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Sudor, lágrimas y tinta: ¿Cómo funciona el mundo de la animación en Japón?

Apaciguados por haber “cumplido su sueño”, muchos artistas del manga y el anime en Japón trabajan en condiciones laborales precarias.

Anime. Japón 2016 - Foto: Takashi Aoyama/Getty Images
Anime. Japón 2016 - Foto: Takashi Aoyama/Getty Images
// Gettyimages

La masiva y creciente asistencia a eventos como el SOFA (Salón del Ocio y la Fantasía) o la Comic Con son una de las pruebas de que en Colombia también hay una fiebre por el mundo del anime, el manga y la animación en general.

A pesar de que este tipo de entretenimiento se produce en gran parte del mundo, no es un secreto que la manufactura del anime y el manga está georreferenciada, sobre todo, en Japón. Por eso es habitual hablar de ellos como los dueños de la más fina animación.

Pero el asunto toma otro tinte cuando descubrimos que, detrás de nuestros shows favoritos, hay una industria que expone a los animadores a precarias condiciones laborales: fechas límites imposibles, trabajo gratis y poco tiempo libre son solo algunas de esas prácticas comunes a las que las grandes compañías someten a sus artistas.                 

Ser un artista de manga, o un "mangaka", debe parecer un trabajo soñado para muchos. Escribir, dibujar y salir con sus ídolos de manga: ¿qué podría ser mejor? Desafortunadamente, la realidad para los artistas de manga generalmente está lejos de ser un sueño.

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No solo los trabajos son difíciles de conseguir, sino que están plagados de dificultades y estrés aplastantes. Pero empecemos por lo básico.

¿Qué es un Mangaka?


Un Mangaka (漫画家), o literalmente artista de cómics, es la palabra japonesa designada para referirse al creador de una historieta o cómic. Fuera de Japón, principalmente en Occidente, la palabra se usa para referirse a autores de manga.

La palabra está compuesta por el prefijo manga, que quiere decir "cómic" y el sufijo -ka, que es un agregado y quiere decir "creador de", dándole a la palabra un grado honorífico que indica maestría.

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Algunos artistas estudian durante unos años en una escuela de arte, o aprenden de otros Mangakas siendo sus asistentes, antes de iniciar su carrera como profesionales.

El trabajo de un mangaka usualmente abarca la creación mayoritaria del trabajo final o medio, tanto de la trama como del dibujo de la historia, aunque es común encontrar algún mangaka que realiza los dibujos basándose en una historia dada por un escritor o que reciba ayuda en detalles del dibujo, como los paisajes, el coloreado o incluso en el diseño de personajes. También existen casos en los que los mangaka trabajan como grupo para desarrollar un producto final.
Algunos de los grandes nombres son Masashi Kishimoto, creador de Nartuo, o Akira Toriyama, de Dragon Ball

Muchos mangaka profesionales trabajan con un editor, quien es considerado el jefe del mangaka y el supervisor de la producción del proyecto. El editor ofrece consejos sobre el arte de manga, la historia, la continuidad y generalmente busca que el manga cumpla los estándares de la compañía o editorial.

Desde este lado del mundo se nos puede olvidar la magnitud que el anime y el manga tiene en Japón. Según el “Anime Industry Report” de la Asociación de Animaciones Japonesas (AJA), el mercado del anime fue valorado alrededor de los US $19.9 mil millones de dólares en 2020, demostrando un aumento del 0.9% con respecto al año anterior.

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Los mangakas son ídolos comparables a cualquier músico o deportista.

Existe un distrito en Tokyo llamado Akihabara, dedicado a la venta de objetos relacionados con las series.

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Es común para las personas de todas las edades leer manga en el metro y hasta existe una estatua de un Gundam (robot gigante) de 20 metros en honor a la serie.

Alrededor de estos autores existe un aura de admiración y misticismo que nos hace olvidar que el producto final que consumismos es el resultado del trabajo sofisticado de equipos de trabajo, compuestos por los asistentes de producción, los actores de voz, los creadores de efectos de sonido, los editores, los animadores 3D y el personal de producción superior, que incluye al director, el artista del diseño y el diseñador de personajes.

Las condiciones laborales de los artistas del manga


Para aquellos que quieren ver sus mangas publicados en grandes revistas como la Shonen Jump, no se puede serializar su manga de inmediato.

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Es muy difícil para los extranjeros entrar, especialmente teniendo en cuenta la barrera del idioma. La mejor manera de publicar su trabajo es completar un “one shot” para que se conozca al autor. Por One shot se entiende un manga de 54 páginas que cuenta una historia original, conceptos originales, presentación de los personajes y hacia dónde se dirige la historia (algo así como un piloto). Un one shot es con lo que trabajan los editores japoneses.

Luego, hay una junta de que decide si un manga es lo suficientemente bueno para la serialización. Muchos mangakas afirman que no es fácil publicar: se necesita pasión, valor, resistencia y mucho amor por el dibujo.

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Bajo la idea del gran artista que se desprende de los mangakas, muchas personas creen que todos los que se vinculan al mundo de la animación serán mangakas. Sin embargo, llegar a esa posición es solo para unos privilegiados.

Ser asistente es un destino probable para muchos aspirantes y su labor consistirá principalmente en realizar trabajo técnico y manual. No serán los encargados de pensar las historias, sencillamente dibujarán una pequeña fracción de las ideas de otros. Para obtener un empleo continuo, los animadores de bajo nivel deben producir un trabajo consistente de alta calidad.

Studio Ghibli, un caso excepcional

Tal vez una excepción en las malas condiciones laborales es el renombrado Studio Ghibli, conocido por películas como El castillo en el cielo, La Princesa Mononoke o Mi Vecino Totoro.

Si bien es triste ver un final de estudio de cine tan bueno, lo que es más desalentador es que el estudio estableció un alto estándar para las condiciones laborales en el anime.

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A los animadores se les pagaba un salario regular, lo cual es una excepción, no la norma, cuando se trata de estudios de animación japoneses.

El declive en la producción de Ghibli es una señal ominosa de lo que continúa en Japón: el aumento del trabajo de explotación y precario dentro de la industria del anime. ¿Cuáles son las condiciones laborales de los animadores que trabajan hoy en Japón? ¿Cómo alguien puede estar de acuerdo en trabajar en dichas condiciones?

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Trabajadores explotados

Las duras condiciones de trabajo en Toei animation (el estudio más grande de Japón) incluso produjeron la frase "síndrome del anime", una condición que todavía afecta a los animadores japoneses. Trabajadores tuvieron que ser hospitalizados por agotamiento, resultado de noches de incesante trabajo, dietas irregulares de comida chatarra, trabajo repetitivo y hacinamiento.

A todo esto, hay que agregar el estrés que produce la incertidumbre de los pagos.

Toei implementó un sistema de contratación barata de aprendices a quienes se les pagaba menos bajo la justificación de ser estudiantes o empleados de bajo rango.  Ante este panorama, los animadores entraron en huelga y Toei decidió favorecer la contratación de trabajadores independientes sobre aquellos que tenían contratos de tiempo completo.

Este importante cambio en la dotación de personal consolidó las prácticas laborales de la industria del anime para el futuro, ya que el modelo básico de trabajo independiente de Toei todavía domina la industria con pocos animadores asalariados trabajando en medio de una serie de animadores independientes que están sobrecargados y mal pagados.
Muchos de estos trabajadores independientes son reclutados fuera de las fronteras de Japón, en países que cobran menos como Corea del Sur, Filipinas, Vietnam, entre otros. Es en estos lugares donde se produce el 80-90% del trabajo de animación de nivel inferior.

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El horario que se muestra arriba nos puede dar una idea más clara de cuánto trabajo consume la vida de un artista de manga típico. Según este gráfico, el mangaka Hiroshi Shiibashi, creador de Nura: el señor de los Yōkai, tiene solo tres horas a la semana fuera del trabajo y ni qué decir de sus horas de sueño. Si bien hay muchas oportunidades para entrar, la supervivencia y el éxito son mucho más difíciles de lograr.

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En 2015, la Asociación de Creadores de Animación de Japón (JAniCA) publicó los resultados de su nuevo estudio sobre las condiciones de trabajo, el ingreso promedio y las horas de trabajo de los animadores en la industria de la animación japonesa. Al encuestar a 759 animadores, los resultados fueron asombrosos.

El 84% de los animadores (tanto a tiempo completo como parcial) informan que trabajan más de 8 horas al día. El 15.9% de los animadores trabajan más de 350 horas por mes. Los datos sobre salarios, horas trabajadas y más indican la misma conclusión: aquellos en los puestos más precarios a menudo proporcionan la mayor cantidad de trabajo por el menor salario.
Otros problemas compuestos, particularmente en las industrias culturales, es la aceptación cultural de las condiciones laborales precarias, particularmente el exceso de trabajo, debido a que los trabajadores “logran su sueño” de ser animadores.

Cuando JAniCA preguntó por qué los animadores continúan haciendo su trabajo actual, el 65.1% de los encuestados dijo "porque el trabajo es divertido" y el 60.9% dijo "para ganar dinero". 
Los animadores en Japón son trabajadores culturales, sin embargo, su autopercepción como "artistas" ignora la lucha en el lugar de trabajo.

Los problemas como el exceso de trabajo no solo proliferan en la industria del anime, sino que están estructurados culturalmente en la sociedad japonesa. Karōshi, o "muerte por exceso de trabajo", es una tendencia visible entre los trabajadores japoneses, una expectativa cultural en la que se espera que los trabajadores individuales trabajen con determinación mientras la empresa los abruma con cargas de trabajo intensas.

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Podríamos decir que existen tres eventos principales que le han dado forma a este universo para los trabajadores en animación.

La implementación del proyecto “Cool Japan”, que vende al país como una especie de santuario cultural del cual hay que enorgullecerse; la inspiración de la animación japonesa en Disney; y el cambio de condiciones laborales en todos los campos.

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El proyecto Cool Japan

Después de la Segunda guerra mundial la imagen y el territorio japonés estaba completamente destruida. Esto llevó al país a realizar un proceso de reconstrucción de la infraestructura y de su imagen. De esta manera, imitando lo que hacía Estados Unidos con Hollywood, empezaron a estimular la industria cinematográfica y de animación.

Más adelante, se empezó a hablar del “soft power” como estrategia nacional para aumentar la influencia del país a través de la difusión de sus valores en los medios.

Se consolidó en el proyecto “Cool Japan”, en el que se fortaleció la divulgación de la mercancía referente a la buena imagen en Japón.

La estrategia ha funcionado hasta tal punto que hoy, en Colombia, no hay tienda de barrio que no tenga su respectiva figurita de Gokú; hasta la masificación de títulos como Caballeros del Zodiaco, Yu Gi Oh o Naruto.

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De hecho, una parte importante de la comedia costumbrista “la pelota de letras” de Andrés López nos muestra el impacto del anime en nuestras vidas.

En últimas, el trabajo creativo de los artistas va más allá de la imagen ideal que tenemos de nuestros ídolos. El arte y el entretenimiento, incluso los más inocentes, inevitablemente, están atravesados por temas políticos. Y ahora que el streaming está reviviendo muchos de los animes con los que crecimos, habrá que verlos con otros ojos.

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A propósito de

Studio Ghibli, uno de los estudios que tienen buenas condiciones laborales, les recomendamos ver:

Studio Ghibli: 10 datos curiosos para celebrar la nueva película de Miyazaki

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