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Un domingo de fieles al poderío de Incubus en Bogotá

No hay que avergonzarse de la época del nu-metal, Incubus siempre sonó bien.

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Incubus no se guardó nada y tuvo un regreso monumental a la tarima de Chamorro City Hall. 

Por Fabián Páez López // @davidchaka - Fotos: Daniel Álvarez // @daniel.alvarez9

Cada vez que leo sobre esa época que comprendía entre finales de los 90 y la primera década del nuevo milenio pareciera que hablan de un momento oscuro para la música. En especial para el rock. Y está bien que eran tiempos duros en los que para tener una banda había que llenarse la cabeza de gel y pararse los pelos, y que definitivamente esas cadenas para la billetera agarradas al pantalón que se usaban en aquel entonces desaparecieron para el bien de la humanidad, pero, reconozcámoslo, la era del nu-metal nos despierta mucha nostalgia. También nos dejó música muy buena que sigue vigente. Sobre todo por nombres como Linkin Park, Korn, o, uno que no se matriculó del todo en la movida, pero que era un infaltable en aquel entonces y que volvió a nuestras vidas recientemente con su álbum 8: Incubus.

A Linkin Park ya nunca lo vamos a ver por estas tierras en todo su esplendor; hace unos meses Korn llenó el escenario de Chamorro City Hall en Bogotá y demostró que su sonido está intacto; ahora, parados en la misma tarima, pero con menos público, Incubus hizo lo propio y corroboró su vigencia. Fue un show de dos horas, sin discursos ni paradas innecesarias, con el extenso repertorio de una banda que suma tantos álbumes como titula su última placa: 8.

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Hoy ya nadie habla de nu-metal, pero se llora la muerte de Chester Bennington y se veneran los nombres de Brandon Boyd, Mike Einziger y José Pasillas. Respectivamente: vocalista, guitarrista y baterista de Incubus. Poco valoramos también la importancia de un elemento que caracterizó al nu-metal y que ha sido determinante en el desarrollo de la música popular por estos días: el uso de las formas del hip hop en el rock.

Eso se hizo evidente en el reciente show de Incubus. Si hubo alguien, además de Boyd, que sudó hasta la última gota sobre el escenario de Chamorro City Hall, ese fue Dj Kilmore, el tipo que cabecea con sus largos dreads junto a la banda desde el 98, y que maneja los platos y los teclados.

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En Incubus los scratches y las distorsiones se combinan muy bien con un estilo muy característico de la banda al que también han bautizado algunos como postgrunge.   

Después semejante acto, queda claro que los que crecimos con el nu-metal somos privilegiados por recibir, así sea tarde, a bandas que nos marcaron y que pueden tocar clásicos como Drive o I Wish You Were Here magistralmente, tal vez, con mucha más madurez en el sonido.

Cuesta saber si las nuevas generaciones algún día los recordarán como un clásico. Si podrán llegar a ser lo mismo para la gente joven. Hizo falta público. Por su parte, aunque con el estilo intacto, Incubus está haciendo la tarea de renovarse de algún modo. No fue gratis que para este álbum hayan fichado como productor a Skrillex, uno de los tipos que manejan los hilos del EDM.

Eso sí, los fieles siguen siendo fans y en Bogotá se escuchó bien duro ese cantico como de estadio que acompañó durante un rato con su bajo Ben Kenney, el popular oeee, oe, oe, oe, oeee…

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