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Así fue el primer día de Almax: cumpliendo a la fuerza y como se pudiera

El nuevo festival bogotano arrancó con muchos desafíos, luchas y preguntas.

No es un secreto para nadie cómo la experiencia de la música en vivo se ha convertido en la base de supervivencia de la industria musical. Y así como hay quienes coleccionan estampillas, latas de cerveza o postales, hay quienes van por el mundo recogiendo experiencias de conciertos, eventos o festivales.

Por: José “Pepe” Plata // @owai – Fotos: Daniel Álvarez // @daniel.alvarez9

Por eso, la llegada del ALMAX al circuito de festivales es sumarle a la industria un nuevo motivo y una nueva necesidad. Este evento comenzó a recorrer un nuevo camino denominándose como un festival de música y cultura pop para el país; una oportunidad para ver a todos aquellos artistas que pocas veces se reúnen y que han tenido ya una trayectoria reconocida.

El escenario escogido es justamente el legendario espacio de Corferias. El mismo que por décadas ha alojado ferias y eventos y que en los últimos años, se ha adecuado a las exigencias de los eventos musicales.

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Ese primer día fue una prueba de fuego para comprender que como aventura musical el festival tiene una propuesta ambiciosa en su curaduría; pero que de todos modos como toda obra humana tiene que mejorar. Nos referimos a los retrasos la apertura de puertas y el comienzo de las presentaciones. Si bien el país ya entró en un modo navideño que le hace pensar en otros tiempos y en otras necesidades, la paciencia a veces se agota y las largas esperas incomodan.

Tras casi dos horas de ajustes y espera, el público entró a una nueva experiencia musical que comprueba algo importante: ya hay suficientes historias e himnos musicales locales que la gente identifica y de los cuales se apropia. Lo vimos en las presentaciones de Sidestepper, Systema Solar y Burning Caravan; en las que la gente coreó y se gozó el repertorio.

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Si bien el jueves fue una jornada de exploración y de lanzarse al agua, la convocatoria llegó y cumplió como pudo. El público pudo disfrutar de una serie de presentaciones que privilegiaron al artista nacional, pero que además sirvieron de un termómetro de tendencias internacionales.

Orishas desde Cuba, mostró cómo dos décadas han servido para tener el cariño propio del continente. Tegan and Sara fue una bocanada de electropop fresco que gustó y que a la vez inquietó. Y el cierre pop/rap de Macklemore y Ryan Lewis, dejó en claro que el pop es un rey indestronable.

Almax también tiene un detalle fácilmente notable: los artistas viendo a los artistas. Entre el público asistente, músicos ven a otros músicos y se convierten en seguidores del pop.

Si este día tiene que mostrar cómo se inició el proceso dentro de la apuesta del festival, hay que decir que empezó gateando y con algunos golpes, pero que en poco tiempo logró ajustarse para una nueva mirada hacia ese fenómeno que apasiona y cautiva como lo es la música en vivo.

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