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El debate de los youtubers con los candidatos: ¿un error garrafal millenial?

#YouTubersVsCandidatos: ¿Quién salió ganando?

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Youtube

El pasado 23 de mayo Daniel Samper Ospina organizó un debate entre cuatro Youtubers (Ami Rodriguez, Sofia Castro, Sebastián Silva, Javier Ramírez y Kika Nieto) y los candidatos a la presidencia (asistieron Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle). ¿Se cumplió el cometido?

Desde que empezaron a emerger los youtubers y alzarse como una fuerza digital sin comparación, las generaciones mayores no tardaron en poner el grito en el cielo, en destilar sus súper poderes de superioridad moral y actuar como seguramente alguien lo hizo con ellos en sus años mozos. Es un ciclo que inevitablemente se repite y se ha repetido desde hace años: el viejo critica al joven y ese viejo alguna vez, en un intento por defender su rebelde juventud, fue suprimido por alguien mayor, y así, eternamente por los siglos de los siglos, amén.

Los que critican a los youtubers haciendo alarte de una "inmensa sabiduría" están desconociendo al mismo tiempo su ser joven. Piensen en cómo hubieran sido ellos si a esa misma edad hubieran tenido un celular para grabarlo todo. Y sí, hay mucho que criticarles a los youtubers: pocos dan signos de rebeldía reales, pocos se salen de la caja y de los estereotipos que ellos mismos han creado para su comodidad; pero también son la voz de una buena cantidad de jóvenes que los siguen a ojo cerrado, y contra eso hay poco que se pueda hacer.

El pasado 23 de mayo Daniel Samper Ospina organizó un debate entre cuatro youtubers (Ami Rodriguez, Sofia Castro, Sebastián Silva, Javier Ramírez y Kika Nieto) y los candidatos a la presidencia (asistieron Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle). Como era de esperarse el versus, como le llamaron, suscitó una hoguera virtual en las redes sociales. Mientras la gran mayoría se sentía culta gritando a los cuatro vientos su orgullo de no pertenecer al grupo de los youtubers, otros tenían los dedos afilados para tirar dardos ante cualquier error y trinaban sobre la desventura de la iniciativa.

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Pero no, no fue un error garrafal, tampoco una vergüenza, ni una oportunidad desaprovechada. Al contrario, fue una jugada más que acertada para incluir a los millennials en la conversación de las próximas elecciones presidenciales en Colombia. Así los seguidores de los cuatro personajes entraran solo para ver a sus ídolos o para criticar a su anti ídolo, fue valioso, porque finalmente el debate político se puso en la agenda de esa audiencia. ¿Después de tutoriales de maquillaje y retos sin sentido? Sí, pero al menos está.

Si todos los jóvenes de pasadas generaciones hubieran tenido los espacios para entender a los candidatos de la mano de sus ídolos, de pronto no estaríamos hoy en día en estas fatalidades políticas.

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Quizá no sabían qué era Hidroituango o quién era Otto Bula, pero no les dio miedo preguntar. Y el ejercicio de hacer cuestionamientos, que a los ojos de los sabios parecían bobos o insulsos, es meritorio y sobre todo provechoso para personas de su edad e incluso mayores y del común; que entiendan de distintos temas sin tantas arandelas y vueltas.

Ahora bien, el problema de fondo fue la poca habilidad de los candidatos para conectar con ellos, con respuestas largas y densas hicieron que se perdiera la oportunidad de entablar una charla activa y propositiva. La actividad que inició como un excelente espacio se cayó por la falta de dinamismo de los candidatos; ninguno, ni Petro, ni De La Calle, ni Fajardo, supo entender a quién le estaban respondiendo las preguntas.

Y lo que puso haber sido un espacio clave para responderle preguntas a una generación, dejó solo memes.

 

 

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