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El reto ambiental de nuestra generación

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Por: Laura Ramos @kddasi

Inicié este artículo con la ambiciosa idea de generar opinión pública y con la esperanza que usted sea uno de esos lectores que no se asustan con el número de palabras que contiene y tenga interés de leer algo más que la vida de las Kardashian. Un público, cuyo interés principal no se debata precisamente en definir si el mundo atraviesa o no por la crisis del calentamiento global.

Sí el desarrollo sostenible existe o si más bien es pura paja de unos cuantos intelectuales mamertos, a los que les gusta hablar de temas que nadie entiende en una fiesta. Pues este artículo pretende que a los que nos les guste la sopa de verduras, puedan tener un hermoso pastel de quinceañera. Y es que, hablar de temas de importancia, no es sólo de mamertos  o de gente superdotada. Es de sensibilidad, porque y con todo el respeto por quienes realizan esta noble labor, el ambiente y la ecología no se resumen en adoptar un perro y defender el derecho de los que no tiene voz. Abarca más, y nos afecta aún más.

No nos dejemos engañar con prejuicios sociales, que las tasas de interés que usted paga en los bancos, las pagamos todos. Las licencias ambientales y los permisos de constructrucción ilegales también los pagamos todos. O es que las inundaciones, la escasez de agua potable y los deslizamientos solamente tienen en cuenta a la gente afiliada al Sisben.  La verdad, es que los fenómenos de la naturaleza nos atañen a todos. Porque vivimos en simbiosis y sincronía con el ambiente, dependemos estrechamente de él para vivir. 

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En este mundo de concreto y asfalto, hemos prescindido de muchas cosas gracias a la tecnología, (y cabe decir que no tengo nada en contra de ella), pero existen otras que no hemos logrado relegar, como el agua.  
Este artículo no nos convertirá en el Capitán Planeta, pero sí nos mostrara posibilidades efectivas para vivir y convivir Hombre - Naturaleza. Para ello, he tenido la oportunidad de hablar con varios personajes, que sí podrían ser las versiones más cercanas al  Capitán Planeta.

Esta historia empieza con un interrogante: ¿Qué es la educación ambiental?  #EjUnaPreguntaMuyDificíl. Puede que para muchos sí lo sea, pero no para el profesor Wilches Chaux (@wilcheschaux), quien por allá en 1999 escribió, junto con con Eloísa Téllez, un  documento sobre la educación para un desarrollo sostenible. ¿Qué, qué? En otras palabras, quiere dar a entender que la educación, sea la que sea, debe ofrecer un resultado social y económico a futuro. La educación ambiental propone como fin, la sostenibilidad, de esta generación, las pasadas y las futuras. ¿Cómo le quedó el ojo? Ni los economistas podrían ofrecer tal cosa.

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* Profesor Wilches Chaux - Líder ambientalista

En la educación se establecen relaciones, prioridades y dinámicas. Claro, el profesor Gustavo habla de esos tres elementos en los ecosistemas. Pero en lo personal,  nuestra especie puede llegar a ser considerada, de lo más exótico dentro del ecosistema ambiental. Esto que les cuento es una cucharadita no más, en realidad, el profesor dice más, mucho más sobre sostenibilidad pero para no aburrirlos les dejo un link, agradeciendo que en el siglo XXI nadie es llevado a la hoguera por querer saber más:clic aquí

El escrito de Gustavo propone como tesis que: el territorio, los ecosistemas y sus componentes naturales, como el agua, participen con voz y voto en las decisiones humanas. Claro, para una sociedad como la nuestra, donde nuestra máxima identidad está definida por la 'selfie', pensar en territorio es como hablarle alguien que creció en los 90`s de ALF.

Pero en realidad, de lo que nos habla es que actualmente la naturaleza se ordena de acuerdo a las necesidades de expansión del hombre en vez de ser lo contrario. El hombre debería ordenarse en ella a través de la idea de territorio e identidad. Quizás mucha carreta. Pareciera, pero no lo es. 

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Ahora bien, donde entramos a ser importantes las personas como usted y como yo, que no somos profesores ni tampoco grandes eruditos del ambiente. Lo que puede hacer "la gente del común", pero no por eso menos especial, es participar. Sí señores, usted y yo tenemos el poder de decidir, de hablar y de incidir en las políticas que se gestionan alrededor de una ciudad como Bogotá sobre temas como las basuras, los comparendos y las sanciones ambientales.

En este distrito, que para muchos es el distrito del caos, existe una pequeña oficina que pareciera salida de un comic. En dicha oficina habitan hormiguitas trabajadoras, del  más alto pedrigree académico, que realizan a diario un trabajo silencioso pero significativo. Personas que trabajan de sol a sol, mientras usted le twittea al alcalde que por favor renuncie. 

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Mi querido amigo, hombre, mujer y ciudadano habitante de este territorio llamado Bogotá, su casa es más que los tantos metros en los cuales usted y los suyos duermen y sobre ese territorio, que también le pertenece, usted tiene dos opciones: o acepta u opina sobre qué hacer. Y es mejor, optar por la segunda. Por opinar, porque nos identificamos, nos importa; luego incidimos en nuestro espacio. Eso es identidad y hasta aquí podemos sentirnos más en sintonía con el mensaje del profesor Wilches.

¿A dónde se van esas botellas, las suyas, las de ellos, las mías? ¿A dónde va a parar la basura que generamos? ¿Y qué tal sí algún día nos sobrepasa y nos tapamos en basura? No porque el carro de la basura no pase, sino porque al interior de nuestro hogar consumimos más de lo que necesitamos. De eso se trata hacer efectiva la participación. Es un derecho tener condiciones ambientales decentes para vivir, pero también es un deber generar tales condiciones para mí y para los demás. 

La Bogota que queremos no está detrás de un escritorio sino en la posibilidad de que usted, yo y otros, hagamos parte y opinemos. Para esto le dejo este enlace en twitter: @AMBcorresponsal, el espacio que brinda esta oficina de la que le hablo, para que la ciudadanía se vincule con este trabajo.

Si no le gusta, OPINE, Sí le gusta OPINE también. Sí tiene una mejor idea, OPINE. Mejor dicho,  y como dirían los hermanos Gasca: “después no diga que no le avisamos”.

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A la labor diaria de esta oficina, se suman acciones pedagógicas que recorren nuestro territorio con AUAMBARI, un aula ambiental itinerante. Y no se trata de un horripilante salón de clases de esos que nos imaginamos: 3 de la tarde, clase de cálculo. Este espacio ambiental no es así. Y AUAMBARI, en especial, no lo es. Porque es artístico.

Si no le gusta, OPINE, Sí le gusta OPINE también. Sí tiene una mejor idea, OPINE.

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Porque por ahí han pasado desde Mario Muñoz y David Jaramillo de Doctor Krapula, así como Héctor Buitrago de Aterciopelados, además de decenas de agrupaciones locales que se han entusiasmado con este rollo de contribuir con su arte.

Lo importante de estos encuentros, es que en su mayoría se realizan en territorios ambientales por excelencia, como el parque Entre Nubes San Cristóbal, el Páramo de Sumapaz, los Cerros Orientales y otros increíbles espacios ecológicos que sobreviven en Bogotá, y que personalmente le recomiendo que conozca si aún no se ha arrimado por allá. Cabe anotar que la presencia de estos artistas no sería nada sin la voz de las comunidades locales y de los  indígenas que aún, después de 500 años, continúan resistiendo de manera heroica para proteger la que ellos bien llaman: Madre Naturaleza. 

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