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Esa tal discriminación en Colombia sí existe

¿En qué proceso de involución estamos?

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Katerin Fresneda @ktfresneda

Cuesta mucho creer que vivimos en una sociedad que evoluciona si a nuestro alrededor los prejuicios son más grandes que los cambios mundiales. Mientras el mundo se levanta en pro de los derechos de los homosexuales y la ONU se atreve a interceder por una ley en Brunei, que permite matar a quienes gusten de personas de su mismo sexo, en Colombia la justicia vestida de un uniformado apoya la discriminación bajo mentiras, por interpretación individual y protege la vida de un agresor. ¿A qué nivel vamos a involucionar?

Por: Johana Arroyave @JohanaArroyave

 

Brunei, una monarquía musulmana que hace parte de los 49 países que componen el continente asiático, ha adoptado la ley Sharia que permite que las personas pertenecientes a la comunidad LGBTI sean apedreadas hasta la muerte. Una decisión arbitraria y sacada de una película de terror que hizo que el mundo entero hablara y por ello se levantó una protesta internacional en la que se exige al Sultán de Brunei, Hassanal Bolkiah, que quite de su legislación esta sanción tan absurda. Leerlo suena terrorífico ¿verdad? Parece un caso bien lejano, “menos mal no vivimos en un lugar así” … y ahí radica el problema, que tenemos que ser sinceros y darnos cuenta que si seguimos apoyando conductas que menosprecien el existir de otro ser humano por el simple hecho de pensar distinto o tener un gusto diferente en sexualidad, esas leyes de por allá no van a ser tan ajenas.

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Hace unos días el país se sorprendió por un video en el que un hombre agredió física y verbalmente a dos chicos porque se estaban besando en un centro comercial. Según él, además de los besos, ambos estaban tocándose frente a menores de edad. Pero la agresión no quedó ahí, el denunciante llamó a la policía e hizo que sacaran del lugar a los dos jóvenes a quienes además les pusieron una sanción por escarnio público.

En los videos de seguridad del lugar no hay muestras de ningún acto obsceno y sin embargo un policía multó a los chicos con una sanción económica escudándose en el Código de Policía. ¿Por qué nadie dijo nada respecto a la agresión del otro hombre? ¿Acaso la violencia física no es un delito? ¿Podemos tapar la homofobia con acusaciones falsas? ¿Por qué nadie reviso los videos de seguridad antes de atacarlos?

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Casos de homofobia llenan carpetas de denuncias innumerables en los juzgados del país, no es normal y sin embargo es noticia de todos los días. Entonces, que un funcionario público apoye, sin ninguna prueba, la pataleta de un ciudadano inculto ¿qué nos deja de enseñanza? ¿acaso la ley no debería protegernos de los violentos? ¿Para qué la policía si juzga bajo criterios personales y no bajo lo establecido? Así las cosas, devolvámonos a la época en la que podíamos ejercer justicia a mano propia.

Cuando se le preguntó al representante de la policía en este caso, Coronel James Toro Comandante de Seguridad Ciudadana de la Policía Metropolitana, sobre la injusticia que había cometido el funcionario, mencionó que cada uno de los uniformados tiene derecho a ejercer su poder como le plazca siempre y cuando esté en el código civil.

O sea, cualquier uniformado en el país tiene derecho a ejercer la interpretación individual de un hecho y castigarlo como a él le plazca. ¿Entonces el código de policía para qué sirve? ¿De verdad cada uno de los policías está capacitado bajo la legislación que nos impusieron o solo van a castigar según el ánimo con el que amanecieron?

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Si vamos al Código y evaluamos lo que pasó en el centro comercial, dentro del artículo 33 se establece que los comportamientos que afectan la tranquilidad en el espacio público pueden ser objeto de multas. Pero ojo, solo se puede multar a quienes se vean involucrados en “actos sexuales o de exhibicionismo” y pueden ser multados con un comparendo de más de $ 440.000. ¿Es decir que un beso no puede ser castigado? ¿o sea que solo se actuó bajo sospecha?

Y pilas que el código establece explícitamente que no pueden ser multados “los besos, las caricias que las personas, sin importar su género, color de piel, orientación sexual o identidad de género, manifiesten como expresiones de cariño, en ejercicio de su derecho al libre desarrollo de la personalidad” y por el contrario dentro del código sí se establece que deben multarse a quienes “limiten u obstruyan por razones discriminatorias las manifestaciones de afecto de los demás”.

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¿Entonces el problema es de quienes se besaban o de quien irrumpió con golpes e injurias?

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Lo que pasó es imposible borrarlo, pero sí nos abre una serie de cuestionamientos sobre lo que está pasando en nuestro país con la justicia, no puede ser que, por interpretación individual, bajo sospecha o por rumores se castigue a una persona. ¿No se supone que deberíamos estar evolucionando? Porque lo único que veo aquí es que seguimos con pensamientos inquisidores en los que se manda a la hoguera a alguien por si tal vez.

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¿De verdad estamos tan lejos de convertirnos en una monarquía como Brunei con estos comportamientos por parte de la justicia?

Estamos fallando como sociedad si seguimos creyendo que las manifestaciones de cariño entre personas homosexuales tienen que hacerse a escondidas. Como si fuera un delito amar, como si fuera prohibido tener una condición sexual diferente. Como si fueran el bicho raro que hay que esconder por el miedo al qué dirán.

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Esta no es una discusión que debe centrarse entre homosexuales contra el resto de la población, es una lucha porque se reconozcan los derechos de seres humanos, para que hayan garantías, respeto, oportunidades y sobre todo justicia real, no esa que queda plasmada en el papel y muere donde nadie la lee y la interpreta como quiere.

***

Luego de que se esclarecieran los hechos y se confirmara que no se estaba cometiendo ningún delito se realizó una “besatón”, la protesta más pacífica y directa para decir que el odio lo combatimos con amor, les compartimos las mejores imágenes.

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