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De la cárcel al arte: las historias de Donato Di Camillo

Hablamos con el ojo detrás de los rostros de los personajes invisibles de Nueva York.

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Donato Di Camillo aprendió a usar la cámara mientras cumplía una condena en una prisión de Nueva york. Cuando terminó su condena decidió enfocar su lente en esa parte de la ciudad de la que pocos se percatan, darle rosto a esos personajes a los que nadie les presta atención y que deambulan a diario en medio de miles de personas. Y ahora que se dedica a contar la historia de otros, nos contó la suya y el camino que recorrió hasta llegar a la fotografía.

Por: Johana Arroyave/ Foto:Donato Di Camillo

Di Camillo nació en Brooklyn en un barrio de los que no se muestran a los turistas. Desde muy chiquito se enamoró de la calle, de sus texturas, sus colores y los espacios por los que caminaba y jugaba. Pero solo hasta 2014, descubrió el talento que tenía cuando cogía una cámara fotográfica. “A veces siento que cogí una cámara en el momento equivocado de mi vida, no porque me arrepienta ahora, si no porque pude haberlo mucho antes”.

Aunque desde los seis años daba vueltas por Nueva York grabando en su cabeza lugares, paisajes y grafittis, nunca pensó en sacarlos de su mente y dejarlos en un papel. Vivió su niñez viendo cómo en las esquinas de su barrio hacían negocios los proxenetas junto con los mafiosos de la época y ni así se sintió inseguro, al abrir la ventana de su habitación sentía que su alma pertenecía a ese lugar. “No es que quiera decir que fue una manera agradable de crecer, pero tras la ventana había más carácter, las calles estaban llenas de vida, se podía sentir la energía de las personas, de todo lo que pasaba alrededor. Todavía siento eso cuando camino por las calles buscando personajes, pero la energía ha disminuido y es como si nadie caminara tranquilo. Las calles están llenas de personas con miedo”.

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"En 2006 fue arrestado por cargos federales y le dieron ocho años de prisión, cinco de ellos los pasó en una cárcel de Nueva York..."

A los nueve años vio morir a su mejor amigo en sus pies tras ser atropellado por un auto, desde ahí su manera de ver la calle y la vida cambió drásticamente. Se hizo más analítico, cuidadoso y desconfiado. “Crecí revisando una y otra vez todo lo que veía a mi alrededor, siento que esa experiencia produjo en mi la capacidad para tomar fotos. Después de la muerte de mi amigo tuve que aprender a pensar con instintos rápidos y entender que la calle no era un lugar seguro, que era más peligrosa de lo que parecía, pronto me convertí en un producto de mi propia curiosidad y empecé a tener problemas en la edad de 12 años”.

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En 2006 fue arrestado por cargos federales y le dieron ocho años de prisión, cinco de ellos los pasó en una cárcel de Nueva York en la que su único hobbie y entretenimiento era leer revistas viejas de National Geographic, Life y Smithsonian. Cuando acabó con todas ellas los libros de psicología y comportamiento humano se hicieron sus mejores amigos. “Me di cuenta de que ya había adquirido la mayor parte de ese conocimiento, sin saberlo, mientras deambulaba por las calles y esto me sirvió mucho. Estas herramientas que adquirí me enseñaron a navegar por las diversas características y personalidades de la gente, lo que me ayudó mucho a la hora de hacer fotografía”.

En 2011 le dieron en arresto domiciliario, como no tenía mucho que ver en su casa, contó los 120 pies de parámetro que le permitían alejarse y empezó a fotografiar cosas alrededor, como insectos, aves y plantas.

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“ Me habló sobre su lucha personal, sobre las enfermedades mentales de sus hijos y su esposo que una vez intentó asesinarla..."

“Cada foto me generaba una pregunta y buscaba la manera de mejorarlas. No tuve más remedio que dedicarme a ver videos de Youtube, leer blogs de fotografía. A través de los vídeos descubrí la fotografía de la calle y sus autores. Algunos de mis favoritos son Robert Frank, Garry Winogrand, Helen Levit, Diane Arbus, William Klein, sólo para nombrar unos pocos, pero fue sobre todo Bruce Gilden y Klein con quienes sentí que se proyectaba toda la energía que había dentro de mí. Sentí que la vida me estaba dando otra bofetada y entendí que tenía que hacer algo”.

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Después de tres años en detención domiciliaria a Donato le concedieron libertad condicional y mientras vagaba nuevamente por las calles sintió que nacía de nuevo. “Finalmente pude expresarme sin hacer daño a mí mismo, ni a nadie. Comencé a fotografiar lo que parecía venir fácil para mí, ‘la gente en los márgenes de la sociedad’ pues sentía una cierta empatía y conexión con ellos, por todo lo que tuve que vivir. Al principio, mi enfoque era de lejos, el robo de las fotografías aquí y allá, pero a medida que pasaba el tiempo me entró una curiosidad por conectar todos estos temas y mostrar las historias de vida de estas personas en cada imagen”.

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Una tarde mientras caminaba por una central de alimentos del gobierno, descubrió su primer gran historia. Escuchó a una mujer gritar, mientras pedía comida para sus hijos, se acercó a ella y se ofreció a comprarle algo de comida en un restaurante local, poco después de conocerla ella lo permitió entrar a su casa.  “Me habló sobre su lucha personal, sobre las enfermedades mentales de sus hijos y su esposo que una vez intentó asesinarla. Ese día fue el día que tomé mi primer reportaje fotográfico. Lo presenté a National Geographic Your Shot, donde fue seleccionado entre una docena de fotos de todo el mundo. Ahí empezó mi historia como fotógrafo, se hizo pública mi historia y la de toda esta gente que he logrado retratar”. 

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