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La fiesta y los festivales post pandemia: predicciones distópicas

¿Cómo se “reinventarán” la fiesta y los festivales? ¿Cómo se reinventará la normalidad para seguir igual de dañada? Un texto de ficción premonitoria.

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Coronavirus - Ilustración: Gettyimages

La fiesta tendrá que cambiar. Los conciertos tendrán que cambiar. El futuro próximo para los eventos es turbio. Muchos dicen, desde ya, que debemos acostumbrarnos a una “nueva normalidad”. ¿Será tan grave? Cuando quieran acomodar un área VIP en un evento en el que debemos mantenernos a distancia nos daremos cuenta que, probablemente, así será. Acá un texto de ficción premonitoria sobre lo que nos espera.

Por Fabián Páez López @Davidchaka

Tras varias semanas de confinamiento global, la humanidad se encuentra ante desafíos inéditos. ¿Cómo justificar la llegada tarde a una videoconferencia? ¿Qué día vamos a odiar ahora que el lunes es tan parecido a los demás días? En los días de encierro muchos han adoptado religiosamente, como principio básico, el de reinventarse; lo cual ha implicado, desde luego, actualizaciones recurrentes del perfil de LinkedIn: los escritores son ahora “storytellers”; los periodistas, “content manager”; los conferencistas, “coach”; los desempleados, “entrepreneurs”; los “entrepreneurs” estrenaron un podcast. Los más optimistas ven en el futuro una oportunidad de cambio: “De esto no saldremos siendo los mismos”, dicen. Y, en efecto, será difícil ser el mismo después del video de “los famosos cantando Color esperanza”. Nada será igual. 

Como si no hubiéramos sufrido lo suficiente, el último bastión de nuestras pequeñas victorias, de nuestra nocturna ilusión de libertad, la fiesta, los conciertos, los festivales, se verán trastornados durante un buen tiempo. Nuestros queridos espectáculos con música a todo taco, grandes o pequeños, entraron en el costal de los sectores que llevaron del bulto. Tal vez no apreciamos lo suficiente esos buenos momentos, cuando estábamos apretados en medio de una marea de gente y frente a una tarima, agarrando duro el celular para no ser víctimas del cosquilleo. De cara a un posible y paulatino regreso a la normalidad agreste a la que ya nos habíamos acostumbrado, habrá que experimentar ciertos cambios.

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(Para ver información relevante sobre el impacto del coronavirus en la cultura pueden entrar a: La cultura después del coronavirus)

¿Cómo haremos para volver de fiesta? ¿Qué pasará con los festivales y conciertos? ¿Podremos volver con confianza a los bares? En un futuro distópico para la cultura nocturna a esto nos enfrentaremos.

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Las primeras fiestas post-pandemia, como los youtubers que se pasaron a Tik Tok, tendrán que reinventarse. Es decir, que durante la primera fase de apertura de bares, solo se podrá bailar en círculo. Este modo de celebración, comúnmente practicado entre los habitantes de la capital del país, deberá ser implementado y exigido en cualquier recinto que quiera operar sin sufrir consecuencias legales.

De acuerdo con los protocolos de seguridad, los círculos de baile deberán tener una distancia prudencial entre cada uno de sus integrantes. Para evitar incitar al peligroso acercamiento pélvico se implementarán dos fases de desescalamiento. La primera, será la reactivación de la campaña Tropipop is Back en los bares; pues, al ser un género tan apreciado en la fiesta bogotana, promoverá el distanciamiento físico e, incluso, puede llegar a provocar que la gente no quiera salir. La segunda, estará a cargo del senador Jonatan Tamayo, mejor conocido como manguito, quien obtendrá un cargo como curador musical de la postpandemia y cuyas capacidades para hacer que la gente se quiera distanciar (hasta de su mismísima existencia) han sido comprobadas con este video de reggaetón anti-erótico.

De nuevo, la fase de desescalamiento favorecerá a los habitantes de clima frío. A los usuarios de la clásica pinta de fiesta de oficinista bogotano con saco al hombro tipo Juanpis Gonzáles se les sugerirá amarrarse con fuerza el saco sobre nariz y boca. Eso si los bares más “exclusivos” no empiezan a exigir un código de vestimenta del tipo astronauta.

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Los festivales musicales, que siempre han estado preocupados por ofrecer “experiencias”, también sufrirán cambios drásticos. En Alemania y Dinamarca, al parecer, ya se propuso una nueva modalidad de conciertos “drive-in”. No quisiéramos imaginar cómo se reinventarán las áreas VIP para vehículos en Colombia. Ni mucho menos cuánto tardará la fila para entrar y salir. Los gestores culturales pasarán varias noches tratando de resolver varios problemas. El más urgente: ¿Deberían separar a los asistentes de acuerdo con el modelo de su carro?

Como han venido sucediendo las cosas, por ejemplo, con la ida al mercado, no será raro cuando se ponga de moda pagar para que otros vivan la experiencia. Ahí tendrán un papel fundamental los domiciliarios, quienes irán a conciertos a grabar las respectivas historias de Instagram.

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Las fiestas virtuales seguirán siendo uno de los más preciados lugares de encuentro. El indie bogotano tendrá un nuevo aire cuando, inspirados en el éxito de Yo perreo sola de Bad Bunny, una marca impulse una campaña digital y pague a Nicolás y los fumadores para hacer una nueva versión de Bailando triste; omitiendo, desde luego, que bailar solo es triste.

Lo cierto es que Internet será un campo de lucha. Los lives de Instagram pelearán con los podcast. Será una batalla cuerpo a cuerpo. O mejor: un reto en Tik Tok. Ambos saldrán heridos. Lamentablemente, al no pagar prestaciones sociales, ninguno podrá ir a la EPS.

Este momento, sin duda, abrirá una nueva perspectiva para que formemos una nueva sociedad. Una que reúna, tal vez, las mismas lamentables características que la anterior. En todo caso, hay que ser cautos. No sabemos qué otro mal nos pueda atacar en el futuro. La curva de lo viral puede incrementarse. Siempre seremos proclives a un nuevo challenge como el del mencionado video de famosos cantando Color esperanza, y podría ser un remix sobre un dembow.

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