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Seis conclusiones que nos dejan los Óscar 2017: racismo, antitrumpismo y más

La guerra mediática está comenzando. ¿Pasará algún cambio real o se quedará en una cómoda postura de activismo online?

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Foto: Getty

Listo, superemos a La La Land, superemos lo de Moonlight, y preguntémonos qué hay detrás de estos Óscar que se convierten en un huracán mediático durante un poco más de un mes. Racismo, corrección política, el futuro del cine y películas más infladas que las tetas de una actriz porno, las conclusiones que nos quedan luego de los premios de este año.

Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @Kidcasti - Fotos: Getty

1. Los Óscar no son la última verdad del cine.

Sí, son los premios más famosos y centelleantes, pero si les disgustó que Emma Stone le haya ganado a Isabelle Hupert, si creen que es una profanación que una película como Suicide Squad haya ganado un Óscar, o los indigna que nombres de peso como Martin Scorsese o Jim Jarmusch hayan sido ignorados o arrimados en un rincón, pues bien pueden seguirle la cuerda a otras citas y premiaciones cinematográficas. Hace un par de semanas terminó la Berlinale y antes de él el Festival de Sundance; el 25 de febrero se celebraron los Independent Spirit Awards; en marzo se vendrá el South by Southwest y el Festival de Cine de Guadalajara; en mayo Cannes, en agosto Venecia, en septiembre Toronto y así sucesivamente. Para gustos los colores y para curiosos y hambrientos cinematográficos, más festivales con otros intereses.

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2. Está de moda ser anti-Trumpista. ¡Únete!

El pasado 24 de febrero publicamos una columna de opinión que decía quesi La La Land ganaba el Óscar a Mejor película, demostraba por qué Trump subió al poder. Por supuesto, echamos limón en una herida abierta pues además de tocar la película comercial más polémica y divisora de los últimos tiempos, planteamos que todo filme, literal o implícitamente, tiene una repercusión política.

Los del 26 de febrero pueden haber sido los premios más activistas y militantes de los últimos tiempos. Ni siquiera cuando el mundo entraba en una ola pacifista criticando las invasiones a Irak y Afganistán del gobierno Bush, Hollywood había estado tan militante y unido en la oposición Trumpista. Hasta qué punto esto es una moda, corrección política o un oportuno disfraz, es difícil determinar. Pero desde que Meryl Streep, la reina de Los Ángeles, se convirtió en la enemiga pública del pseudo-dictador de piel naranja, y convirtió su discurso de aceptación de premio en los pasados Globos de Oro en un púlpito para criticar las medidas xenófobas y autoritarias del nuevo Presidente de los Estados Unidos, la industria cinematográfica (y la del entretenimiento en general a pesar que los músicos hayan sido más pasivos) se ha portado como una bancada ideológica.

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Por eso no extrañó que el anfitrión Jimmy Kimmel dijera en su monólogo de apertura que esa ceremonia estaba siendo vista por los “225 países que odian a Estados Unidos”, se burlara de las acusaciones de Trump a los medios gringos de difundir falsas noticias y hasta le escribiera al Presidente por Twitter en un claro acto de provocación como quien le clava banderillas al toro bravo.

La guerra mediática está comenzando. ¿Pasará a algún terreno de cambio real o se quedará en una cómoda postura de activismo online?

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Tarell Alvin McCraney (guionista) y Barry Jenkins (director) de Moonlight


 

3. #OscaresNoTanWhite

Para no irnos de la “cosa política”, no hay que dejar pasar el protagonismo que tuvieron las minorías en estos premios. Mientras que el año pasado se impuso el #OscarsSoWhite, señalando lo invisibles que habían sido los negros (¿podemos decir “negros” o rompemos la corrección política?) en las nominaciones,  este año el vuelco fue radical y pasaron a ser los protagonistas de los Óscar 2017. No solo se trató de una medida cuantitativa que aumentó el número de nominados, sino también poner sobre la mesa problemas de la comunidad negra en Estados Unidos.

El racismo se trató a lo largo y a lo ancho, desde las ficciones de Moonlight, FencesFiguras ocultas o Loving, hasta las investigaciones de los documentales 13th (de Ava duVernay, la misma directora de Selma, filme biográfico sobre Martin Luther King), I Am Not Your Negro (del cineasta y activista político haitiano Raoul Peck) y, el ganador de su categoría, O.J.: Made in America. Militancia pura que, como en el punto anterior, podría ser sospechosa de oportunismo, pero que así fuera fruto de una estrategia de manejo de imagen de los Óscar, no permitió que este arte de masas fuera indiferente a los problemas de su tiempo.

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Emma Stone y Ryan Gosling


 

4. ¿Son el evento más importante de la cultura pop?

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Los Óscar 2017 tuvieron una caída de audiencia en Estados Unidos del 4% en comparación a la ceremonia del 2016: la transmisión de este domingo 26 de febrero tuvo 22.4 puntos, equivalente a cerca de 34 millones de televidentes. El descenso de este año no fue tan dramático como el del lapso 2014 – 2016 en el que 10 millones de personas dejaron de sintonizar los premios y, a pesar de esto, sigue siendo un evento lucrativo que recoge más de 115 millones de dólares en publicidad. No por nada, según informó Hollywood Reporter, la cadena ABC renovó el contrato de transmisión hasta el 2028.

De hecho, la audiencia fue superior a la más baja en la historia que 31.8 millones. Las audiencias más altas de este milenio han sido la de la edición del 2000 con 46.5 millones de televidentes (el año donde triunfó Belleza Americana sobre El sexto sentido) y la del 2014 con 43.7 millones (el año de 12 años de esclavitud, El lobo de Wall Street, Gravity, Dallas Buyers Club, entre otras).

Para comparar, los Grammy de este año, con todo y Beyoncé y Adele a bordo, fueron vistos por 26.05 millones de personas, casi 8 menos que los que vieron los premios de cine. El hecho es aún más relevante si se tiene en cuenta que fue la entrega más vista de los últimos años. De todas formas, ninguno de estos paquetes de celebridades le hace cosquillas a las descomunales cifras de un evento como el Súper Bowl que, tan solo en Estados Unidos, fue visto por más de 170 millones de personas el pasado 5 de febrero.

Sin embargo pensar el éxito mediático de estos eventos tan solo en términos de su repercusión en televisión es ver el mapa limitado, sobre todo en una era donde el ruido de redes sociales es determinante. Por eso, desde la épica selfie de Ellen de Generes con los dioses de Hollywood del momento, la influencia de lo que pase en vivo en la ceremonia es determinante. Y por eso, los tweets de Jimmy Kimmel a Donald Trump fueron un intento de colonizar la conversación online.

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5. El juego tiene nuevos participantes

No es una novedad pero en los Óscares 2017 se sintió con más fuerza: la industria cinematográfica tiene nuevos jugadores. A Netflix, que ya había estado presente en el 2016 con producciones originales como Winter on Fire o What Happened, Miss Simone?, se unieron Amazon y ESPN. Mientras que Netflix había sido pionero en estar nominado por sus documentales, Amazon se convirtió en el primer servicio de streaming nominado por Mejor película, al ser los productores de Manchester by the Sea.

Por su parte, el ganador a Mejor documental, O.J.: Made in America, fue una producción del canal de deportes ESPN. Es decir, una producción concebida inicialmente para televisión se coló y ganó en unos premios de cine. ¿Qué podemos esperar de los Óscar en el futuro cercano con el fortalecimiento de las plataformas de streaming y el desenfoque de la frontera entre cine y televisión? ¿Cómo será el cine que veremos en cinco años? ¿Se podría esperar incluso que nuevos formatos como la realidad virtual o el transmedia ocupen espacios en las nominaciones?

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Hace unos años el público colombiano solo podía ver un 20% o 30% de las nominadas al Óscar antes de la ceremonia, y un 20% adicional regado a lo largo de los meses siguientes. Pero ahora más del 70% de las competidoras ya estuvieron en salas de cine nacionales antes de la entrega y un 15% restante ya tiene fecha de estreno confirmada. En un futuro cercano, ¿todo estará online con meses de anterioridad?

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Momento inmortal. 


 

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6. ¿Llegaron las mejores o llegaron las que mejor supieron llegar?

Si no fuera porque estaban dentro del cuento de hadas de los Premios Óscar, varias películas en competencia que se hubieran estrenado en cualquier otro momento del año pasarían inadvertidas y rápidamente al olvido. ¿Cuál habría sido el destino de títulos como Fences, Figuras ocultas, Lion o Hell or High Water si hubieran sido lanzadas en otro momento? La presencia de películas regulares en un espacio que, se supone debería premiar lo mejor del año –así sea en el circuito comercial–, y la ausencia de títulos como Animales nocturnos, Paterson o hasta la misma Deadpool confirma que no se trata de un concurso de méritos sino de un ejercicio de lobby y relaciones públicas. La moraleja es que hoy en día no gana el mejor, sino el que sepa cuándo y cómo meterse al juego.

 

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