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Así estuvo el desmadre en el Oktoberfest Bogotá

Las bandas nacionales representaron en grande

Según las teorías apocalíptica, el 23 de septiembre, sería el fin del mundo. También fue el día en que se celebró el Oktoberfest en Bogotá para que en caso de una destrucción masiva, unos cuantos se despidieran del planeta tierra con cerveza en mano y bailando hasta morir. El meteorito no llegó pero los asistentes del festival cervecero sí lo dieron todo en la grama de baile al son de sonidos nacionales e internacionales. La Payara, con su retumbe electrochamánico y cumbiero, Ghetto Kumbé, con todo el poder de sus tamboras  y sus hipnóticas máscaras neón, y Esteman, con su elegancia pop, calentaron el atardecer y la llegada de la noche como preámbulo de la presencia en el escenario de Skip & Die. El acto sudafricano de tropical bass, electrónica y dubstep que  cautivó al público por la imponente presencia de Cata Pirata, la vocalista de origen argentino que dio una fina muestra del poder escénico de las mujeres en tarima.

Esa fue la antesala de los actos internacionales más pesados del cartel como Charlie Black y The Ting tings que el público esperó con paciencia pero que por evidentes problemas de sonido, y también de actitud, dejaron una desazón entre los asistentes y los artistas. De paso, evidenció que ya viene siendo hora que los programadores de festivales contemplen en sus carteles, a las bandas nacionales para cerrar con descargas sonoras que muchas veces prenden más el ambiente que los actos internacionales.

La noche terminó helada, con el planeta Tierra aún girando sobre su eje y con verdaderos fans de la cervezaque, si el mundo se hubiera acabado, podrían decir que nadie les quitó lo bailado.

Fotos: Limona Botero

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