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Astrasex: por la defensa de los derechos puteriles en Colombia

Astrasex es un sindicato que busca mejorar las condiciones para quienes prestan servicios sexuales y surgió por las ganas de legitimar la lucha puteril en Colombia. Esta es su historia.

Women chatting in adult chat. Webcam work concept.
Las mujeres que trabajan en plataformas virtuales también ejercen el trabajo sexual.
Foto: M-Production/Getty Images/iStockphoto

Astrasex (Asociación Sindical de Trabajo Sexual de Colombia) es resultado de la unión de varias activistas que trabajan desde hace muchos años en las distintas modalidades del trabajo sexual. Su lucha es para que esta actividad pueda desarrollarse de forma digna y garanticen los derechos humanos y laborales.

Por Paula Ricciulli // @ricciup

“Muchas mujeres trabajan desde el estigma y sus rostros permanecen ocultos porque manejan 2 identidades: por eso les cuesta alzar la voz”, nos cuenta Marciana Punk, activista y presidenta de Astrasex.

Si bien no es el primer sindicato de trabajadoras sexuales en Colombia, sí es el pionero en abrirse a las identidades diversas, así como a otros tipos de trabajo sexual, como el de plataformas como Only Fans.

“Desde la pandemia hubo una migración del trabajo sexual a las plataformas digitales. Somos potencia en trabajo sexual virtual y la mayoría, un 70% de las trabajadoras lo hace para un estudio webcam", cuenta Marciana.

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Marciana nos contó por qué es importante un sindicato para las personas que ejercen el trabajo sexual en Colombia.

¿Qué retos enfrenta el trabajo sexual que no tienen otras profesiones?

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Como en cualquier trabajo, muchas personas pueden caer en la explotación, pero específicamente en el trabajo sexual corremos el riesgo de caer en prácticas de explotación sexual con fines de trata.

Si bien la trata nos corresponde a todos, queremos establecer una ruta clara para evitar que tanto nosotras como las mujeres en general puedan caer en estas prácticas horribles y violentas.

Adicional al crimen de la trata, muchas mujeres caen en un montón de violencias producto del estigma sexual y enfrentan violencia familiar, doméstica y con sus parejas. También hay trabas bancarias, financieras, de acceso a la salud y de educación.

¿Es posible el trabajo sexual sin explotación?

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La trata es una lucha que nos corresponde a todas, pero aquí estamos luchando porque legítimamente existimos y estamos presentes. Nuestro trabajo es por quienes se reconocen como trabajadores y eligieron el trabajo sexual.

Es importante reconocer la diferencia que nos separa de las víctimas de trata que merecen toda la atención, pero también es importante proteger a las trabajadoras para que no caigan en esto y darles las puertas para denunciar.

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Sí existen quienes elegimos el trabajo sexual, y como trabajadoras merecemos derechos.
Marciana Punk

¿Qué retos enfrentan con el trabajo sexual que se ejerce en Only Fans y plataformas similares?

En Colombia no hay una ley de protección de datos o favor de la huella digital, mucho menos a favor de las trabajadoras sexuales.

Hasta hace poco hubo una sentencia a favor de la filtración de contenido, pero necesitamos una Ley Olimpia como la que existe en México, que proteja la huella de trabajadoras sexuales.

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Hay una falencia respecto a la monetización de plataformas digitales: sucede con Only Fans, los bancos colombianos no quieren hacerse responsables de lo que llega del trabajo sexual.

Por esa razón se usa la tercerización y son esos terceros quienes se están quedando con el dinero de las trabajadoras. Hay que legalizar los dineros y que esto llegue a la tributación. Que el dinero les llegue a las trabajadoras, no a un tercero.

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Hay diferencias entre la percepción de las mujeres que ejercen su trabajo en la calle y las de los estudios webcams o las llamadas “prepago”. ¿Existe una distinción clasista del trabajo sexual?

El problema radica en la enunciación. A veces nos cuesta reconocer que, aunque trabajamos desde la virtualidad, somos trabajadoras sexuales, esto es una cuestión de pedagogía, pero va desde lo social.

Siempre nos han enseñado que la prostitución es mala y creo que es algo que construye el estigma que finalmente nos mata.

Desde el sindicato trabajamos en esa pedagogía, pero hay una diferencia de clase entre las trabajadoras sexuales: existen prepagos, dama de compañía, bailarinas exóticas, entre otros.

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Hicimos una juntanza grande y estamos conscientes de que, si no actuamos sobre nuestra realidad, lo van a hacer sin nosotras y va a seguir existiendo el silencio que nos sigue matando.

En los estudios webcam, por ejemplo, no suele haber procesos correctos de contratación. Hay ausencia parafiscal para salud y pensión, hay chicas que están trabajando en horarios de más de 8 horas de trabajo 5 o 6 días de la semana y no están siendo plenamente remuneradas.

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Hay estudios que no son honestos, y roban a las modelos con los pagos, debería haber procesos transparentes desde la forma de la contratación: muchas creen que es ilegal y por eso permiten mucha violencia sexual, muchas son abusadas desde el mismo momento de la entrevista.

¿Qué importancia tienen las personas trans en la lucha puteril?

Las compañeras trans tienen una lucha muy grande, hemos ido de la mano y muchas en la lucha por su identidad han tenido que entrar al trabajo sexual porque legitima o respeta su identidad.

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En la precarización de trabajo que respeta la identidad de las mujeres, muchas han entrado al trabajo sexual y hacen parte del gremio. Como trabajadoras también hacemos parte de su lucha y de su construcción y estamos siempre para acompañarlas.

¿Sigue habiendo estigmatización al trabajo sexual?

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Creo que ha venido cambiando, pero con el crecimiento de los movimientos abolicionistas hemos visto más persecución.

Nosotras sabemos que el mayor enemigo del trabajo sexual ha sido la Policía, siempre ha sido el ente de vigilancia y control del trabajo sexual, pero se ha convertido en el primer violentador de nuestras existencias y del desarrollo de nuestro trabajo.

Hemos recibido mucha violencia por parte de de estos discursos de odio que lo que único que hacen es herirnos socialmente, escondernos, silenciarnos. El estigma nos obliga a trabajar bajo la marginalidad, que nos convierte en seres más propensos a caer en violencias.

¿Ha habido un auge de movimientos abolicionistas?

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Es un auge real. Existe y está creciendo muchísimo, está tomando mucha voz. Ellos tienen acceso a algo que no hemos podido tener: medios, academia, plataformas, política, la rama legistaltiva, nosotras apenas estamos empezando a ocupar estos espacios a las malas, pero ellas sí han tenido derecho a ocuparlos, porque no molestan ni cuestionan. Eso nos ha perjudicado.

Es muy notable el auge, la persecución ha sido más grande. La estigmatización, la acusación de crímenes. Como activistas, lideresas o rostros visibles a nuestras compañeras hemos sido acusadas de crímenes muy graves como proxenetismo, trata y explotación.

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¿Alguna vez se logrará abolir el trabajo sexual?

Es algo demasiado utópico y a quienes lo proponen les falta un toque de realidad, salir a la calle y darse cuenta de lo que sucede en el trabajo sexual.

No somos 3, de verdad somos muchísimas mujeres en el país que nos reconocemos como trabajadoras sexuales, y queremos hacerlo con todas las garantías a nuestros derechos.

Se ha vuelto chiste hablar de abrir Only Fans como sinónimo de dinero fácil...

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A la gente le falta mucha conciencia. Al principio me ofendía, ahora lo tomo con calma y digo: “ah bueno, lo invito a que lo abra y nos cuenta qué tan fácil le parece".

Esto le pasa a todos los creadores de contenido, atraer audiencia es un esfuerzo que cuesta. Si les parece fácil, hángalo y ojalá les dé, y si se vuelven trabajadores sexuales, aquí los esperamos en Astrasex.

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