuchar su propia voz, el hallazgo de William de su verdadera naturaleza, Bernard luchando contra su inhumanidad. La segunda temporada, en cambio, les permite a las dos especies contemplarse mutuamente. Y mientras se observan y estudian una a otra, nuevas verdades salen a la luz. La única excepción es Dolores, que -como en todas las películas del género de autodescubrimiento- ya llevaba esas verdades en su interior. En este caso, sin embargo, ella es incapaz de recordarlas.

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La humanidad es incapaz de sostener un espejo ante sí misma, por nuestra propia naturaleza, limitada y defectuosa. Al mismo tiempo aprendemos que como humanos tenemos una gigantesca capacidad para protegernos. Logan ve juguetes, y los anfitriones se convierten en sus objetos sexuales, de los que puede abusar y disponer. El Hombre de Negro quiere un desafío, y los anfitriones se apresuran a frenarlo. William quiere salvar a alguien, y Dolores se presta haciendo el papel de damisela en peligro. Pero William decide que ella es más bien un artefacto robótico, y ella se sienta atontada mientras él se lamenta.

Es común ver en Westworld planos de los anfitriones abriendo los ojos, generalmente cuando despiertan, y lo que vemos a su alrededor revela la mentira que los constituye. De acuerdo, Dolores dejando a los miembros de la junta de Delos balanceándose fue un pequeño cliché, pero debe reconocerse que mostró conciencia de su verdadera situación.

La lucha por la verdad es en Westworld realmente una advertencia: no subestimemos el potencial de las cosas. Nadie -y nada- será nunca tan transparente, tan parecido al modo en que se nos presenta. Es una lección que todos deberíamos tomarnos muy a pecho -en la forma en que vemos la política, los medios, las redes sociales-, aunque no nos estén persiguiendo androides asesinos. No por ahora…

 

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